Fernando Rangel de León.
México, en el concierto de las naciones, se ha caracterizado por su excelente diplomacia, desde que se creó la Secretaria de Relaciones Exteriores en 1824; destacándose los tratados internacionales que celebró el gobierno de Benito Juárez, con Inglaterra y España, para el pago de la deuda pública externa; la que tomó como un pretexto Francia, que se negó a negociar, para tomarla como un pretexto para su intervención en México, en 1862.
El gobierno de Porfirio Díaz, se caracterizó por tener una buena diplomacia con los gobiernos extranjeros, principalmente Francia; siendo una excepción la falta de diplomacia con el gobierno de los Estados Unidos; que se cobraría dejando crecer el descontento popular y dando facilidades a los revolucionarios para derrocarlo en 1911.
La diplomacia en el gobierno de Venustiano Carranza, tuvo como su artífice a Isidro Fabela, el más grande diplomático que ha tenido México, hasta nuestros días, y quien con bastante tacto y una admirable habilidad desactivó un conflicto internacional que pudo haber estallado por la invasión de los Estados Unidos, al Puerto de Veracruz.
Isidro Fabela, nació en 1882 en Atlacomulco, que ahora en su honor se llama de Fabela, Estado de México, y murió en la Ciudad de México, en 1964; habiendo sido alumno de Justo Sierra y Juan de Dios Peza, y compañero de la Universidad Nacional de México, de Antonio Caso, José Vasconcelos, Alfonso Reyes, entre otros.
El gobierno del presidente Adolfo López Mateos, también se caracterizó por una buena diplomacia mexicana a cargo de Antonio Carrillo Flores; que sorteó momentos álgidos de la Guerra Fría, por los problemas entre Estados Unidos y Cuba; solidarizándose con esta última hermana República; siendo uno de sus mayores méritos lograr que México consiguiera la sede de los XIX Juegos Olímpicos de 1968.
Los gobiernos posteriores a ese último no brillaron mucho en la diplomacia internacional; hasta 2018, en que empezó una nueva era de la diplomacia; aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador, afirmara que la mejor política exterior, era la política interior; es decir, lograr primeramente el bienestar para todos.
Desde el 1° de octubre de 2024, la diplomacia mexicana vuelve a destacar en el concierto de las naciones con el fino tacto de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, y la acertada política exterior de su distinguido secretario de Relaciones Exteriores, doctor Juan Ramón de la Fuente, quien ya con el pasado gobierno dio muestras de su gran habilidad diplomática como embajador o representante de México en la Organización de las Naciones Unidas ONU, donde tuvo una destacada actuación a nivel mundial.
En días pasados, en la Cumbre del G-20, en Río de Janeiro, Brasil, nuestra presidenta Sheinbaum, sobresalió con sus propuestas en pro del medio ambiente y de los pobres; y gracias a De la Fuente, pudo reunirse en privado con los más altos líderes mundiales para plantearle cuestiones bilaterales de México, para bien de la inversión extranjera y de los asuntos migratorios en favor de nuestro país.