La crisis de México

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Jorge Arturo Estrada García.

“El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres”.
 Platón.

“La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios
sino sobre las fallas de los demócratas”.
Albert Camus.

Los mexicanos pagaremos caro nuestra apatía política y cinismo, otra vez. Ya nada resulta en mejor calidad de vida para los ciudadanos. Aunque hayan cambiado los rostros y las disputas se hicieran más violentas; y que, además, la lucha por el poder también se hiciera más intensa y drástica la crisis asoma. México, irremediablemente, seguirá siendo un país rico e injusto. Las cosas van mal. En el mundo será un año muy difícil, y en México será de tormentas.

Actualmente, la soberbia de un líder, de un país enojado y desconcertado, aumenta su audacia para intentar conservar el control y establecer una etapa transexenal. Nuestra tolerancia, irresponsable, ante los excesos de la clase política del PRIAN-PRD terminaron por permitirles mutar en Morena, el inefable partido del presidente. Y, que ahora gobierna expansivamente.

Los anteriores gobiernos usaron a los pobres como bandera sin sacarlos de la marginación. Éste, los usa para sentar las bases de su Maximato aprovechando que sus contrapesos son débiles y las dirigencias opositoras son patéticas. Para encontrar la democracia se requirieron casi ocho décadas de arrancarle pedacitos de poder al PRI presidencialista y todopoderoso. Ahora eso se pretende borrar a golpe de retórica y acciones unilaterales.

La mitad del sexenio atrapó a Andrés Manuel en una tormenta pandémica, perdió la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión y la mitad de la Ciudad de México, también a la volátil, pero decisiva clase media. Su popularidad ronda un 60 por ciento que lo llena de soberbia, aunque esos datos surgen en un país en el cual uno de cada tres encuestados se niega a contestar los cuestionarios; es un nivel de rechazo de 33 por ciento que vuelve inciertos los resultados.

Esa soberbia, llegó en momentos difíciles para los ciudadanos agobiados, con los contagios arreciando y sin expertos encabezando la estrategia. Alcocer y Gatell ya fracasaron con sus primeros 600 mil muertos por COVID en las primeras oleadas. Momento difícil.

Así, sin científicos capaces, y con uno de los peores manejos de la pandemia en el mundo enfrentaremos la nueva oleada. Ya hubo vacunas, pero fueron administradas en forma desordenada y no exhaustiva. Seguimos ahorrando dinero para otras cosas, no se tienen previstas adquisiciones de vacunas de calidad para el presente año. La vida humana en nuestro país dejó de tener valor. Ya ni las estadísticas de ejecuciones, contagios y muertes conmueven a nadie.

El país entró ya a una espiral de crisis en muchos sentidos. Los ciudadanos están divididos, desconcertados, desgastados y sin esperanzas de mejorías en el corto plazo. El gabinete federal se caracteriza por sus incapacidades y ante eso el presidente optó por entregar cada vez más responsabilidades a las fuerzas armadas. Además, persiste su temor a que sus acciones transformadoras sean echadas al cesto de la basura en el futuro. Ya trabaja solamente con un propósito en mente: conservar el poder. Para ello, concentra recursos para aumentar sus acciones de distribución de dineros, acelerar sus obras insignia, desmantelar las estructuras democráticas y cambiar la constitución a su conveniencia.

Mientras, los pobres aumentaron cuatro millones en el 2021, una de cada cinco MiPymes quebró, la CDMX perdió 200 mil empleos y el país casi 800 mil. Ya íbamos mal, el crecimiento se había estancado, la inflación actualmente llega al 8 por ciento anual y podría saltar a dos dígitos. La proporción de mexicanos que no puede adquirir la canasta básica alcanza el 44.5 por ciento. Y, el presidente ya se metió a la dinámica de querer cambiar los controles del barco para salvar a su proyecto.

Así, lo que le molesta lo va desplazando, desprestigiando y desapareciendo. Ya cayó el Banco de México, la Corte se tambalea y el INE sigue bajo fuego. Está reconstruyendo al viejo PRI del siglo XX y reinstalándolo en el siglo XXI, globalizado.

Es la misma clase política, solamente más avejentada, más enriquecida y menos ilustrada. Los Chicago Boys los desplazaron en la década de los ochenta. Pero ahora, regresaron de la mano del tabasqueño que recorrió todos los infiernos e infiernitos del país para reclutarlos. La ideología nunca ha importado en México. Son solamente visiones del tlatoani en turno, limitadas o amplias, las que han definido el desarrollo mediocre de la vida nacional. También marcaron el destino de los mexicanos.

La clase política mexicana está desprestigiada y ha sido rebasada por la trepidante realidad. En el país del Sálvese el que Pueda, los clasemedieros intentan salvar su presente, mientras los sectores marginados se aferran a los programas sociales como tablita de flotación, ya ni siquiera de salvación. Divididos irremediablemente, sin acceso a información confiable y sin liderazgos íntegros y capaces, este enorme país se emproblema, cada día más.

La frágil democracia, las libertades incipientes y el precario estado de bienestar van siendo destruidos y socavadas. Eso es indispensable para establecer la nueva doctrina avasalladora de la Cuarta Transformación. El presidente es un apostador. Desafía a sus opositores desde su cima de soberbia y va ganando; mientras, el ciudadano cada día está más agobiado. 2021 no fue un buen año.

Así, seguiremos siendo uno de los 10 países que más riquezas generan sus habitantes anualmente. Aunque, a la par, la pobreza aumente cada año y la acumulación sea permanentemente exclusiva para las élites. El 2022 viene difícil. Con cautela transitemos por las tormentas.