Iván Nájera Agüero.
La educación superior es una herramienta poderosa que puede ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas y de las comunidades más vulnerables. Los estudiantes universitarios tienen el potencial de hacer una gran diferencia en estas comunidades, aplicando sus conocimientos y habilidades para ayudar a las personas que viven en ellas.
Participar en actividades y/o proyectos de servicio comunitario puede ser una excelente manera para que los universitarios pongan en práctica lo que han aprendido en la universidad. Muchas universidades ofrecen programas de voluntariado y prácticas en organizaciones sin fines de lucro, que les brindan a los estudiantes la oportunidad de trabajar directamente con las comunidades vulnerables en el caso de la Universidad Autónoma de Coahuila, existen los Lobos al Rescate, comités de estudiantes que realizan actividades en beneficio de la población que más lo necesite y apoyo en tareas de extensión dentro de la misma universidad.
Además de ayudar a las personas que lo necesitan, el beneficio que obtienen los estudiantes es el tener la experiencia que brinda la oportunidad de aplicar el conocimiento obtenido en las aulas y mejorar sus habilidades en un entorno práctico, al mismo tiempo les ayuda a desarrollar habilidades de liderazgo y trabajo en equipo. El aplicar sus conocimientos de acuerdo con su disciplina para ayudar a resolver los problemas en las comunidades, por ejemplo, los estudiantes de ingeniería pueden trabajar con organizaciones comunitarias para desarrollar soluciones técnicas a problemas como la falta de acceso a agua potable o la necesidad de infraestructuras para el transporte. Los estudiantes de ciencias sociales pueden ayudar a analizar los datos y desarrollar políticas que aborden problemas como la pobreza o la falta de vivienda.
La realización de actividades y/o proyectos por parte de los universitarios en comunidades vulnerables también puede ser una forma efectiva de fomentar la inclusión y la diversidad. Al trabajar con personas de diferentes orígenes y culturas, los estudiantes pueden aprender más sobre la diversidad y la importancia de la inclusión, esto puede ayudar a fomentar una cultura de respeto, protección de los derechos humanos y comprensión mutua en las escuelas y facultades de la universidad.
Sin embargo, la participación de los estudiantes en actividades y/o proyectos comunitarios no está exenta de desafíos. Uno de los mayores desafíos es la falta de recursos, tanto financieros como de tiempo y personal, para llevar a cabo estas actividades y/o proyectos de manera efectiva y continua. Además, pueden enfrentar barreras culturales y lingüísticas al trabajar con comunidades vulnerables y el error de mal acostumbrar al estudiante de que se le otorgará puntos si participan como beneficio.
Para finalizar, la educación superior no solo brinda conocimientos y habilidades a los estudiantes, sino que también les proporciona una plataforma para aplicarlos en beneficio de las comunidades más vulnerables.