Fernando Rangel de León.
Nunca, en ningunas otras elecciones como éstas que culminarán el próximo domingo 6 de junio, las autoridades electorales habían aplicado tan “draconianamente” el derecho para negar el registro a candidatos de un partido; es decir, con interpretaciones a la ley como si estuviera escrita por sangre y no con tinta, y criterios marcados más por la destrucción que la construcción; en este caso la edificación de la democracia.
Pues la diferencia entre el derecho y la política es que en el primero las reglas son escritas y en la última las reglas no son escritas y en las cuales se vale de todo, hasta de lo inmoral.
Ese partido, al parecer, es el partido a vencer por esas autoridades electorales, los demás partidos, los medios y articulistas.
Parece ser que esos candidatos y ese partido, a quienes se les negó su registro, subestimaron el derecho al no cumplir al pie de la letra lo que les ordenan las leyes electorales, y creyeron que los funcionarios electorales les iban a tener alguna consideración por ser el partido en el poder federal; resultando todo lo contrario.
Esta es una lección que la 4T, debe de aprender no solamente en lo electoral sino también en la administración pública, centralizada como lo son las Secretarías de Estado y descentralizada como el IMSS, y desconcentrada como el ISSSTE; para que sus funcionarios se esmeren en prestar el mejor servicio público, y no los estén criticando los medios y los articulistas; por eso debe de evitarse que en esas instituciones haya saboteadores, como los hay y bien enquistados.
Se debe de tener presente que la ignorancia del derecho no exime su cumplimiento; pues para eso hay abogados; como hay médicos para las enfermedades.
Tan sencillo que es cumplir con la ley, haciendo, en tiempo y forma, todo lo que ella ordena en sus normas, las cuales son contenidos de conducta o comportamiento a seguir.
