Javier López Medina.
“Viven juntos, sin rey, sin autoridad
y cada uno es un señor en sí mismo”.
Américo Vespucio.
La belleza, la amistad, la inocencia, el bien común, la naturaleza, los animales, el sol, la luna las estrellas y la barbarie. fueron las cosas que se encontraron en el mundo nuevo. Lo más cerca al paraíso. Dijo Vespucio.
La obra un Mundo Nuevo, son dos cartas, la primera de Pêro Vaz de Caminha sobre el descubrimiento de Brasil, fechada en 1500 y la segunda de Américo Vespucio sobre el descubrimiento de un Mundo Nuevo, fechada en 1502.
En la primera carta de Pêro Vaz de Caminha, describe los hombres y las mujeres desnudos con cuerpos bien “dibujados” viviendo en armonía con la naturaleza. Ausentes de pudor o malicia.
Hombres bien proporcionados, de color rojizo, cabellos lacios negros y sedosos como los de los caballos, “buenos rostros, buenas narices, bien hechos” con piedras en los labios, los pómulos o las orejas.
Hombres armados con arcos y flechas para la caza, dispuestos a entablar amistad, ayudar en las actividades de los extraños, aprender a rezar, bailar, danzar, reír, jugar, cantar.
Hombres y mujeres limpios de sus cuerpos, fuertes, frondosos, saludables, sin impurezas ni enfermedades.
“Sus cuerpos son tan limpios y tan hermosos y tan gordos que no podrían ser más hermosos de lo que son”.
Por su parte, Américo Vespucio en su carta, narra con lujo de detalles el Mundo Nuevo, expresa en su narración, un profundo conocimiento en la ciencia de la navegación marítima, las matemáticas, la geometría, y la trigonometría.
Frente al descubrimiento no hubo confusión, concluyó con rapidez que estaba frente a un Mundo Nuevo, un continente, lo que veía eran países; y el nuevo continente era una cuarta parte de la tierra.
En su recorrido por el Nuevo Mundo:
Describe las buenas relaciones que entablaron con los pobladores del mundo nuevo, los cuerpos desnudos, la estética de su cara y sus cabellos, su conducta afable y amistosa y su ausencia de pudor.
Relata de una manera atroz tradiciones de los habitantes del mundo nuevo, que trascendían los límites de la razón: sexo y salvajismo.
Se asombra de la forma de vida de los nativos, donde la propiedad privada, el comercio y la autoridad no existen. Todo es propiedad comunal.
Se maravilla con la naturaleza, los animales, los frutos, las plantas medicinales, los cuerpos sanos, perfectos y hermosos. Y compara todo ello con el paraíso.
Al ver los esplendorosos colores de los pájaros, animales y papagayos, expresa: “Y creo ciertamente que nuestro Plinio no haya tocado la milésima parte de las especies de los papagayos y del resto de los otros pájaros e igualmente animales, que están en aquellos mismos países, con tanta diversidad de figuras y de colores, que Policleto, el artífice de perfecta pintura abría de fracasado en pintar a aquellos”.
Se fascina de las tierras fértiles, la abundante agua, los árboles, el cielo, y las estrellas brillantes. Ver en el día al mismo tiempo el sol y la luna lo embelesa.
Al final de su empresa, Vespucio le pide a Dios fuerzas para volver a la patria y le pide vida para tener el tiempo suficiente para escribir todo lo que vio y escucho en el Mundo Nuevo.
La obra se divide en dos grandes temas:
- Presentación de la carta de Pero Vâz de Caminha sobre el descubrimiento de Brasil.
- Presentación del Nuevo Mundo.
Los dos personajes coinciden en descubrir un mundo de fantasía. Nunca antes visto en ningún otro lugar del mundo conocido. Sus cartas son dos “fotografías” escritas.
*Esta reseña se escribe en el marco de los 500 años de la conquista. Que se cumplirán el 13 de agosto del 2021.