Delfina Gómez, clases presenciales

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José C. Serrano Cuevas.

Como nueva titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), a Delfina Gómez Álvarez le corresponde coordinar el regreso presencial a clases en los estados que permanezcan en semáforo verde por Covid-19.

Expertos en la materia han advertido que la secretaria debe establecer un esquema integral que permita a los planteles estar en condiciones óptimas para recibir a la comunidad educativa; dar prioridad a la aplicación de una ruta para una evaluación diagnóstica que permita conocer los rezagos de los estudiantes; le recomiendan dar a conocer de qué tamaño es el problema de la deserción escolar.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está urgido por la reapertura de las escuelas; sin embargo, otras visiones más sensatas advierten que los procesos de vacunación a docentes y la semaforización positiva en algunas entidades hacen pensar que este regreso presencial no debe darse apresuradamente, porque abrir las aulas es una actividad que se debe realizar de manera quirúrgica y con un cuidado y organización puntuales, pues el panorama no es sencillo.

En México existen poco más de 36.5 millones de estudiantes de escuelas públicas y privadas, más de dos millones de docentes y, aproximadamente, 12 millones de acompañantes educativos. Esta población representa más del 40 por ciento de los habitantes del país. Al abrirse de nuevo los centros escolares, regresarían a la calle, poniendo en riesgo su salud y la de sus familias. La crisis de salud no ha sido controlada del todo.

Ante ello es necesario reconocer que vivimos en medio de una crisis sanitaria y educativa. El regreso a las aulas no es fácil, ya que también deben revisarse las condiciones físicas de las escuelas, pues muchas no cuentan ni con los elementos mínimos para su funcionamiento como energía eléctrica, agua potable o presupuestos definidos para adquirir productos de limpieza fundamentales.

Delfina Gómez Álvarez siempre le ha sacado la vuelta al tema de los modelos pedagógicos; a ciencia cierta no se sabe por qué senderos enrumbará las acciones que está obligada a cumplir.

En el horizonte del panorama educativo aparece el libro El fin de la educación. La escuela que dejó de ser, cuyo autor es Xavier Massó Aguadé, licenciado en filosofía y ciencias de la educación con especialidad de antropología social y cultural.

En dicho texto, el educador catalán, defiende que el sistema educativo en el contexto universal ha terminado por segmentarse como si de un bien de mercado se tratara, fruto de las múltiples reformas legislativas que han llevado a la educación a derivar en su actual mercantilización.

En varios países y, México no es la excepción, se han instalado diversos y hasta divergentes modelos pedagógicos: verbalismo, conductismo, constructivismo, etcétera. Un modelo pedagógico establece los lineamientos sobre cuya base se reglamenta y normatiza el proceso educativo, definiendo sus propósitos y objetivos: qué se debe enseñar, jerarquización, continuidad y secuencia de los contenidos educativos.

Massó dice que la escuela debe funcionar de acuerdo con el mercado laboral, pero al margen de él. Por un lado, debe actuar para que alguien pueda ganarse la vida profesionalmente en el futuro, pero también aportar contenidos que lo construyan como ciudadano. «Estamos formando personas, no meros operadores. Si no los proveemos de ese fondo cultural desde la escuela, los estamos estafando».

El libro en comento está integrado por tres partes: Educación, finalidad y función; Límites y dominio, la deconstrucción del sistema educativo y, El final de la educación. Un total de 22 capítulos.

A la prisa de las clases presenciales la titular de la SEP debe aparejar el estudio de los modelos pedagógicos. Material de estudio existe en abundancia. La obediencia al jefe de la 4T no basta para robustecer el Sistema Educativo Nacional.