Por Enrique Abasolo
La cuenta regresiva está en marcha. Quedan menos de diez días para que concluya el régimen de terror de Andrés Manuel “El Pejelagarto” López, uno de los gobernantes más crueles, cínicos e indiferentes al dolor de su pueblo del que tengamos memoria.
El más traidor desde Santa Anna (¡López tenía que ser!) es sin embargo uno de los más amados de cuantos hayan ocupado la Primera Investidura de la Nación. Eso es imposible de negar, por lo mismo el análisis y juicio que el pueblo haga a corto y quizás mediano plazo de este líder será poco riguroso y en absoluto objetivo.
De igual manera ha costado mucho desmitificar a Teresa de Calcuta, a quien al día de hoy todavía se le percibe y considera como una santa, pese a que era una fanática sin compasión por el sufrimiento de sus semejantes, cuyo dolor glorificaba más que ayudar a aliviarlo. Un poco como Andrés, que considera el sufrimiento y la carencia como virtuosas (claro, siempre y cuando no sean sus hijos quienes pasen las penurias y privaciones). En fin.
Decíamos que está a punto de concluir su mandato, para que ahora sí comience su reinado. Y es que una cosa es el poder que otorga la Presidencia, constitucional, finito, perecedero y otro muy distinto es el poder que otorga ser el líder de un movimiento como el que encabeza: Gratuito, ilimitado, incuestionable, ad vitam. Trasciende los sexenios y no está sujeto a lo que dictan las leyes, antes, como ya quedó demostrado, las leyes se doblegan a su voluntad y se vuelven dúctiles para ajustarse a sus planes y designios. La única ley que quizás de momento no ha podido someter es la de gravedad, pero conociéndolo sabemos que ya tiene algún plan de reforma para ella que entre Monreal y Noroña le sacarán adelante.
Como de momento, eso de eternizarse en el cargo e instalarse a perpetuidad en el Palacio Nacional todavía se considera de mal gusto (quizás desanimado por cómo la comunidad internacional trató a Maduro después de la última “elección”), ha decidido seguir los protocolos y separarse el primero de octubre de su amada investidura (esa misma que no quiso exponer recibiendo a las madres buscadoras pero no le importó percudirla corriendo a saludar a la madre del Chapo… perdón, la mami del Señor Guzmán).
Así que habrá de ejercer el Poder a través de un cómodo avatar, el de la primera presidente de México.
Si pasada la elección abrigaba yo alguna esperanza de que la doctora fuese ganando cierta autonomía y distanciamiento de quien la deja en el cargo, ha sido el propio Andrés Primero quien ha dejado perfectamente claro que es él quien sigue mandando, acomodándole el gabinete, trazándole la ruta de gobierno y hasta haciéndole repetir su discurso de vacuidad y nadería al mejor estilo de los guiñoles, que sólo mueven la boca mientras el pupetero les mete la mano por el cu…
Chistes comentarios y analogías como el anterior anticipo que serán censurados a lo largo de todo el sexenio por comenzar argumentando violencia política de género, cosa que ni existe pero es muy real a la hora de censurar a alguien. Y no se le va a poder hacer el menor señalamiento sin que alguien levante la voz clamando misoginia.
De esta manera, el macuspano no sólo está mimetizado bajo un nuevo rostro, sino bajo otra nueva identidad del sexo apuesto.
Ahora con enaguas, como se decía antes, AMLO estrena un nuevo chaleco de inmunidad contra la crítica que ahora debe abrirse paso primero entre mil filtros de corrección antes de alcanzarlo. Y no es como que lo necesite, si algo tiene duro a su edad el Grand Tlatoani es el pellejo La crítica no le afecta realmente pero por alguna razón no deja de importarle… Contradicciones, cosas de tiranos que usted no entiende.
Tenemos un neomaximato en puerta con el que Calles apenas pudo haber soñado, con un poder detrás del poder que controla además a los otros dos poderes y dos temibles aliados cancerberos en las Fuerzas Armadas y el Crimen Organizado (creo que es tiempo de que comencemos a escribirlo con mayúsculas, si ya está tan institucionalizado), que me temo son en realidad los verdaderos amos de la casa.
Ya sólo la presión internacional podría moderar un poco la ambición desmedida por el poder absoluto de la 4T y su camarada supremo. Los comentarios, pronunciamientos y opiniones sabemos que sólo le representan una molestia menor, como los mosquitos que le pican en sus siestas de hamaca (por alguna razón sospecho que tiene una hamaca colgada en algún patio o salón de Palacio); pero las fugas de capitales y de inversionistas, la depreciación de la bolsa, esas sí pueden llegar a contener un poco la megalo-amlo-manía (¡qué bonito neologismo me acabo de inventar!).
Aún así, una vez que ponga un pie fuera del Palacio y -caja de huevo San Juan en mano- dirija sus pasos a La Chingada, el Estado deja de trabajar oficialmente en cubrirle las espaldas al mandatario, en maquillar su imagen y en resignificar sus dislates. Su careta de bonhomía comenzará a marchitarse pues no habrá alguien asignado para darle su diario mantenimiento, como tiene hoy a cualquier cantidad de funcionarios, plumas a sueldo, intelectuales orgánicos y hasta moneros. Es posible, que ahora que esté menos expuesto, susurrando detrás de La Silla del Águila, conozcamos su verdadero rostro.