El estilo de gobernar de AMLO es el cinismo y la mentira

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Jorge Arturo Estrada García.

“Quien hace política pacta con los poderes
diabólicos que acechan a todo poder.”
Max Weber.

“La ignorancia mata a los pueblos,
por eso es preciso matar a la ignorancia.”
José Martí.

“El sistema no teme al pobre que tiene hambre.
Teme al pobre que sabe pensar.”
Paulo Freire.

Son momentos cruciales, la precaria democracia mexicana está en riesgo. El presidente está feliz con la marcha que él mismo se organizó. Se siente todopoderoso, otra vez. Estamos ante un fenómeno político, con un personaje como no se había visto en el México contemporáneo. El estilo personal de gobernar es el cinismo y la mentira. López Obrador, dirige a un movimiento político exitoso, pero que resultó caótico y corrupto. Su personaje principal parece extraído del viejo PRI al que ya echamos del poder en dos ocasiones.

El poder lo emociona, y conservarlo lo obsesiona. Andrés Manuel ya está en campaña rumbo al 2024. Renunció a gobernar, aunque siempre lo hizo a medias. Él está consciente de que el tiempo se le agota, y que su transformación nunca avanzó. Sin embargo, para él es indispensable quedarse en el Palacio Nacional, para escribir la historia con su puño y letra desde la Silla del Águila y contemplando las reliquias de Benito Juárez. Si no lo logra, su paso por la presidencia sería tan anecdótico y tóxico como los de la “Docena Trágica”, el de Luis Echeverría Álvarez y el de José López Portillo.

Los problemas del país le quedaron grande y prefirió sentirse popular, enfocarse en destruir adversarios y en ganar elecciones. De esta forma, el líder más poderoso de los últimos tiempos no soportó las tentaciones del poder. Él quiere decidir lo que pasará con el país en los próximos años y no pierde oportunidad para manifestarlo. Las interrogantes persisten: ¿buscará extender su mandato, o imponer a su sucesor e instaurar un Maximato? Incluso, la reelección flota en el ambiente. Siente que el pueblo bueno lo quiere y que ya le pidió reelegirse.

Luego del océano de pueblo, en que se vio envuelto durante su marcha, el tabasqueño se ha revitalizado y establece que el pueblo bueno es su escudo, su “Detente”, dijo. Los programas sociales, son la muestra de que el amor con amor se paga, redescubrió acertadamente, el presidente. Luego de que las clases medias lo abandonaron, lo desafían y hasta marcharon para desaprobarlo. Entonces, oficialmente, ya los mexicanos que no lo aprueban son vistos como adversarios.

Sin embargo, López Obrador es consciente de la decadencia de su gobierno y de su propio desgaste. Sabe que su partido es incompetente, en casi todos los sentidos; pero él, así lo quiere. Así lo necesita para sus planes, aunque en ocasiones se atoren. Los relevos, que él mismo ha perfilado, marcan su estatura de líder y la de su movimiento. La tercia de “corcholatas”, no entusiasman ni por sus capacidades, ni por sus resultados ni por sus carismas.  Los ciudadanos pagamos las consecuencias de sus decisiones para bien o para mal.

El uso descarado de los recursos públicos, para el acarreo masivo, oficializa que se juega el todo por el todo y el tope en lo que tope. En su óptica, el poder no se abandona. Así, él ya marcó la pauta y las batallas serán en super libre.

Andrés Manuel, define su modelo económico-social como Humanismo Mexicano, algo muy confuso que no se parece a la democracia social y que no ha construido un estado de bienestar, lo que ha hecho es debilitarlo como tal. Lo que la Cuarta Transformación ha logrado es aumentar su base popular, y electoral, entre los más pobres, los acarreables.

Las etapas socioeconómicas del México moderno podrían marcarse, a grandes rasgos, como la del Milagro Mexicano que fue de 1940 a 1970; luego, la del fallido Desarrollo Compartido de 1970 a 1982; posteriormente, la del ingreso a la globalización; y a partir de 1994 a la actualidad, la del Tratado de Libre Comercio y su sucesor el T-Mec, Es esta etapa también conocida en el mundo como la era del neoliberalismo salvaje.

Los mexicanos hemos sido “educados” para ser apáticos, malos ciudadanos, desinteresados de la política, leer poco, ser fatalistas y resignados. Las élites diseñaron los medios para hacerlo y lo lograron. No obstante, durante tres décadas los ciudadanos hemos logrado construir elecciones creíbles y las alternancias. Sin embargo, ahora estaremos más desunidos que nunca, desde el poder así lo han dictado. Será una película de conflictos, entre mexicanos buenos contra malos, de pobres contra fifies, de acarreables contra no acarreables.  Ese será el nuevo diseño. Pobres pero felices enfrentados contra clasemedieros aspiracionistas.

En Coahuila llega el momento de los ciudadanos. De los electores que decidirán el futuro de nuestras familias por los próximos años. Si nos equivocamos en escoger a quien nos gobierne, lo volveremos a pagar en nuestra calidad de vida. Para AMLO, somos una ficha más en su tablero electoral, para los políticos locales es una forma de hacer y conservar fortunas y mantenerse lejos de los casos judiciales. El presidente tiene sus planes para Coahuila. También la clase política local, de todos los partidos. El principal objetivo para ellos es conquistar el poder o conservarlo, según sea el caso. 

En la historia moderna de esta norteña entidad han sido más de 90 años de priismo en el gobierno estatal. Sus acciones o la ausencia de ellas marcan a generaciones. Saltillo, la capital, podría ser un gran ejemplo de cómo las circunstancias y las coyunturas, los aciertos y los errores, pueden impactar el desarrollo de una comunidad. Y, de lo principal, de quienes la habitamos.

En la etapa del Modelo del Milagro Mexicano, en Saltillo, emergió con fuerza un grupo industrial que aprovechó las condiciones de la época, en las que se buscaba industrializar al país ofreciendo un mercado nacional cerrado. Había mano de obra abundante, que no necesitaba estar calificada, y estímulos fiscales importantes. Así, desde el patio de una ferretera, en el centro de la ciudad, inició el GIS que ha llegado a tener más de 12 mil empleados. Inició con dos o tres operarios y para el final de esa etapa, 1970, ya rondaba los seis mil, y daba trabajo a miles de migrantes que llegaron huyendo de la miseria del campo o de la escasez de oportunidades en ciudades vecinas.

En la siguiente etapa, la del Desarrollo Estabilizador, no le fue tan bien a las empresas fundadas por Isidro López Zertuche, el presidente Echeverría los hizo perder una huelga de relevancia nacional en sus empresas insignia, Cinsa-Cifunsa y posteriormente les impuso como gobernador a Oscar Flores Tapia, un personaje proveniente de un barrio del rumbo del Cerro del pueblo, a quien ya habían combatido e impedido convertirse en alcalde de la capital de Coahuila.

Él logró que se instalaran las armadoras General Motors y Chrysler en la zona metropolitana y que se diera origen al importante Clúster Automotriz que le da vida y prosperidad. Antes de eso, Saltillo era una ciudad estancada, con escasas oportunidades de progreso y movilidad social para las familias.

Don Oscar, marcó para siempre el destino de Saltillo. Aunque. fue sistemáticamente combatido por la Iniciativa Privada local. El presidente José López Portillo lo forzó a renunciar a unos cuantos meses de finalizar su gestión. Posteriormente, pasaron con poco brillo los gobiernos de José de las Fuentes y de Eliseo Mendoza Berrueto. En esos tiempos, el país atravesaba unas crisis económicas e inflaciones enormes que requirieron el rescate de los organismos financieros internacionales, quienes exigieron someternos a un gasto público ordenado y al neoliberalismo, durante la presidencia de Miguel de Lamadrid y Carlos Salinas.

Con el Tratado de Libre Comercio, y la visión de Rogelio Montemayor, el clúster automotriz se fortaleció y la región sureste se convirtió en un dinámico polo de desarrollo. Y se le dio competitividad y reactivación al resto de las regiones estatales. Enrique Martínez, le dio énfasis al desarrollo humano sin descuidar finanzas sanas y atracción de inversiones. Dejó deuda cero.

Luego, llegaron las tormentas de la mega deuda y la inseguridad durante el sexenio de Humberto Moreira. Con su hermano Rubén, como sucesor, se recuperó la seguridad, pero el pago de la deuda heredada impidió obras públicas estratégicas, ni Torreón ni Saltillo lograron construir un sistema de transporte urbano eficiente y se convirtieron en ciudades caóticas en ese sentido, rezagándose del resto de las ciudades importantes del país.

En ambos sexenios, las inversiones siguieron llegando, pero no se avanzó en la creación de clústeres de mayor valor agregado como el aeroespacial y las tecnologías de la información; no evolucionamos a la mentefactura y seguimos con obreros y manufacturas, casi como hace 40 años. Eso resta competitividad, incluso los clústeres de Guanajuato, San Luis Potosí y Querétaro ya son mayores que los de Saltillo. En las regiones Centro y Carbonífera se detuvo el progreso.

En Coahuila, Miguel Riquelme, mantuvo la seguridad y la paz en un país que se sacude por la violencia. También, se sostiene la atracción de la inversión extranjera productiva. Los recursos federales fueron recortados, la mega deuda agobia y tampoco hubo obra pública estratégica que eleve la calidad de vida en las zonas metropolitanas.

Luego de 90 años en el poder, el priismo coahuilense y sus gobiernos están sumamente desgastados. Las encuestas previas, muestran que Morena marcha a la cabeza y que solamente en alianza con el PAN y PRD, el tricolor podría ser competitivo. Manolo Jiménez, será el candidato de esa alianza y si hace una campaña inteligente podría vencer al tsunami guinda que arrasó con el expartidazo en 18 estados.  Tanto Armando Guadiana, como Luis Fernando Salazar y Ricardo Mejía Berdeja son igualmente capaces de ganar, a los seguidores de este partido les da lo mismo revelan las encuestas. El duelo de fondo será entre Miguel Riquelme contra el presidente López Obrador. Las elecciones estatales, las gana o las pierden los gobernadores.

Cabe señalar que, al mismo tiempo, se dará la elección en el Estado de México, con su padrón de 12 millones de electores y su presupuesto anual de 300 mil millones, lo que distraerá la atención y las prioridades de Andrés Manuel. Él quiere ganar a como dé lugar el Edomex y ya se habla de negociaciones y, traiciones, para debilitar de manera importante a los aliancistas para el 2024. Alfredo del Mazo y su candidata no se perciben muy fuertes ni muy decididos. Aunque, nadie puede descartar que las negociaciones pudieran incluir también a nuestro estado. Los escenarios son muy volátiles.

Estos juegos de poder son complicados e interesantes. Además, se realizan sin escrúpulos, muchas veces. Lo malo, es que las decisiones de los gobernantes afectan directamente la calidad de vida de los ciudadanos. Así, lo hemos padecido durante décadas los mexicanos.  La clase política mexicana en general, ha sido tóxica para los ciudadanos y sus familias. López obrador quiere ganar la elección presidencial desde el 2023, aplastando al PRI, debilitando a las alianzas y desmoralizando a sus oponentes pareciendo invencible. Por lo pronto, en Coahuila suceden cosas inéditas e interesantes. Veremos.