La visita del presidente de México a Washington, tiempo perdido

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  • Coinciden analistas respecto de su gira por estados unidos.
  • La única reunión entre presidentes de los dos países, escasamente tuvo duración de una hora.

Pascacio Taboada Cortina.

La visita de Andrés Manuel López Obrador a Washington para reunirse con su homólogo norteamericano Joe Biden, abrió grandes expectativas sobre actualización de las relaciones diplomáticas y de intercambio comercial; de inversiones del país del norte en el nuestro y diversos puntos de acuerdo pendientes en cuanto a migración de mexicanos, centroamericanos y caribeños a esa nación, sin dejar de lado temas internacionales que aquejan a ambos países, de carácter económico -como es la inflación y las altas tasas de interés, en movimiento de capitales, etc.,-y avances en materia del Tratado de Libre Comercio.

La agenda de los presidentes “estaba cargada” de planteamientos, de propuestas para una relación más estrecha y positiva entre México y EU, con bases firmes de entendimiento y de relación recíproca, en particular a través del T-MEC y del flujo de inversiones de EU en México.

Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden

El ‘castillo de naipes’ se vino abajo desde temprano. Quien recibió al presidente de México a su llegada, fue la vicepresidenta de EU, Kamala Harris, quien invitó a la Delegación Mexicana a un desayuno, sin trascendencia de diálogo oficial.

Analistas afirman que, en este detalle, López Obrador se degradó. Y también porque fue hospedado, junto con su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, en el hotel Lombardy, de tres estrellas, contiguo a la casa que ocupó un antiguo presidente de Estados Unidos, de no buenos recuerdos para los mexicanos, James Monroe, quien sentó las bases en su famosa “Doctrina Monroe” que, en esencia, promulgaba la frase de “América para los americanos”. Esto, por si a los europeos -allá por 1822- se les ocurría intentar reconquistas en América, llámense de Gran Bretaña, de España o Francia.

Las cosas parece que no resultaron satisfactorias para México, a la luz de las   conclusiones y análisis de resultados. El ambiente que rodeó esta visita oficial, no era favorable para México, después de que el presidente López Obrador cumplió su amenaza de no asistir a la “Cumbre de las Américas”, en Los Ángeles, California, convocada por el gobierno de Estados Unidos, si no se invitaba a los mandatarios de Cuba, Nicaragua y Venezuela, a sabiendas de que, los tres presidentes de estos países, son dictadores auténticos.

Desde la perspectiva de la capacidad política de los gobernantes de México y de Estados Unidos, hay evidencias que saltan a la vista: en calidad profesional, humana y de procedimiento. El de EU, Joe Biden, doctor en Jurisprudencia, destaca por su trayectoria política por décadas en el Congreso de EU; vicepresidente de su país en dos periodos de gobierno. Y bueno, sin exagerar, “esa experiencia no la tiene ni Obama”, para parafrasear expresiones conocidas.

Podemos señalar que la visita de López Obrador a Washington, del 11 al 13 de julio, estuvo llena de contradicciones, de apuraciones en cuanto a la temática y al tiempo de las discusiones y conclusiones. La gira de trabajo fue programada por tres días. Sin embargo, la única reunión entre presidentes de los dos países, escasamente tuvo duración de una hora. No hubo tiempo ni de tocar con seriedad el tema de la migración de mexicanos, centroamericanos y caribeños, al vecino país del norte.

Es de señalar la ausencia del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quien días antes y durante esta gira, atendió compromisos diplomáticos en Corea e Indonesia, mientras que el embajador de México en EU, Esteban Moctezuma, enfermó de Covid 19. Por todo esto, analistas internacionales califican el señalado encuentro como un fracaso y una ociosidad; tiempo desperdiciado.

De manera ilusoria se crearon expectativas respecto de acordar, entre presidentes de ambos países, lo que no se podía cumplir: una Reforma Migratoria, lo cual es imposible, toda vez que sólo el Congreso de EU, tiene la autoridad para definir la política migratoria, con el agravante de que, a ésta, se oponen los republicanos.

Otra falta de atención en la logística, de parte de la Delegación Mexicana, se refiere a la programación de una plática del Presidente de México en el Congreso norteamericano, lo cual no ocurrió ni por solicitud ni por invitación.

En estas condiciones, se presentaron obvias razones: en varias oportunidades, días antes, el presidente López Obrador criticó y se enfrentó, con congresistas demócratas y republicanos. A unos los acusó de “intervencionistas”, y a los otros, de “conservadores”, violando, entonces, el principio de la “No intervención”, lo cual menciona con frecuencia.

Los demócratas encabezados por el influyente senador Bob Menéndez, criticaron la inseguridad de periodistas mexicanos y la falta de libertad de prensa, mientras que los republicanos exigieron al presidente mexicano respetar las inversiones de empresarios de Estados Unidos, en materia energética, en el marco del T-MEC.

La conclusión general es que, los asuntos bilaterales interesan a las dos naciones. Un tema muy importante para EU, es la migración y el control de indocumentados, el comercio de frutas y hortalizas, de automotores y otros bienes industriales. Y a México le interesa sobremanera el intercambio comercial, frente a dificultades económicas, de productividad, de control de la inflación y el flujo de capitales provenientes del norte, incluidas las remesas, que se han convertido en el séptimo componente en el valor del presupuesto federal mexicano.