Oliverio Ascascius.
Te quiero tanto, que me deshago en ti
como una gota de rocío disuelta en el paraíso.
Te adoro hasta el dilema de no ser o de existir.
Te extraño aunque te tenga a mi lado, junto a mí.
Te admiro hasta que parezca
un sueño el estarte admirando.
Te acaricio
sin que me hastíe
el tenerte acariciando.
Y te tengo
sin que me canse
el palpándote teniendo.
Te abrazo
sin que me enfade
el oprimiéndote abrazando;
y te beso y te beso tanto
que es un encanto
el estarte besando y besando.
Tanto te quiero
que me muero
por estarte mucho queriendo;
te adoro tanto
que finalmente
moriré por estarte adorando.
Más, si muriendo
más te adoro,
mejor muriendo adorándote
que mucho viviendo
y no queriéndote.