Adolfo Olmedo Muñoz.
“Es probable que en el seno del PRI se configuren tres tendencias principales: La de los pusilánimes; la pusilanimidad es una enfermedad moral que en la política acaba por arruinar a todos, pues hace que para salvar el plazo inmediato se cedan hasta los principios. La de los duros, que esperan que el maximalismo real o táctico, devore a los opositores. Y la de los pluralistas, que reconocen la nueva realidad política, miran el largo plazo nacional, y buscan arribar a los consensos esenciales en los que se asienta toda democracia de partidos”
José Francisco Ruiz Massieu.
Con cierta frecuencia he hecho alusión a la sabiduría de los viejos políticos que tenían que recorrer un largo trecho de estudios y formación vivencial, no sólo política, que era como un apéndice de la previa formación como profesionales de diversas carreras, que les habría de servir para un óptimo cumplimiento en los más caros objetivos de la función pública, según el área en que se desenvolvieran. Incluso, había humanistas tan completos en varias ciencias, que eran ejemplo por seguir sobre las generaciones que ascendían desde clubes de oratoria, y desde luego su formación universitaria a partir de la preparatoriana.
Muchos son los errores que hemos cometido los mexicanos, pero uno se ha revelado de la manera mas dolorosa y vergonzante, y que se refiere a la mediocridad con que contemplamos la historia de nuestro país. Quizá por una vergüenza endémica que se ha registrado en el subconsciente del mexicano, tratando de cubrir, ocultar, esconder, o cerrar los ojos, para no reencontrarnos con felonías, traiciones, cobardía y falta de unidad nacional ante ataques impunes de naciones extranjeras, con la participación algunas de ellas, de inmorales “connacionales”.
La soberanía de nuestra nación ha sido muy difícil de sostener incólume, merced a la inter- vención, directa o indirecta, de países poderosos, que codician descaradamente la joya que representa nuestro territorio y nuestra cultura atávica. Pero por encima de muchas otras calamidades, nos acosa la voracidad de los “paladines de la democracia”, los Estados Unidos de Norteamérica, que no han tenido empacho en aprovechar, a la menor oportunidad, para cebarse sobre nuestras debilidades; la principal de ellas, la ignorancia, para sacar jugosas ventajas.
A pesar de ello, nuestra historia se ha venido enriqueciendo, gracias a la presencia activa en la política de destacados ideólogos. No quiero anteponer axiológicamente a Porfirio Muñoz Ledo, pero entra a colación de su reciente homenaje pretextando su cumpleaños, para reconocerle su calidad de destacado ideólogo del priismo; un Francisco José Mújica, general revolucionario, amigo y consejero del General Lázaro Cárdenas; o qué decir de su antecesor Plutarco Elías Calles, también ex general revolucionario, así como una cauda de hombres y nombres. Ninguno inmacula- do, pero todos ellos aportando, por pequeño que haya sido su aporte, un grano de arena para el avance de este país.
En mi comentario de hoy, he querido suscribir algunas definiciones que hiciera un controvertido cuanto temido político guerrerense, José Francisco Ruíz Massieu, asesinado el 28 de septiembre de 1984, sobre la constancia, inteli- gencia y astucia -para no ser reprimidos militarmente por los norteamericanos- con que ha venido desarrollándose para lograr lo que el insigne maestro Pablo González Casanova compendió en su libro: La Democracia en México.
Pero en una visión de principiante, que en lo particular es una piedra angular de la anhelada estructura de la Nación Mexicana, Ruíz Massieu esbozó, ante la ya inminente era de globalización que se generalizó en los noventas del siglo pasado, algunos de los rasgos importantes para la moderni- zación de la política.
El o los operadores de la nueva política mexicana deberán tener en cuenta LA ESCASEZ. Se debe manejar la hacienda pública con perspicacia y planeación (El anti azar), así como una política económica (El anti dilema), para administrar recursos escasos, compatibilizando demandas en competencia. Esto es, no darle la espalda a ningún estrato político o social a fin de sostener un clientelismo.
La oposición.- El hombre de la nueva políti- ca deberá contender con la oposición beligerante y ascendente, que participa ya en el poder público cuidando sus intereses partidistas, pero sirviendo en todo momento a los intereses nacionales, y construyendo con los opositores consensos esenciales. Sin imputar, genéricamente, conductas licenciosas sin pruebas de cargo.
La pluralidad.- Ruíz Massieu señaló puntualmente que: “la democracia puede verse como un proceso permanente de diferenciación que la hace un sistema plural. En la nueva política, la armonización de intereses legítimos en pugna no tiene sucedáneo, y ello exige hombres que no confundan principios con dogmas, ni convicciones con terquedad, ni afiliación con secta”.
En ese catálogo escrito sin destinatario cierto, pero con una gran visión de futuro, Ruíz Massieu dijo también, con relación a la Concertación que: La escasez de recursos y la necesidad de reorientar y acelerar el desarrollo, se reclama concertación para renovar -permanentemente- el pacto social, y echar a andar proyectos de beneficio nacional con el concurso de los sectores que componen el país. Glosó su comentario con una parábola al estilo de “aquellos políticos”. “En la vida política, la discordia llega al primer descuido, en tanto que la concordia activa requiere de negociadores pacientes, templados y con piel dura”.
Todo lo anterior es solo parte de un libro editado por la Universidad Autónoma Juárez, de Tabasco cuya autoría es del abogado y mentor por un tiempo en la propia universidad, quien con una gran agudeza hizo la radiografía de las inquietudes de quien fuera un destacado político priista, oriundo de Tabasco, el Dr. Jaime Sánchez de la Fuente nos deja un testimonio muy fiel de lo que fueron (y que los hay todavía, pero están asustados) los viejos políticos.
Sin duda el asesinato de José Francisco Ruíz Massieu, marcó el fin de una era; junto con otros acontecimientos contemporáneos, entre los cuales destaca mucho más el crimen infame de Luis Donaldo Colosio. Es indudable la nefanda sombra de Carlos Salinas de Gortari, como la de sus delfines que, sobre todo uno, Ernesto Zedillo Ponce de León, terminaron la reiterada lapidación del Partido Revolucionario Institucional.
El futuro por venir, sin lugar a duda tendrá que, como en la película de Steven Spielberg, volver al futuro en el pasado. Una vez que pase el “cuatrote”, ¿no cree usted?
Aunque parece una tarea más que difícil ante el empobrecimiento que revelan los cuadros del priismo en todo el país. Hoy cualquier “Jesusa Rodríguez” tiene más penetración en los medios, que los viejos ideólogos del revolucionario institucional.
Hoy los mediocres “chaqueteros” políticos del tricolor que como saltimbanquis saltaron, son parte de un régimen faccioso.