- Este cambio de actitud merece un análisis concienzudo y preciso.
- La inconformidad llegó de inmediato de parte del Gobierno de Estados Unidos, a través del Embajador Ken Salazar.
Pascacio Taboada Cortina.
La decisión hecha pública por la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, de que, en el futuro, las consultas sobre asuntos ligados a relaciones diplomáticas y de intercambio comercial con el gobierno de Estados Unidos, sólo se podrán realizar a través de la Cancillería Mexicana, a cargo del secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, y no en otras áreas –como se acostumbraba en la administración recientemente pasada—por parte del Embajador de EU en México, Ken Salazar.
Lo anterior significa que el Embajador de Estados Unidos, Salazar, ya no tendrá que acudir a Palacio Nacional para entrevistarse directamente con la presidenta Sheinbaum, como lo hizo el diplomático durante todo el periodo de Andrés Manuel López Obrador, para gestionar reuniones específicas de Salazar, con los diferentes secretarios del gobierno mexicano.
Este cambio de actitud y de Gobierno de la Presidenta Sheinbaum, merece un análisis concienzudo y preciso, sobre todo tratándose del vecino país del norte, dada su importancia como “primer socio comercial” de México, vía el Tratado de Libre Comercio, “T-MEC”, junto con Canadá, y de donde provienen capitales importantes e inversiones vitales para el desarrollo económico y social de nuestra Nación, así como exportaciones mexicanas con mercados seguros, generadores de empleos e ingresos para beneficio de familias de este país.
Imposible dejar de señalar que, durante el gobierno de López Obrador, frecuentemente era visitado en Palacio Nacional, por el Embajador Ken Salazar. Parece que le encantaban los desayunos acompañados por “tamales de chipilín” y otros platillos de la comida mexicana, seguramente como recuerdo de sus antepasados.
De repente, esta situación cambió radicalmente. A unas semanas de que López Obrador concluyera su periodo de Gobierno, se anunció la viabilidad de la Reforma al Poder Judicial de la Federación, entre cuyos principios destaca la elección popular de jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia, lo que implica riesgos muy altos de que llegue a la Suprema Corte cualquier ciudadano, sea honesto o deshonesto –en este caso se incluiría a representantes del narcotráfico, por señalar un caso, el cual se ha posesionado de poco más del 30 por ciento del territorio nacional—.
Esto, representa serios riesgos para las inversiones privadas, tanto nacionales como del exterior y, sobre todo, para la continuidad armónica del Tratado de Libre Comercio, “T-MEC”, entre México, Estados Unidos y Canadá.
La inconformidad llegó de inmediato de parte del Gobierno de Estados Unidos, a través del Embajador Ken Salazar, quien públicamente declaró el riesgo de la inseguridad de las inversiones del país del norte, y el efecto que esto traería en las relaciones comerciales dentro del “T-MEC”.
El todavía presidente de México, López Obrador, declaró “en pausa” las relaciones diplomáticas con Estados Unidos y, al parecer, no volvió a reunirse con Salazar. Luego de estos hechos antes del cambio de gobierno aquí, surgió el problema del “secuestro” de Ismael Zambada “El Mayo”, uno de los más importantes capos de drogas del “Cártel de Sinaloa”, y conducido a una cárcel de El Paso, Texas, para su proceso jurídico, junto con uno de los hijos del “Chapo” Joaquín Guzmán, de igual nombre y apellido. Todo ello, sin dar aviso al Presidente de México, de donde se derivó la señalada “pausa”.
Es de señalar que el ex presidente López Obrador, dejó a su sucesora Claudia Sheinbaum, otro compromiso muy delicado en las relaciones de nuestro país con Estados Unidos: La preparación de la próxima reunión, en 2026, con el presidente Joseph Biden, sobre evaluación del “T-MEC”. Otro asunto más reciente a estas fechas, fue la realización, el 16 de octubre de 2024, de una Reunión de Alto Nivel entre Líderes y Empresarios de México y Estados Unidos, ante la presidenta Claudia Sheinbaum, encabezada por el Embajador de EU, Ken Salazar.
El propósito de este encuentro, fue el de evaluar proyectos conjuntos de desarrollo, en el marco del Tratado de Libre Comercio “T-MEC”, y el anuncio de que continuarán los esfuerzos de cooperación, mediante la canalización de recursos de Estados Unidos, por un monto de 20 mil millones de dólares para diversos proyectos en México.
Dicho sea de paso, en esta reunión, primera con la presidenta mexicana en materia de negocios con Estados Unidos, no se habló de la referida “pausa” en las relaciones bilaterales. Sin embargo, el Embajador Salazar presidió al grupo de empresarios norteamericanos, sin que se haya señalado nada en torno de esa “pausa”. Fue de “mentirita” de parte del ex mandatario tabasqueño.
Por cierto, nada se sabe de AMLO. Es posible que se encuentre de viaje de despedida de sus amigos muy íntimos, por algún país del Caribe o de Sudamérica. Sólo uno de sus hijos, de nombre Andrés Manuel, anda de méritos y “grilla”, haciendo valer la “renovación generacional” en su partido heredado de Papá.