Cañón de Zacarías

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Rufino Rodríguez Garza.

Revisitando viejos sitios, ahora le tocó al Cañón de Zacarías. Llegar al lugar ahora es muy complicado. El antiguo camino dejó de usarse y fue destruido totalmente por las inclemencias del tiempo y sobre todo el deshuso.

Se podía llegar desde El Pelillal pero a la nueva gente que llegó al lugar les dio por cercar los potreros y pues se cerró el camino que no solo llegaba al cañón, sino que podía uno llegar a otro icónico lugar que se llama «Chupaderos», pues hasta la fecha hay un modesto ojo de agua que en su tiempo entubó y llevó el líquido hasta el ejido.

De este lugar en otra nota me permitiré escribir tanto de los morteros, las pinturas y así como de los abundantes grabados que se localizan aquí.

Llegar al Cañón de Zacarías es como ya dijimos muy complicado, pues en realidad no hay caminos sino unas veredas de ganado que sirven para que alguna camioneta se atreva a pasar, para sacar de estos lugares lechuguilla y orégano silvestre que cada año se colecta, se apalea, se encostala y se comercia.

El rodado camino que pasa por el Pitahayal que dobla hacia el norte, que rodea al Frentón y el que se llega con mucha dificultad a una antigua presita que aun en este principio de febrero conserva algo del vital líquido y que le sirve al poco ganado que por allí deambula, rasguñando algunos zacates que a duras penas les alimenta.

El lecho de la presa Zacarías es el lugar idóneo para montar el campamento y para de ahí partir a registrar el cañón, hacer los levantamientos, ubicarlos en el mapa con sus respectivas coordenadas y tomar su altitud, como futuras referencias para que especialistas lleguen a este importante sitio y puedan estudiar los grandes vestigios como serían sus chimeneas, los grabados y también sus modestas pinturas.

El cañón corre de oriente a poniente y de los dos lados podemos observar varias manifestaciones gráfico-rupestres. Son de llamar la atención unas hermosas grecas que guardan un equilibrado diseño, grabados que conservan su magnífico deliniado y un fino grabado en las inmensas rocas de este cañón.

Es difícil describir cada dibujo, pero si podemos ver algunas herramientas de caza y defensa pues son abundantes las navajas enmangadas, también los proyectiles para sus flechas y sus lanzas. 

Observamos un gran atlat´tl de más de un metro con el maneral y el gancho a la derecha y como contrapeso una línea curva. Aquí se representaron cuentas a base de puntos, quizás un conteo del tránsito del planeta Venus o el padre Sol.

La Luna fue representada por los cazadores-recolectores en este sitio, solo fue de venados, vemos astas y sus huellas debidamente grabadas. 

Este rincón del semidesierto en algún momento fue una grata compañía el Lic. Ariel Colin, así como otros aventureros como son el Ing José G. Flores Ventura o el Ing. José Artemio Ramírez Díaz.