José C. Serrano Cuevas.
El viernes 8 de octubre apareció en medios informativos, la pregunta externada por el presidente López Obrador: «¿Por qué se demoran las universidades en el regreso a clases?» El énfasis se cargó hacia las escuelas públicas.
Insistió: «¿Por qué razón? ¿Está muy cómodo para quien está recibiendo su dinero y está en su casa y no corre ningún riesgo? ¿Y nos vamos a acostumbrar a eso? Todo eso significa atraso», advirtió.
Recalcó que si ya se vacunó a los maestros y ha quedado de manifiesto que no hay riesgos graves frente a la pandemia y la vuelta a clases, no hay razón de que las instituciones de educación superior sigan con clases a distancia, de ahí que hizo un llamado para abrir las escuelas, porque, además, «es tóxico, enajenante estar sometido a los sistemas de internet» y su filón mercantilista.
Luego del «llamado» del Presidente a las instituciones de educación superior a regresar a clases presenciales , la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) reiteró que ya prepara un retorno «gradual, responsable y cuidadoso».
En tanto, la Universidad Nacional Autónoma de México, (UNAM), inició desde hace dos semanas «de forma muy pausada y escalonada», el regreso a algunas actividades en sus escuelas y facultades,
Las instituciones de educación superior suspendieron sus actividades presenciales desde marzo de 2020, y a partir de entonces iniciaron con trabajos a distancia, utilizando diferentes plataformas de internet. El presidente debe matizar sus dichos: no toda la población de 18 a 29 años ha recibido la inoculación contra Covid-19; tampoco las y los docentes se tiraron en el sillón a rascarse la barriga.
El círculo cercano del presidente López Obrador está conformado por una cáfila de embusteros, quienes entonan a los oídos del mandatario el canto de las sirenas. Hasta donde se conoce no hay uno solo que le comente que, en la UNAM han operado, en momentos distintos, desde hace décadas, la Coordinación de Universidad Abierta y Educación a Distancia (CUAED) y el Sistema Universitario Abierto y de Educación a Distancia (SUAyED)
El sistema abierto es una opción educativa renovada en sus metodologías de enseñanza y evaluación. Los materiales y recursos didácticos han sido el principal soporte de conocimiento, éstos se estudian y analizan en los espacios dedicados en las asesorías presenciales con los docentes. Los alumnos asumen la responsabilidad de su aprendizaje para trabajar los contenidos de sus asignaturas por su cuenta, según lo marcan los programas de estudio.
La asistencia a la escuela o facultad está señalada por asesorías programadas regularmente; es viable la posibilidad de contacto presencial, telefónico y, en ocasiones, también vía electrónica: Existen diversas estrategias de calificación y ponderación para la evaluación, dependiendo de la escuela y facultad de que se trate.
Se requiere que los alumnos asuman los roles de compromiso y disciplina para el trabajo; habilidades de comprensión de lectura y manejo apropiado de windows, word e internet.
Tanto el CUAED como el SUAyED han procurado hacer más accesible la educación superior a quienes no pueden cursar sus estudios en tiempo completo. La acelerada aceptación social de las modalidades de educación superior abierta y a distancia, mediadas por las tecnologías informáticas, suscita la necesidad de valorar la opinión de sus egresados sobre la formación recibida, así como su relación con el mercado de trabajo.
Realizar un seguimiento sobre los egresados de las modalidades de educación superior no tradicionales, como es el caso de las licenciaturas, maestrías y doctorados tanto en su modalidad abierta como a distancia, es una tarea que, periódicamente, se realiza para conocer la pertinencia de los estudios que se llevan a cabo en estos entornos virtuales y, se rinden cuentas al respecto.
Las universidades públicas le harían un gran favor al inquilino de Palacio Nacional, enviándole las ligas de algunos portales que incluyen en su programación, la transmisión de testimonios de exalumnos de los sistemas de educación abierta y a distancia.