EUA y su influencia constitucional en México

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Juan Martínez Veloz.

A principios de febrero, el Congreso de los Estados Unidos de América cobró gran relevancia por el juicio político que se siguió al presidente de ese país, Donald Trump. El siguiente artículo es parte de un trabajo publicado anteriormente “Coahuila y la Primera República Federal”.

No entraremos en detalle al juicio, en Internet hay bastante información y páginas sobre ello. Lo que interesa es rescatar la influencia del Constitucionalismo estadounidense en nuestro país, pues ellos tuvieron la primera Constitución moderna en el mundo (Filadelfia) que influyó en muchas constituciones de América. ¿Hasta qué punto?

La respuesta más lógica parece que fue la intención de los primeros constituyentes mexicanos de imitar de la constitución norteamericana de Filadelfia de 1787, sin embargo creemos que como todo gran acontecimiento político fue producto de una combinación de diferentes factores, entre otros los siguientes:

Pensamos indudablemente que el modelo constitucional norteamericano influyó en los Constituyentes del 1824 en una especie de moda intelectual de la clase política de esta época, aunque es difícil pensar que se conociera bien la constitución estadounidense en México. Lorenzo de Zavala dice que en el Constituyente de 1824 se conoció una mala copia de la Constitución de los Estados Unidos de América impresa en Puebla de los Ángeles.

Por otro lado la obra clásica del tema “El Federalista” de Hamilton, Madison y Jay, publicada en Estados Unidos en tres periódicos de Nueva York y compilados en dos volúmenes hacia 1788, fue traducida al portugués hasta 1840 y al castellano en Buenos Aires hasta 1865.

En esa época circularon también dos documentos que los historiadores mencionan que influyeron grandemente en la adopción del Federalismo en México: “El Pacto Federal del Anáhuac” preparado por Prisciliano Sánchez, y dos proyectos de constitución (marzo y mayo de 1823) de Esteban F. Austín, colonizador de Tejas.

La Constitución mexicana del 1824 es similar a la Constitución estadounidense de Filadelfia de 1787 en temas importantes como el régimen presidencial, la existencia de un vicepresidente, la división de poderes, el poder legislativo bicameral, el federalismo, el procedimiento de reformas a la Constitución, el juicio político, entre otros, aunque son dos textos constitucionales con estructuras muy diferentes; la Constitución de Estados Unidos en su texto original consta de VII artículos divididos en secciones y en realidad se trata de un texto muy breve que se ha ido ampliando con las enmiendas posteriores (se han agregado artículos), mientras que la Constitución mexicana de 1824 consta de VII títulos con 171 artículos.

Creemos que fue el factor político lo determinante para adoptar el modelo federal en México y la necesidad de descentralizar el poder que ya habían planteado los diputados constituyentes de Cádiz de 1812, que para 1824 se había entrado en plena crisis con la separación de las Provincias Unidas de Centroamérica de México en 1823 y con el hecho que para ese mismo año varias provincias proclamaron o amenazaron con separarse de la incipiente nación (Campeche, Yucatán, Oaxaca, Jalisco, Querétaro, Zacatecas).

Margadat, coincide con esta idea al señalar:
“Para comprender la victoria de la idea federal, a primera vista contraria a la tradición virreinal, basta con darse cuenta de la realidad social de ese entonces: zonas económicas inconexas, cacicazgos locales; ni siquiera un sentimiento nacional como fuerza aglutinante. En varias regiones hubo claros separatismos, que en algunos casos dieron resultados definitivos (Guatemala), en otros produjeron guerras civiles que llevaron hacia el retorno a las ovejas descarriadas, como el caso de Yucatán. En tal ambiente el compromiso por el federalismo era natural, no se trata de una imitación extralógica de la constitución norteamericana. Además no debemos exagerar el carácter centralista de la administración virreinal, ahí también hubo rasgos descentralizados…”.

Burgoa coincide también con las ideas anteriores al apuntar:
“No puede negarse que la Constitución federal de 1824 ha sido y es aun blanco de duros ataques a pesar de más de siglo y medio desde que se promulgó. A nadie escapa la impugnación que se dirigen en el sentido de que fue una copia de la Carta fundamental norteamericana de 1787. En repetidas ocasiones hemos sostenido que esta apreciación no es valedera, ya que no es verdad que nuestros constituyentes de 1823-24 hayan imitado servil y extra lógicamente el citado documento constitucional de los Estados Unidos de América, aunque se hubiesen inspirado en él y hayan tomado de su contexto los principios jurídicos y políticos que lo informan”.

juanmartinez_veloz@yahoo.com