- El presidente del PRI, Alejandro Moreno “ALITO” debería renunciar
- Preocupación por el “autoritarismo temprano” que ha tomado el país.
Jorge Martínez Cedillo.
Las actuales circunstancias de crisis por la que atraviesan todos los partidos políticos del país, frente al avasallamiento de Morena en el gobierno y en la preferencia de los electores, obligan a “echar toda la carne al asador” para competir con posibilidades de ganar la próxima contienda electoral por la Presidencia de la República Mexicana para el periodo de 2024 – 2030.
Hay preocupación en todos los sectores sociales, económicos, académicos y políticos de México, por el rumbo que ha tomado este país en lo que algunos llaman ‘autoritarismo temprano’ o, de plano, ‘dictatorial’ del presidente Andrés Manuel López Obrador, con una marcada tendencia a fortalecer su gobernabilidad en los próximos dos años y meses, que le faltan para concluir su periodo de gobierno.
En la atmósfera política –sobre todo en los partidos de oposición—se respira un aire de derrotismo por el comportamiento del propio presidente López Obrador, al “dar manga ancha” a sus llamadas “corcholatas” para que hagan campaña política sin esperar a que lleguen los tiempos normales de proselitismo político y de publicidad.
Y no mencionemos el triunfalismo de los secretarios de Estado, en este caso los de Gobernación, Adán Augusto López, y de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, así como de la gobernadora de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quienes hace unos días en Toluca, Edomex, desplegaron su “fuerza electoral para impresionar y desafiar con un supuesto poderío”, al gobernador de esa entidad, Alfredo del Mazo, con la mira puesta en 2024, aunque haya sido solamente “escaramuza”.
Sí, porque no existen candidatos de otros partidos y también porque alguien debe haberlos convencido de que “ahora o nunca” para empezar un movimiento anticipado y así llegar al “podio” antes que nadie, con el debido apoyo de recursos suficientes para animar la manifestación en su desplazamiento, (acarreados, pues) con uniformes y viáticos para 10 mil, transporte y equipos de sonido.
Y también porque, de acuerdo con los estatutos del Instituto Nacional Electoral, INE, no es legal absolutamente, “ostentarse como candidatos a la Presidencia de la República”, sólo porque los haya señalado el presidente López Obrador, como funcionarios de su gobierno, que gozan de sus preferencias “para la grande”, y así ha mencionado a otras y otros “de mentiritas”. “Todos ellos muy capaces y de primera”, repite cada vez que tiene oportunidad. Algunos críticos dicen que “solamente falto mencionar a Gatell y a Sheffield”. Uno, porque “no contuvo a la pandemia”, y otro, porque “la inflación está imparable”.
En otros puntos de vista sobre el futuro que espera a los partidos de oposición, hay comentarios en el sentido de que la alianza “Va por México” presenta vulnerabilidad a las críticas de sus contrarios, que son regularmente los aplaudidores y seguidores de “ya saben quién…”.
Se dice que los dirigentes de la alianza “Va por México” están “quemados”; que no les alcanzará el tiempo para ubicar a su candidato a la Presidencia de la República, cuando los de Morena todos los días hacen política desde años atrás, empezando por el presidente, los Secretarios, y la” hija política”, “estrella refulgente”, la gobernadora de la CDMX, Claudia Sheinbaum.
La crisis de los partidos de oposición, abona a que muchos crean que la alianza “Va por México” apenas tendrá tiempo de seleccionar a su candidato y convertirlo en competitivo, frente al demoledor efecto del Movimiento de Reconstrucción Nacional (Morena y sus ‘rémoras’, PT y Verde). Los partidos aliados, PRI, PAN y PRD (quieren también convencer a MC, aunque su dirigente Dante Delgado, “deshoja la margarita”) se dice que “sobre sus hombros” pesa un prestigio no apto para la importancia de una candidatura presidencial.
A Alejandro Moreno, “Alito”, le “han sacado sus trapitos al sol”, con el apoyo de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores. Él afirma que todo es inventado y que las declaraciones que le acreditan, son videos y sonidos “editados”; que nada es cierto, pero bueno… será necesario que renuncie a seguir siendo dirigente del Partido Revolucionario Institucional porque, en su terquedad, está arrastrando a los otros miembros de la Alianza.
El dirigente del PAN, Marko Cortés, corre también el riesgo de ser blanco de las investigaciones de la Fiscalía General de la República, la cual, en lo particular, también trae una serie de violaciones flagrantes al estado de Derecho, “que Dios guarde la hora”. Y finalmente, al PRD de Jesús Zambrano, Morena lo dejó “desnudo y chiflando en la loma”.
Vayamos al grano: si bien es cierto que quienes dieron su voto al partido Morena en las elecciones de 2018, en realidad son seguidores de López Obrador, se alebrestaron porque su candidato triunfó con un número de votos nunca antes visto, de unos 30 millones de electores.
Si comparamos esta elección con el marco de un padrón nacional del INE, de 100 millones de mexicanos con derecho a votar, los que sufragaron a favor de Morena solamente representaron casi una tercera parte; es decir, 30 millones. Los que votaron por otros partidos, totalizaron 20 millones de ciudadanos.
La lógica aritmética nos indica que solamente votó la mitad de los registrados en el padrón del INE y que, la otra mitad, simplemente no votó por diversas razones. Son muchas más de las que suponemos. Algunas de ellas: que ningún partido político cumplía con las expectativas de libertad, desarrollo socioeconómico equitativo; impulso a la educación en todos niveles.
El pueblo está cansado, exige que todos los corruptos sean encarcelados; sin impunidad, mejores servicios médicos para todos; combate y control de la contaminación, evitar el despilfarro económico… En fin, un gobierno honesto, con sabiduría para gobernar en un ambiente de seguridad nacional, y mantener el espíritu en alto en cuanto a no bajar la guardia a la hora de enfrentar al crimen organizado. Esta es la connotación de que los mexicanos sí sabemos lo que queremos. Nada de medias tintas…