Luis Fernando Hernández González.
Generalmente los excesos de poder que son parte de la obsesión y de la soberbia conllevan a las cerrazones del orden jurídico y con ello a extremos dictatoriales, al ver suprimida bajo distintos matices la libertad en agravio a su realización como parte importante de los derechos humanos, razón por lo cual en una situación de desesperación los pueblos buscan a costa de su vida la emancipación de aquellos personajes que pretenden someterlos a sus designios de autoridad, cancelando las vías de progreso y dignidad en las que la mayoría de los sectores labran una superación permanente en la vida personal, familiar y de la misma sociedad.
Los signos más contemporáneos de esta actitud de supremacía emocional ante su pueblo, asumida como lo es de obsesión y de soberbia, la encontramos en las pasadas elecciones en los EEUU, cuando Donald Trump, no reconoce la pérdida de confianza para él, en el proceso electoral para reelegirse como presidente del pueblo norteamericano, ante Joe Biden, quien finalmente obtuvo la mayoría de los sufragios, llegando a tal su obsesión paranoica del señor Trump, de permitir la agresión a la sede parlamentaria en el Capitolio Legislativo.
Lo vemos también en Muamar Gadafi, quien es tanta su actitud hegemónica sobre su pueblo que se atreve a desafiar a las fuerzas occidentales de mundo, trayendo como resultado la liberación de Libia y su sociedad sometida por el dictador.
El ejemplo de sometimiento a la voluntad popular, a la democracia y a la cancelación de la libertad con la pérdida de derechos humanos, lo apreciamos hoy en día en aquel país, ayer rico y esplendoroso, como lo era Venezuela, hoy en día vemos como es sometido por una dictadura chavista encabezada por Nicolás Maduro, en donde sin escrúpulo alguno se ve violentado el estado de derecho y sometida la voluntad popular, al cancelar toda forma de protesta por esta grave situación que hoy se vive en aquella nación latinoamericana.
En México sucede algo similar cuando del recetario del acuerdo de la internacional populista de Sao Pablo, ser obtiene un formulario pro socialista de comportamientos que buscan confundir a la sociedad, bajo una quimera de justicia populista, misma que solo busca en la arrogancia discursiva, remediar a los pueblos en su desigualdad y pobreza, frente a un mundo que marcha sobre corredores de una globalización dinámica e informática extrema, dejando atrás sin dar lugar a ensueños ya liquidados en la historia y sacrificio de muchos pueblos.
Es así como el político del movimiento regenerativo, busca a toda costa afianzar su egolatría y poder al ser su discurso el mismo de confrontación, polarización frente a los humildes que en el tenían motivos de esperanza, y que la realidad tajante nos muestra en este tiempo los signos de mayor necesidad y penuria sobre los más pobres a los que buscaba rescatar, al no existir resultados que ataquen la necesidad y la pobreza personal, familiar, social y comunitaria de toda la sociedad mexicana.
Todo ello se traduce a promesas incumplidas y a un desencanto electoral que corroe las entrañas de quien muestra hoy en día el poder de la nación, solo basta esperar el gran tropiezo ante un referéndum amañado que los mexicanos detestan, y que la autoridad en su obsesión busca justificar a costa de la misma salud pandémica y física de niños, mujeres, grave situación de seguridad y signos de deterioro económico y de pobreza entre los ciudadanos .
Para algunos analistas, el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha caracterizado por tener un rol protagónico en la política mexicana en los últimos años, al buscar que él solo sea quien mueva la hoja del árbol, lo preocupante es que para muchas personas afines a su partido y por supuesto a las mieles del poder, lo consideran patrón y guía ideológico, que sin su tutela este pueblo no sería incapaz de existir.
Concluimos que es la soberbia de poder quien al sentirse más inteligente que el resto, no es el mayor pecado de los políticos, sino que al agregar una humildad que no se tiene resulta un verdadero galimatías de arrogancia de quien se siente más inteligente, mostrando la mayor imperfección que pueda poseer político alguno.
Por esa razón al caer el árbol deja de existir fruto; hoy di no a la revocación de mandato. la Constitución Mexicana es clara y son seis años de ejercicio presidencial.
Que la sociedad como soberana y auténtica mandante defina su destino y el de México en este 2022 y siempre.