Profesor Evaristo Velasco Álvarez.
Toneladas de papel y ríos de tinta se han invertido en intentar describir la realidad entre los conquistadores ibéricos y nuestros ancestros originales americanos. Y hablo de los mexicas, los purépechas, los tlaxcaltecas, los incas, los mayas, los zapotecos, los onas, los otomíes, los siux, los pieles rojas, los apaches, los huicholes, los mixtecos, etc., pero también hablo de los castellanos, los aragoneses, y todos los pueblos que vinieron en 1492 a una tierra que ya había sido visitada por algunos otros pueblos, como los vikingos (Erick el Rojo), ibéricos (Américo Colón), y otros que la historia no registra, pero que los hechos y los artefactos y monedas dejados en tierras americanas pueden constatar.
Por lo mismo este espacio no pretendo convertirlo en otro más, sino en intentar dejar en claro que la movilidad humana es algo tan natural que ha existido desde el principio de los tiempos; mejor que eso, pretendo dejar en claro algunas verdades que son muy obvias:
- La llegada de Colón y los navegantes que le acompañaron en su “aventura”, eran navegantes experimentados que sabían de la existencia de nuevas tierras, aunque no sabían exactamente las condiciones de estas, porque no conocían ni a los pueblos originarios, ni la conformación social, ni los acuerdos territoriales y comerciales entre ellos, ni los adelantos en ciencias como la medicina, la arquitectura, el gobierno, la agricultura, la pesca, etc.
- Los conquistadores no tenían una clara idea de lo que encontrarían de riquezas en América, pero claro que venían con la intención de conquistar, dominar, gobernar estas tierras y a sus habitantes, “porque el Papa Alejandro VII, decidió que era necesario que los aborígenes fueran evangelizados y convertidos a la verdadera fe”. O sea que ni siquiera consideraron personas a los habitantes de la América precolombina.
- Los conquistadores no vinieron solamente montados en caballos (animales que los nativos no conocían), sino también en la viruela, la sífilis, las malas costumbres de higiene personal, el aire de superioridad y el nulo respeto por las costumbres nativas, además de una sed inagotable de robarse el oro y las maravillas artísticas de nuestros ancestros.
Ahora bien, en apego a la justicia, diremos también que:
- Ellos nos trajeron una lengua que unificó a todo el continente, aunque los pueblos originales conservaron la propia.
- Nos enseñaron un sistema de gobierno diferente.
- Nos trajeron nuevas formas de relación entre los habitantes, en donde se prohibieron los sacrificios humanos (aunque los conquistadores trataron a los nativos como esclavos), y el desprecio a los no europeos.
- Y aunque fue impuesta con sangre y abusos, nos dejaron una religión que en sus ideas es todo amor y cariño y apoyo, en la realidad resultó el pretexto para esclavizar y dominar al pueblo; por eso se dice que trajeron la cruz, pero también la espada.
- Trajeron muchos otros animales que formarían una mejor dieta para todos, como el cerdo, la cabra, la vaca, el caballo, el asno, la gallina y otros más. Así mismo ellos conocieron animales como el xoloscuintle, el guajolote, la llama, la alpaca, etc.
- Mientras que ellos consolidaron también una patria a la que llamaron España, porque antes solo eran un puñado de diversos reinos, donde todos se peleaban contra todos. Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se atrevieron a conquistar la grandeza y lo lograron con creces. Ahora España es una patria que, con sus sin embargos, está unida.
La verdad es que la unificación de los pueblos americanos, aunque se conservaron los originales, nos dejaron grandes ciudades interconectadas entre sí, y con el viejo mundo. Y expreso que nunca vamos a sanar si continuamos odiando a los actuales españoles, porque el odio solo genera odio y malestar. No nos corresponde a nosotros personar a nadie, porque nosotros no somos ni fuimos ofendidos. Somos mestizos porque la naturaleza humana generó esta situación. Sin embargo, tanto los gobernantes actuales de España y quien dirige ahora el papado, sí deben hacerlo porque son los representantes de aquellos.
Hagamos nuestra la obligación del hermanamiento de los pueblos y de los humanos que viven en todas partes, porque todos somos los habitantes de la misma casa, llamada mundo, si queremos en realidad vivir en armonía y en la esperanza de la raza cósmicas y del hombre universal, para ¡Que viva México!
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