Rufino Rodríguez Garza.
En este sitio localicé una figura de mujer de aproximadamente de 20 cm. de altura por 17 cm. de ancho.
Un poco más al norte del Cañón de Zacarías, hace varios años localicé una figura igual. No pasa de un kilómetro entre una y otra, en pocas palabras “una chulada de grabado”, pues hay que recordar que la mujer es poco representada en el arte rupestre del norte de México.
Esta salida de nuevo al Pitahayal fue en términos generales muy buena.
Uno de los buenos encuentros fue hallar una estructura donde se podían observar rocas acomodadas formando un rectángulo de algunos metros.
Con toda seguridad se trata de una obra antigua, pero también puede ser obra tardía y forma parte de una antigua majada.
Quise aprovechar mi paso por La Leona para volver a retratar un hermoso venado muy estilizado, pero de buena factura, se le aprecian las astas, su cuerpo y las cuatro patas; creo se trata de un venado cola blanca, tiene la cola levantada y no pasa de 20 cm. de la cabeza a la cola; busqué en los alrededores a una mujer en posición de parto, pero no di con ese motivo, tendré que volver a buscar con más detenimiento.
En el Cañón del Pitahayal estacioné el carro, de allí caminé hacia el sur faldeando en la sierra y adentrándome en pequeños y grandes cañadas, fui detallando y localizando algunos pocos grabados, uno de estos motivos es una figura estilizada humana y al parecer está flechada, esta figura claramente se observa que fue atacada y que por el lado izquierdo tiene una flecha y por el lado contrario, el derecho, tiene clavados dos letales flechas ya habíamos localizado uno semejante en los alrededores del Cañón de Lucas.
Documentando el pasado de este increíble lugar, el cual pudiera en un futuro ser área de patrimonio de la humanidad.
Aprovechando el raid o aventón salí con Javier Rodríguez y su compañera Ariana García, muy entusiastas y buenos para caminar.
Aproveché que el ingeniero Javier Rodríguez llevó su dron nos encaminamos a Paredón, salimos a las siete a.m. en una hora llegamos al rancho del Bronco que bautizó como “La Cabrona”, estas tierras fueron adquiridas por el ex gobernador de Nuevo León a los vecinos ejidatarios de Paredón. El lugar tiene partes planas y otros lugares son montañosos, riega con aguas negras o tratadas que van desde Saltillo y que Jaime Rodríguez aprovecha para regar sus nogales y sus huertos.
El arte rupestre de Coahuila es muy importante, pues uno lee en las rocas la forma en que vivían nuestros antepasados, en las rocas de este importante sitio uno entiende y deduce cuáles eran sus armas para cazar y para luchar, cuáles eran los animales que se cazaban para sobrevivir; aquí podemos ver que tanto animales pequeños como roedores o reptiles, pero además animales de mayor tamaño como osos, bisontes, venados o felinos eran susceptibles de captura; todo eso lo podemos ver en estos cuadernos de piedra, “lienzos de rocas” como decía el buen amigo Lorenzo Encinas (+), por eso a este lugar se le conoce como “La Biblioteca” no sabemos quién la bautizó, pero fue un gran acierto.
En el nuevo rancho del Bronco está totalmente bloqueado el acceso al “altar de los cuchillos”, este personaje tuvo a bien rodearlo con sendas y modernas caballerizas, además aquí está el Cerro Bola que aún conserva trincheras usadas en 1914 en las luchas de la revolución mexicana.
Paredón es un lugar histórico, por aquí pasó el padre Hidalgo en el año de 1811, también Benito Juárez y el dictador Porfirio Díaz; en 1914 hubo en este lugar una importante batalla entre federales y las tropas del general Villa al mando de Felipe Ángeles, este Paredón que ahora vemos, data de 1905 año en que se construyó esta importante estación, nudo ferroviario que comunicaba con Torreón, Saltillo, Piedras Negras y Monterrey, del Paredón original sólo queda en uso el panteón, a no más de 2 km de la actual estación, Paredón cuenta con una curiosa cantina que hace la función de un modesto museo, también de este rincón de Coahuila destacó un luchador de talla internacional a qué se le conocía como “Sangre Chicana”.
Paredón cuenta con un obelisco celebrando la gesta revolucionaria de 1910, también es frecuentado por gente de los alrededores y de otros lugares de la región y de México por una curandera llamada Adrianita que hace curaciones al más puro estilo del Niño Fidencio.