Doce de Diciembre. (El Doce)

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Rufino Rodríguez Garza.

En el valle de San Martín de las Vacas se localizan varios ejidos, uno de ellos es El Doce, la vocación de este apartado lugar es la ganadería, aunque también se siembra maíz, frijol y algo de forrajes.

Ahí conocimos a la señora Julia, esposa de don Manuel Gutiérrez García, una amabilísima persona que en su infancia y juventud pastoreó ganado caprino y misma que conoce toda la región como la palma de su mano.
En un viaje previo conocimos otra comunidad vecina llamada “Los Jacalitos”, donde habitan actualmente tres familias.

En El Doce se localiza un cañón que se llama San Ignacio, el cual recorrimos con rumbo hacia el norte, donde pudimos observar pinos piñoneros, cedros y encinos. La planta dominante en todo el rumbo es el sotol; sin embargo también existe el nopal rastrero, palmas ramudas, lechuguillas y magueyes.

Las rocas son “coloradas” quizás por el óxido de hierro que pudiesen contener, debemos hacer la observación de que los grabados de los indios son muy escasos; sin embargo existe una mayor cantidad de grabados históricos, los cuales tienen una diversa gama de temas, como lo son: fechas, nombres, recuerdos y religiosos.

Ya en la parte superior del cañón (más de 2000 msnm) motivo por el cual al cambiar el clima hubo una variación importante de temperatura, ya que pasamos de los 35°C. de los llanos a los aproximadamente 20°C. en las alturas.

Desde esa parte alta, viendo hacia el norte identificamos a lo lejos la Presa Palo Blanco, la cual debido a las últimas precipitaciones contiene una buena reserva de líquido; al igual que las demás represas del rumbo, existiendo una vegetación muy frondosa y verde.

Al ascender al cañón pudimos observar un cactus en floración (manca caballo) y también unas antiguas ruinas de construcciones de antiguos habitantes que aprovecharon para la construcción y “enrocaron” las paredes de un arroyo, donde fue habitada por varios años dicha construcción.

Vale la pena hacer la observación de un reconocimiento de un cactus muy propio de esta región y que se llama “multicostata” (Equinofosulocstus multicostatus).

Al día siguiente regresamos al ejido llegando a la casa de doña Julia invitándonos al almuerzo, siendo nuestras deliciosas viandas frijolitos guisados con manteca de puerco con tortillas de harina recién hechas, dándonos como pilón sendas bolsas de durazno recién cosechado del huerto familiar.

En dicha plática, doña Julia recordó como gran observadora que es, en sus correrías algunas rocas con grabados. Nos habló de algunas cuevas en el Arroyo del Tigre y contándonos la leyenda de que al visitar una de las mismas, es frecuente escuchar el canto de un gallo.

Gracias a sus instrucciones pudimos llegar al lugar que ella nos mencionó, el cual se llama “Los Temporales”, especificándonos algunos cerros que nos sirvieron de referencia, y que “caminando hacia el norte íbamos a ver tres piedras grandes conteniendo alguna de ellas grabados”. La distancia entre los cerros de referencia y el lugar donde estaban las enormes piedras era de un kilómetro y medio aproximadamente.

El ascenso hacia las rocas fue difícil, ya que se atraviesan arroyos, arbustos, nopales y demás maleza que hacen difícil el caminar.

Los primeros atisbos de grabados fueron históricos y recuerdos dejados por pastores o vaqueros, también pudimos observar fierros de errar.

Los grabados de los indios en su mayoría abstractos, en los cuales predomina la línea curva y los círculos. Solamente pudimos observar una asta de venado.

La propia maleza ha cubierto las posibles chimeneas que pudieran existir en el sitio.

Estos lugares tan ignotos y de difícil arribo, fueron el hábitat de muchas tribus que aquí encontraron la forma de subsistir. En no pocos lugares existen actualmente manantiales y aparte de atraer a los animales, también fueron aprovecha- dos por gente que cazaba y recolectaba.

En la caminata desde donde dejamos el mueble, encontramos un cactus en inflorescencia el cual vulgarmente lo conocemos como “trompito” (Neolloydia conoidea) el cual fue muy abundante y que debido a las recientes lluvias no floreó en marzo como es su costumbre, sino hasta ahora.

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