Luis Fernando Hernández González.
“La corrupción no es una política de estado, es sí, una obligación de estado atacarla y procesarla”
Los esquemas cerrados del actual régimen, nos trasladan a experiencias dolorosas, reveladoras de contradicción, desconfianza y rechazo en amplios sectores de la sociedad al ser eventos los cuales ya en épocas pasadas han trascurrido en la vida del pais.
No es el alentar quienes están conmigo y quienes son los que están contra mí, como el propio presidente en distintos foros lo ha manifestado, olvida que su función como mandatario de la nación es el alentar la cohesión y unión entre mexicanos para la búsqueda irrenunciables del orden y la prosperidad, nunca como lo hace él, provocar la confrontación que raya en la inquina y el odio entre compatriotas.
Ha tan solo unos días de que nos informara a los mexicanos el señor Presidente de sus logros en el crecimiento económico, de los dispositivos de seguridad pública, del triunfo en salud al domar la pandemia, de las tareas entusiastas en la gobernabilidad política y en sus distintos grados de desarrollo social y productivo, como miembros activos de la sociedad no deja de sorprender su entusiasmo, el cual amplios sectores de la sociedad ni ven. Ni aprecian, ni constatan y ni aprueban, pues todo se convierte en una quimera discursiva que no se alcanza a comprender en amplios sectores de la sociedad.
Las expectativas de esperanza como pueblo y sociedad definitivamente no se agotan en el conjunto de nuestra sociedad aun cuando hayan trascurrido cinco siglos de distancia, lo vemos en la sumisión de nuestros primigenios guerreros y belicosos aztecas, ante la llegada de los españoles, al no oponer resistencia y si una actitud de sumisión a la que los mismos cuerpos del ejercito del monarca Moctezuma Xocoyotzin se le revelan por su entrega y cobardía.
Nos narra la historia que nuestros antepasados originales tenían la esperanza de que las cosas cambiaran y en beneficio de los integrantes de su sociedad, generando para ellos un mejor nivel de situación y por consecuencia una estabilidad personal y familiar que les hiciera tener mejores condiciones en su vida de guerreros, cosa que lo sabemos nunca sucedió por el contrario fueron humillados, afrentados, desposeídos, intimados y esclavizados.
Secuencias de comportamiento que se repiten en distintos pasajes de la historia nacional, donde una sociedad apática e inculta, con un alto grado de analfabetismo cívico solo nos da muestra de su creencia inspirada en la esperanza fe religiosa, alejada del compromiso en cuanto las causas y formas públicas y sociales, sin buscar que las cosas cambien y que con ello se reditué algún beneficio que traiga consigo un mayor bienestar y estabilidad en las personas, en las familias y en la sociedad en su conjunto.
Al parecer las experiencias que también nos relata la historia en las que se configuran esfuerzos y luchas de esta misma sociedad en diferentes etapas nos muestra su arrojo, su lucha de sangre, sudor y lágrimas como nos diría el clásico, para ilustrar sus distintos y variados, momentos en sacrificios.
La pregunta que hoy nos podríamos hacer como integrantes de esta sociedad mexicana, cual es la experiencia asimilada que no hemos querido aprender de las lecciones de la historia, pues hoy es reveladora esa historia, pues toda vez de instrumentar mejores y modernos esquemas de comportamiento civico-político, olvidamos de actuaciones y experiencias que ha nada nos han llevan como lo vemos en la actualidad en la vida pública de la nación, al no corregir con responsabilidad nuestro inmediato pasado y al no sentar las bases de una sociedad progresista y moderna que exigen las condiciones del mundo en este tiempo.
Ha tan solo unos días de que informara el Presidente, de sus logros en el crecimiento económico, de los dispositivos de seguridad pública, del triunfo en salud al domar la pandemia, de las tareas entusiastas en la gobernabilidad política y en sus distintos grados de desarrollo social y productivo, como miembros activos de la sociedad no deja de sorprender su entusiasmo, el cual amplios sectores de la sociedad ni ven, ni aprecian, ni constatan y ni aprueban, pues todo se convierte en una quimera discursiva que no se alcanza a comprender.
De que nos hablara el señor presidente a los mexicanos de sus “logros” cuando las contradicciones se agudizan tanto en las variables políticas, como en las administrativas, al surgir alianzas federalistas por la misma cerrazón de una autoridad que ni ve , ni oye, ni atiende, ni aprecia, las demandas de millones de mexicanos que caen en la desesperación y en la angustia al no ver atendidas sus variables de crecimiento, desarrollo en su calidad de vida en la búsqueda del bienestar general a que todos tenemos derecho.
Al ser el único dueño de la verdad absoluta el mismo presidente genera contradicciones con los ciudadanos, periodistas, editorialistas y comunicadores, inversionistas, empresarios, deportistas, políticos y gobernadores.
Y mire usted si no, cuando los gobernadores de las entidades del país declaran enfáticamente después de más de 7 meses de insistir en diversas instancias sobre la necesidad urgente de un encuentro con usted, Sr. presidente, los gobernadores seguimos listos y comprometidos para colaborar en salvar nuestro país de esta crisis de salud. Se dice que nunca es tarde, pero reconozcamos con tristeza que esta vez sí vamos muy tarde con decenas de miles de familias que han perdido a un ser querido por este virus, puntualizó la Alianza Federalista.
¡Ante esto, desafortunadamente la respuesta del gobierno federal es la misma …Nada!