¿Quién le cree a Álvarez Buylla? La directora del CONACYT actúa como ideóloga y no como científica

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  • La gestión de Álvarez Buylla será recordada por las mentiras para justificar fracasos
  • los medios dieron a conocer los gastos por 15 millones de pesos para el “comedor gourmet” al servicio de la directora
  • Al mismo tiempo negaba recursos a un grupo de 12 jóvenes que irían a Sudáfrica a competir en las olimpiadas de matemáticas.

Jorge Martínez Cedillo.

Todos los escándalos que ha causado María Elena Álvarez Buylla como directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología se pueden resumir así: la científica, reconocida con el Premio Nacional de Ciencias en 2017 (en pleno neoliberalismo, que hoy tanto critica) ha dejado de serlo para convertirse en una ideóloga que está justificando políticas que hundirán más al campo mexicano.

En octubre de este año, la Dra. Buylla tuiteó orgullosa, en un acto oficial del Conacyt, que “…tras décadas de ciencia neoliberal, el gobierno de la cuarta transformación apoya a la ciencia rigurosa y de frontera con y para el pueblo”. Las críticas que recibió por referirse a la “ciencia neoliberal” parece que le confirmaron su vocación populista, como si la aplicación del método científico estuviese sujeto a criterios ideológicos (¿hay ciencia no neoliberal? o “¿ciencia progresista”?) para ajustar su narrativa y justificar sus decisiones al discurso oficial de la 4T.

María Elena Álvarez Buylla y Andrés Manuel López Obrador

De hecho, el mérito más notable de Álvarez Buya es tener todavía el apoyo del presidente López Obrador frente a los saldos de una gestión que será recordada por tres factores: la frivolidad e irresponsabilidad en designaciones de funcionarios; sus mentiras al justificar la falta de resultados y, quizá la más grave, su falta de rigor científico para sustentar la política pública en materia agrícola.

Desde el inicio de su gestión, la directora del Conacyt recibió fuertes críticas por decisiones que sorprendieron por la ligereza en el nombramiento de funcionarios.  En febrero de 2019 se dio a conocer en los medios de comunicación que la secretaria administrativa del Fondo sectorial CONACYT-Secretaría de Energía-Hidrocarburos nombró a una exdiputada de Morena con educación básica (secundaria), nula experiencia en el área y vendedora de lencería. Las críticas la hicieron echarse para atrás. Pero lo realmente grave fue el nombramiento de una diseñadora de modas designada como subdirectora de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem) porque, justificó el Conacty, la nueva funcionaria “posee profundos conocimientos tradicionales sobre los maíces nativos mexicanos adquiridos a lo largo de su vida, ya que proviene de una familia campesina de Milpa Alta”.

Álvarez Buylla tampoco aguantó las presiones de los medios y tuvo que volver a recular. En el comunicado oficial, el Conacyt lamentó “que aún no somos capaces de reconocer como sociedad el inmenso valor de este tipo de saberes” y cómo habrán sido las presiones o los regaños que recibió, que en lugar de la diseñadora de modas designó a una maestra en ciencias y candidata a doctora en Ciencias Bioquímicas con experiencia de investigación en Europa.

El Conacyt continuaba dando “la nota” a los medios informativos, pero no por los avances científicos, sino por las incongruencias y frivolidades de su directora. Vino también el caso del nombramiento del subdirector de comunicación, que ganaba 44 mil pesos y que resultó ser un “estudiante” de 29 años que cursaba el tercer semestre de comunicación y quien también tuvo que renunciar ante las críticas por ese nombramiento. Después se dio a conocer en los medios los gastos por 15 millones de pesos para el “comedor gourmet” al servicio de la directora, al tiempo que negaba recursos a un grupo de 12 jóvenes que irían a Sudáfrica a competir en las olimpiadas de las matemáticas pues el presupuesto que les había dado el Conacyt no era suficiente para cubrir todos los gastos de la comitiva.

Para el año siguiente, Álvarez Buylla no tuvo problema para dar presupuesto a un proyecto sobre “Democracia, Culturas Políticas y Redes Sociodigitales en una era de Transformación Socialdemocracia” al ideólogo de la 4T, John Ackerman, esposo de la ex secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, por casi 6 millones de pesos. El primer año de los cinco que financia el Conacyt se dedicó a estudiar “los aportes para la construcción de una democracia sustantiva” realizados por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Sí, la misma que recurre a plantones y bloqueos como forma de extorsión para que se les otorguen plazas a normalistas y no sea evaluado su rendimiento. Las prioridades políticas evidentes en el Conacyt que reniega de la “ciencia neoliberal”.

El segundo factor por el que la gestión de Álvarez Buylla será recordada es el modo por las mentiras para justificar fracasos. El caso de los ventiladores para los enfermos de Covid es elocuente. En abril de 2020, dijo que para el mes siguiente se tendrían listos 700 ventiladores con “tecnología cien por ciento mexicana”. Nunca cumplió lo prometido. Además, el diseño de los famosos ventiladores se haría con un diseño gratuito del Tecnológico de Massachusetts y las piezas tampoco eran “mexicanas”, pues se importaban de países como Alemania, China y Suiza.

La otra gran mentira fue la famosa vacuna “Patria” que tiene de mexicana lo que un auto producido por la Ford en México. En realidad, la vacuna retomó tecnología que ya había sido desarrollada por científicos en el extranjero, por el Mount Sinai y la Universidad de Austin y la producirá una empresa mexicana, Aviemex, con experiencia en la creación de vacunas de influenza. En realidad, lo que se adquirió fue una licencia de uso de una tecnología que realizó y que también Brasil, Vietnam y Tailandia. La vacuna estaría lista para diciembre del año pasado, pero es fecha que no se tiene para cuándo y, si será efectiva para las nuevas variantes de Covid.

Con todos estos antecedentes, y muchos más que por ahora es preciso omitir, no es de extrañar que el papel que ha jugado el Conacyt para justificar la eliminación de plaguicidas y herbicidas como el glifosato, esencial para la protección de cultivos y para evitar la pérdida de entre 30 y 40 por ciento de los mismos, tenga el mismo patrón que los casos mencionados. Falsedades, falta de rigor científico, promesas incumplidas.

El “Expediente Científico sobre el Glifosato y los cultivos genéticamente modificados” que publicó el Conacyt el año pasado es un dossier se omite toda la información y evidencia científica que reporta la no justificación del glifosato como sustancia que causa cáncer. Ni siquiera ha sido actualizado para incluir los recientes informes que un grupo de países de la Unión Europea redactó para aplazar la autorización del uso del glifosato en Europa, ni mucho menos para incluir información sobre las consecuencias económicas que tendría la prohibición del glifosato en la agricultura.

Un ejemplo reciente: la revista especializada Environmental Sciences Europe, publicó este año un estudio donde se evalúa el impacto de la suspensión del uso del glifosato en el Unión Europea. Sus conclusiones: “Sin glifosato, los agricultores de la UE podrían experimentar pérdidas en la producción de trigo de hasta 24 millones de toneladas (10 500 millones de euros), 10.4 millones de toneladas de papa (2 000 millones de euros) y 4.7 millones de toneladas en uvas (4 200 millones euros). La retirada del glifosato daría lugar a un aumento de la labranza del suelo, lo que dañaría el medio ambiente a través de la degradación de la estructura del suelo, un mayor riesgo de erosión del suelo, una reducción de la biodiversidad del suelo…Las estrategias alternativas de control de malezas son menos efectivas y más costosas, y a menudo requieren mano de obra adicional en los momentos de mayor demanda. También son menos efectivos para proporcionar un control duradero en una amplia gama de especies y no son aplicables a las prácticas de labranza de conservación”.  (fuente: https://enveurope.springeropen.com/articles/10.1186/s12302-022-00667-3

Pero claro, de esto el Conacyt, ni idea, o, lo omite de manera conveniente. En un webinar del año pasado, Luis García Barrios, director regional sureste de Conacyt, se atrevió a decir que en México, la producción de alimentos en el país podría caer sólo entre 1 y 3 por ciento al dejar de usar glifosato, sin aportar ningún estudio, evidencia, o respaldo que sostuviera esta afirmación. No es de extrañar, porque entre las falsedades, mentiras y nulo rigor científico con que la Dra. Álvarez Buylla conduce el Conacyt, se esperan graves consecuencias a los pequeños productores agrícolas (los que más utilizan glifosato por ser el medio más eficaz y barato para controlar malezas), a los consumidores (que tendrán que pagar más por alimentos de la canasta básica) y a la propia 4T que busca domar la inflación justo cuando los tiempos políticos se pondrán más intensos con el siguiente ciclo electoral y si prevalece la ideología sobre la ciencia de los funcionarios convencidos de que solo la agroecología puede alimentar a todo un país. Porque son precisamente los ideólogos y talibanes los que le creen a la directora del Concayt y, por omisión, engaño y manipulación, el presidente López Obrador.