- La ciencia indica que los “estromatolitos” son rocas calcáreas que liberan oxígeno desde la formación de la atmósfera, hace 3,500 millones de años
- La construcción del “Tren Maya”, el turismo intensivo, en particular de la Laguna de Bacalar, Quintana Roo (de agua dulce y principal yacimiento de “estromatolitos”) acabaría con este paraíso de la naturaleza.
Jorge Martínez Cedillo.
La falta de estudios geológicos y de medio ambiente a lo largo de 1,500 kilómetros alrededor de la península de Yucatán, donde se construye el Tren Maya con propósitos que científicos y ecologistas atribuyen a “caprichos del actual presidente de México”, Andrés Manuel López Obrador, representa un grave ecocidio ecológico, aún sin evaluar, pero fatal para el futuro social, natural y económico de esa región mexicana del Caribe y parte del Golfo de México.
La construcción del Tren Maya es motivo de preocupación, no sólo de habitantes peninsulares, sino de todo el país, con repercusiones en el plano internacional, por el desastre ecológico derivado de la movilización de cientos de kilómetros de suelos calcáreos y el deterioro de un esquema de corrientes de agua del subsuelo, formado por miles de años y que constituye un equilibrio natural de corrientes de agua dulce entre cenotes, cuevas naturales y depósitos de agua.
En más de tres años de que el gobierno federal inició acciones para convencer a los propietarios de tierras por donde circulará el Tren Maya, la mayor parte de ellas pertenecientes a ejidos y comunidades rurales, fueron “maravillados” con valores monetarios que no corresponden a su valor real, para callar una injusticia que sólo el tiempo podrá determinar la magnitud de daños que se evidenciarán en el corto, mediano y largo plazos, cuando “los culpables ya no existan” o se hayan ido a otros sitios.
Ha empezado a surgir gran preocupación científica y ecológica nacional e internacional, por la destrucción de yacimientos calcáreos donde existen “estromatolitos vivos”, que son los primeros formadores de oxígeno de la atmósfera desde hace más de 3,500 millones de años, de acuerdo con estudios del Instituto de Geología de la UNAM. Este fenómeno ocurre y es notable, principalmente en diversos niveles de la Laguna de Bacalar, Quintana Roo, lo mismo que, con efectos distintos, en el resto de las zonas costeras de Campeche y Yucatán.
Los estudios de los técnicos, investigadores y científicos en esta materia, tanto del Instituto Nacional de Geología de la UNAM, como de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, afirman que los “estromatolitos” son, también, los primeros “formadores” de zonas arréciales, con características similares a los yacimientos de Quintana Roo, se han localizado en Coahuila y Puebla.
Desde hace muchos años fueron localizados “estromatolitos” en aguas salobres de Coahuila y Puebla, en las zonas denominadas “Cuatro Ciénegas” y Laguna de Alchichica, respectivamente, sin que los trabajos de localización, rescate y protección, hayan tenido el éxito esperado, por la falta de interés de instituciones del gobierno federal y de autoridades estatales y municipales para impulsar proyectos de investigación.
En la primera entidad se sabe que hay sobre – explotación de agua del subsuelo, principalmente para utilizar el vital líquido en los cultivos de alfalfa y avena, forrajes para alimentación de vacas lecheras. “Magínense” nada menos que utilizar aguas fósiles que provienen de miles de años, para alimentar vacas lecheras de La Laguna. En Puebla las condiciones no son muy distintas. También se extraen aguas del subsuelo para producir alfalfa. Se han perforado pozos profundos alrededor de la Laguna de Alchichica.
La razón que dan los extractores de esas aguas, es que se trata del líquido que escurre por el subsuelo desde las montañas del Cofre de Perote, mismo que alimenta, de igual manera, la Laguna de El Salado, en una región que se ha dado en llamar la Cuenca de Libres-Oriental que, además, cuenta con tubería subterránea que conduce el vital líquido para surtir de agua a la ciudad de Puebla.
En seguimiento de nuestro tema, Coahuila, Quintana Roo y Puebla tienen presencia de estos microorganismos, “estromatolitos”, que forman parte del registro fósil más importante de la vida microbiológica temprana.
Los estromatolitos son la evidencia de vida más antigua que se conoce en la Tierra. De acuerdo con el Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los estromatolitos son estructuras órgano-sedimentarias laminadas, típicamente de carbonato de calcio (CaCO3) que crecen adheridas al sustrato y emergen verticalmente del mismo, produciendo estructuras de gran variedad morfológica, volumétrica y biogeográfica.
Su formación inicial y su desarrollo a lo largo del tiempo se debe a la actividad de poblaciones microbianas dominadas por cianobacterias que pasivamente facilitan la precipitación de carbonatos.
Por otra parte, en particular de la Laguna de Bacalar, en Quintana Roo, el turismo intensivo, la ampliación de comunidades y complejos turísticos de alto impacto, inciden en crecientes niveles de contaminación de ese cuerpo lagunar de agua dulce.
A esto, hay que añadir que la construcción del Tren Maya a lo largo de 1,500 kilómetros de zonas costeras de las tres entidades que la conforman, es el principal factor de desastre ecológico en todo el proceso de diseño y construcción.
Hay dudas de que esta obra pueda tener éxito, derivadas de la ignorancia de los proyectores y ejecutores, empezando por el presidente López Obrador y su principal “consejero” en la materia, un tal llamado Rogelio Jiménez Pons, que operaba como director general de FONATUR y cuya ineficiencia –en los primeros dos años de gestión—fue premiada (la ineficiencia) con una subsecretaría de Comunicaciones y Transportes.
Con “ojos cerrados” dieron luz verde al proyecto de convertir al paraíso natural que ahora es la península de Yucatán, sin los estudios técnicos, científicos, ecológicos, urbanísticos, de efectos en las zonas marítimas y superficiales, en el marco de un clima tropical. La sociedad sólo muestra destellos de inconformidad, pero sin ir más allá, en espera de que el sexenio de horror se acabe.