El Saltillo de las carencias, la negligencia municipal y los negocios de los alcaldes

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Jorge Arturo Estrada García.

La codicia y la riqueza se reparten el poder en nuestra sociedad, y ese poder es utilizado a su vez para aumentar y concentrar más riqueza y poder en manos de unos pocos.
Al Gore

Un hombre de Estado es el que se pasa la mitad de su vida haciendo leyes,
y la otra mitad ayudando a sus amigos a no cumplirlas.
Noel Clarasó

La catedral estalla en llamas. Los centenares de bancas, altares, retablos, cuadros y molduras de madera con sus decenas de capas de barnices y pinturas acumuladas durante siglos se convierten en una antorcha que escupe fuego, y que al reventar las ventanas contagia a la capilla del Santo Cristo. La magnitud del incendio aumenta, las flamas finalmente alcanzan a la frágil imagen de pasta de caña de maíz del Santo Cristo de la Capilla, el patrono que los propios saltillenses han escogido y venerado a lo largo de su historia.

Los millonarios han hecho su parte destruyendo edificios
valiosos y lucrando con los predios y construcciones horribles.
En la foto una de sus víctimas: El Hotel Coahuila.

En un par de horas, en un parpadeo, se perdería un enorme acervo de los íconos que nos dan unidad, identidad y orgullo de ser saltillenses. Así, los reservorios de tesoros, de la fe, del arte y de generaciones de antepasados que lo conmemoraron en la forma pagana o en la religiosa, se perderían para siempre. El riesgo es grande y acechante. La incompetencia, la ambición ciega, la ignorancia y la frivolidad de los malos alcaldes de Saltillo han colocado en riesgo al deteriorado Centro Histórico de la ciudad y a sus escasos pero valiosos y tesoros. Los millonarios han hecho su parte destruyendo edificios valiosos y lucrando con los predios y construcciones horribles.

Los bomberos de la ciudad, un cuerpo que con la intervención decisiva de la sociedad civil está debidamente entrenado y equipado, rápidamente acudirían a tratar de atender la conflagración. Sin embargo, la intensidad del fuego es enorme, los edificios involucrados cubren más de 10 mil metros cuadrados. El suministro de agua debe ser suficiente e ininterrumpido para combatir el fuego en esas condiciones, eso es vital. Los depósitos de los camiones se agotarán rápidamente, las pipas difícilmente se darían abasto y la inoperante y obsoleta red de hidrantes del Centro Histórico volvería a fallar una vez más. Nadie se ha ocupado en repararla desde que fue instalada en el tramo final del siglo pasado. De ese tamaño es la negligencia de las autoridades.

El aviso en la alameda con la pérdida de la hermosa la casona de la familia Cepeda Dávila dejó lecciones que no fueron aprendidas en la presidencia Municipal de Manolo Jiménez. La red de hidrantes de Saltillo no funciona, es incompleta y obsoleta. La falta de un sistema de tomas modernas que estén instaladas respetando los estándares internacionales pone en grave riesgo al Centro Histórico de Saltillo, en particular, y al resto de ciudad en general. Ni siquiera la dirección de Protección Civil municipal funciona.
Habitamos en una ciudad en la que las autoridades restringen los apoyos al cuerpo de bomberos por cuestiones personales, y las obras se hacen con base en negocios particulares y ocurrencias de juniors ambiciosos. Es increíble y lamentable que a ninguno de los presidentes municipales que abrieron las calles del primer cuadro de la ciudad en la última década, como Victoria, Aldama, Allende, Obregón y antes, Hidalgo, Zaragoza y Bravo, entre otras, se le ocurriera que se necesitaban incluir una red hidrantes nueva y no sólo incluir los sobreprecios de los proyectos.
En una ciudad en la que el tandeo del agua es la norma. Que la pésima tubería pierde el 40 por ciento en fugas. Y que el desastroso sistema de hidrantes está conectado a esa deteriorada red del agua potable, las cosas se complican más. Eso es una grave irregularidad, consideran los expertos consultados. Las Normas internacionales establecen la colocación obligatoria de un hidrante cada 200 metros. De las 87 tomas para siniestros existentes en el primer cuadro, sólo 20 podrían funcionar. Eso, en el caso de que ese día haya agua en las tuberías. Es decir, si Jordi Bosch quiere.

La red de hidrantes de Saltillo nació muerta. No tiene su propia línea de agua independiente, alguien tuvo la ocurrencia de instalarla en la red normal del agua potable, revelaron las fuentes consultadas quienes agregan que desde hace años se ha insistido en la necesidad de reconstruirla. La capital de Coahuila tiene una larga tradición de capacitación de cuerpos de bomberos y protección civil desde mediados del siglo pasado, cuando las empresas del Grupo Industrial Saltillo y la International Harvester se ocuparon en constituir sus brigadas. Luego, vinieron una serie de voluntarios y posteriormente, profesionales que se capacitan en colaboración de la corporación de Austin Texas.

Los camiones de nuestra ciudad se adaptan mejor al sistema norteamericano de hidrantes, explican los expertos, ya que al conectarse se succiona el agua con alta potencia. Del hidrante, el líquido no sale a presión, hay que succionarla desde el camión para luego poder bombearla hacia los lugares del incendio con alcances de hasta cinco pisos de altura. Las redes de hidrantes se hacen para surtirse de agua en cantidades suficientes en una emergencia, ya que las pipas se agotan rápidamente.

Al succionar las bombas de los camiones de los apagafuegos, en las tuberías, a través de los hidrantes se genera un potente efecto de vacío que comprime las paredes de dichas tuberías. Así que éstas deben estar en buen estado y completa- mente abastecidas de agua. Con los tubos semi vacíos la red corre el riego de colapsar y en el caso de las de Saltillo y las del Centro histórico existe un gran riesgo de derrumbe por su avanzado deterioro. Si los bomberos usaran esa red y la dañaran, la reparación sería muy costosa y los contratiempos también serían enormes. La red de agua potable del primer cuadro quedaría inutilizada por estar conectada al sistema de hidrantes y ser de mala calidad.

La hermosa la casona de la familia Cepeda Dávila no pudo ser salvada del incendio que la consumió, porque la red de hidrantes del Centro Histórico de
Saltillo no funciona, es incompleta y obsoleta.

Los bomberos actualmente no son los indicados para revisar y dar mantenimiento a la red de hidrantes existente, por la sencilla razón de que no son los dueños de la misma, explican los especialistas. El dueño aparente es Aguas de Saltillo y a ellos correspondería mantenerla en buenas condiciones, operando y que cumpla los estándares mundiales. Los bomberos no cuentan con presupuesto para hacerlo. Aguas de Saltillo debería hacerlo, pero para eso hace falta que un alcalde demuestre su autoridad. Los catalanes les tomaron la medida a los políticos locales desde hace años.

El experto prosiguió enumerando detalles para la óptima operación: las válvulas deben estar en prefectas condiciones, las tuberías deben cumplir las normas y no estar dañadas y se deben mantener permanentemente llenas. Estas instalaciones deberían estar también en los fraccionamientos, con depósitos centrales, ahora que hay excedentes de agua tratada es posible hacerlo, pero ésta se desperdicia tirándola a los arroyos y de paso se le hace un favor a la empresa, AISSA, del Grupo Industrial Saltillo, y los ex alcaldes Rosendo Villarreal, Manuel López y su hermano Isidro quienes construyeron su propia planta con agua gratis por 99 años y que sí la comercializan.

Es evidente que los fraccionadores, amigos, socios y parientes de los presidentes municipales no quieren gastar en colocar hidrantes y depósitos antiincendios en los fraccionamientos. Ellos sólo piensan en las ganancias antes que en la calidad y la seguridad de los ciudadanos y sus clientes. La mayoría son la misma cosa: a veces son fraccionadores, a veces son políticos y consistentemente son malos servidores públicos.

A sólo unos días del siniestro de la casona de la alameda, estuvo en la ciudad el Mayor de Austin a quien se le presumió la belleza de nuestro Centro Histórico. Sin embargo, el presidente municipal Manolo Jiménez, a pesar de estar a unas cuantas cuadras, no lo llevó a conocer la alameda, para que no viera los restos del incendio. El texano seguramente hubiera preguntado por qué se consumió el edificio y que pasó con los bomberos que se entrenan, y que se equipan frecuentemente con los apagafuegos de la capital de Texas. Ni modo de confesarle que en Saltiyork se gasta el presupuesto en ampliar los bulevares que conectan a los fraccionamientos y desarrollos habitacionales que habitan, construyen y venden los ex alcaldes, sus familiares y sus socios. Además de construir un Torreoncillo, feo como regalo a Saltillo.

Al gobierno municipal le llegó la urgencia de concesionar a particulares más servicios. A lo largo de las décadas eso ha mostrado ser un gran negocio de pocos, con pésimos resultados para los saltillenses. Ahora están pasando a manos privadas el servicio de alumbrado público con 60 mil lámparas, Isidro también lo hizo, pero ahora traen otros datos y otro proveedor, claro. También quieren concesionar 3500 parquímetros para exprimir a los automovilistas y convertir las estrechas calles en estacionamientos estrangulando las vialidades. Esto significará más multas y moches por supuesto, además de los ingresos y comisiones de los negocios involucrados.

El contrato con Aguas de Saltillo encierra muchos misterios respecto al reparto accionario de la parte privada. Los catalanes se gobiernan solos, nadie se atreve a contradecirlos, cobran en base en estimaciones, destruyen pavimentos y se les fuga y desperdicia el agua. Jordi Bosch, el encargado, les echó la culpa a los bomberos de las deplorables condiciones de los hidrantes. Es momento de revisar las cláusulas de los contratos respecto a quien corres- ponde la instalación, ampliación y mantenimiento de la red de hidrantes y que los peninsulares se hagan responsables.

A los concesionarios de taxis se les premia por sus sucias y deterioradas unidades con aumentos de tarifas, claro, otra vez los juniors, los empresarios, los ex funcionarios, políticos y sindicalistas son los dueños, lo mismo del transporte público y del industrial. El negocio de los taxis es de más de mil 800 millones de pesos anuales, el de las rutas urbanas es de más de 2 mil millones y del transporte industrial es de más de 300 millones anuales. Por esto, los funcionarios, síndicos y regidores han sido tan dóciles tradicionalmente aprobando todo.

Así, se explican muchas fortunas y los grandes terratenientes urbanos locales, ahora convertidos en fraccionadores. Con honrosas excepciones, busquen un constructor, un fraccionador, un tapa baches, un concesionario y encontrarán a un ex presidente municipal de Saltillo, a sus socios, a sus ex funcionarios y sus familiares. Ahora, casi seguramente ostentan la etiqueta de empresarios en su perfil del Facebook.

jjjeee_04@yahoo.com