A 50 AÑOS DEL MOVIMIENTO POR LA AUTONOMÍA DE LA UNIVERSIDAD DE COAHUILA

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

Para la generación de la Autonomía.

El próximo 4 de abril se cumplen los primeros 50 años de la lucha estudiantil por la autonomía de la Universidad de Coahuila (hoy UAdeC), misma que se generó por la sordera de la Junta de Gobierno que en ese entonces -1973- nombraba al rector, presidida por el gobernador Eulalio Gutiérrez Treviño y el secretario de Gobierno Óscar Villegas Rico, quienes desoyeron la petición de la Federación de Estudiantes de Saltillo de la Universidad de Coahuila (FESUC) de que Armando Fuentes Aguirre “Catón” fuera nombrado Rector en sustitución de Arnoldo Villarreal Zertuche, que renunció al cargo para contender por una diputación federal que le consiguió el entonces senador Óscar Flores Tapia.

El movimiento por la autonomía de la entonces Universidad de Coahuila duró 11 días, del 24 de marzo al 4 de abril de 1973. Villegas quiso sorprender a los estudiantes de la FESUC y preparó la toma de posesión en Rectoría del lagunero Jorge Mario Cárdenas para el 25 de marzo de dicho año. Debido a ello, el 24 de marzo se acordó la toma de Rectoría para evitar que Jorge Mario tomara posesión, pero Villegas no desistió y al día siguiente le dio posesión a Jorge Mario en la Secretaría de Gobierno; aun así, nunca actuó como rector ni fue reconocido como tal.

El movimiento comenzó con la toma del edificio de Rectoría, y la petición de que “Catón” fuera nombrado rector se cambió por la exigencia de la autonomía. El 24 de marzo se convocó a los estudiantes a la explanada de Rectoría, en donde surgió la pregunta: ¿Cómo entrar a ella sin violentar las cerraduras? Sin embargo, eso ya estaba resuelto: entraríamos con la llave del edificio para demostrar que no éramos vándalos, como Villegas lo aseguraba.

Años después, en su libro La primavera de las cenizas, Mario Arizpe aseguró que Melchor de los Santos, entonces secretario general de la Universidad, había proporcionado las llaves para entrar a Rectoría.

En la medianoche del 24 de marzo de 1973, la explanada de Rectoría estaba repleta de universitarios, aglutinados en grupos que distinguían la presencia de todas las escuelas universitarias de Saltillo. Los jóvenes con cabelleras largas, metidos en jeans y en minifaldas, estuvieron presentes, sintiéndose una mezcla de quijotes, conspiradores y revolucionarios. En esa animada concentración estaba de manifiesto la organización estudiantil, la capacidad de convocatoria de los líderes universitarios y la combatividad de las bases estudiantiles.

Pasada la medianoche se decidió la formación del Comité de Lucha, organismo que serviría de discusión, análisis y dirección del movimiento estudiantil, integrado por tres estudiantes y tres suplentes de cada escuela, nombrados en sus asambleas generales.

Este comité se estableció en el Teatro de Cámara de Rectoría, pequeño auditorio que dio albergue a las propuestas y acuerdos de los jóvenes que durante 11 días estuvieron en asamblea permanente, en un ambiente de pluralismo y democracia, con el único objetivo de conseguir la autonomía para la Universidad de Coahuila.

Ese fue el inicio de los 11 días de lucha que marcaron la conciencia de toda una generación universitaria, y que tuvo como corolario el histórico decreto del 4 de abril de 1973, en donde el gobernador Eulalio Gutiérrez elevó a rango constitucional la autonomía de la Universidad de Coahuila.

En la FESUC sobresalían dos grupos: Los miembros de la Corporación de Estudiantes Cristianos (Córporos) y los “comunistas” que no eran un grupo político, sino una corriente de pensamiento basado en los escritos de Carlos Marx.

Para los dirigentes de la FESUC, la autonomía se basaba en dos cuestiones fundamentales: la autolegislación y la elección de sus autoridades, enmarcadas por el convencimiento de que la universidad era una institución sostenida por el pueblo y debía servir a los intereses, demandas y necesidades de quienes la hacían posible. De esta concepción nació un proyecto de universidad con funciones sustantivas: la academia, la investigación científica y la difusión de la cultura. De allí se derivaría lo demás.

La ideología de esa generación de líderes y activistas era una mezcla de Juan XXIII, Carlos Marx, Jean Paul Sartre, los Beatles y El Quijote. Las lecturas eran variadas: Hermann Hesse, Erich Fromm, Eduardo Galeano, Paulo Freire, Federico Nietszche, los clásicos griegos y los filósofos europeos.

Desde el inicio del movimiento, los “comunistas” propusieron medidas radicales: bloqueo de calles y carreteras, toma de radiodifusoras y periódicos, y plantones frente a Palacio de Gobierno, pero fueron rechazadas por los córporos, argumentando que eran acciones provocadoras porque tenían esperanza de que Villegas Rico recapacitara.

En los primeros días hubo una gran actividad: volanteo, asambleas, mítines relámpago, manifestaciones, proselitismo en escuelas, mercados, fábricas, calles, autobuses urbanos, periódicos murales, pintas, etcétera.

En los últimos días del movimiento, los córporos apoyaron las medidas extremas, porque la intransigencia de Villegas Rico no cedió. Desde el noveno día, la base estudiantil se movilizó para presionar al gobierno.

Unos se fueron al bloqueo de carreteras, otros a la toma de radiodifusoras y periódicos, y algunos más al secuestro de camiones urbanos, los cuales sirvieron como obstáculo para impedir el tránsito en las principales arterias de Saltillo.

La prensa comercial, como siempre, se puso en contra de la lucha estudiantil y a favor del gobierno, insistiendo en que los revoltosos no tenían el apoyo de las bases estudiantiles. Eso originó que se informara directamente al pueblo y -por primera vez, que no sería la última- se derrotó a la prensa comercial y al gobierno con la simpatía de los saltillenses.

Del lado del movimiento siempre estuvo la radiodifusora XEKS, propiedad de los hermanos Jesús y Efraín López Castro, y el diario El Independiente, con su director Antonio Estrada Salazar.

Mientras se realizaban las medidas radicales, el gobernador Eulalio Gutiérrez convocó al Comité de Lucha para llegar a un acuerdo. Se acudió a la cita sin abandonar las acciones, ya que eran fundamentales para negociar con el gobierno. El gobernador aseguró que siempre había simpatizado con nuestras demandas, pero que su equipo se opuso a que las
concediera. Ahora quería poner fin al conflicto que había enfrentado a los universitarios con su gobierno, y confió que Óscar Villegas planteaba la represión, y el alcalde saltillense Luis Horacio Salinas proponía que se dividiera al movimiento mediante el soborno.

El 4 de abril de 1973 se decretó la autonomía de la Universidad de Coahuila, a través de la cual el estado otorgó a los universitarios la facultad de autolegislarse y de elegir a sus autoridades. Con el decreto de autonomía, nació la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC). Melchor de los Santos Ordóñez fue nombrado secretario general, encargado del Despacho de Rectoría, y el recién electo Consejo Universitario Paritario se reuniría para elaborar la Declaración de Principios y el Estatuto Universitario.

La legislación universitaria se realizó en los primeros años de autonomía, de 1973 a 1975. Posteriormente, Melchor fue electo como el primer rector de la UAdeC (1975-1978) y al término de este periodo, el gobernador Flores Tapia le ordenó que le entregara la Rectoría a Villegas Rico, y lo hizo, devolviendo el gobierno universitario a los mismos que se le había arrebatado cinco años antes.

Durante los cinco años en los que estuvo Melchor en la Rectoría, infiltraron a la UAdeC José María Fraustro Siller, Daniel García Nájera, Jorge Bautista Sandoval y muchos otros, todos ligados a la educación religiosa y empresarial. Melchor, los córporos y los oportunistas despolitizaron la cátedra y los planes de estudio, y erradicaron todo lo que oliera a problemas sociales. Se instauró una burocracia de cortesanos y se hundió a la Universidad en la mediocridad que hasta la fecha subsiste.

Melchor y los córporos le devolvieron al gobierno la facultad de elegir al rector en turno y exterminaron toda disidencia ideológica, política y académica, hasta llevar a la UAdeC a la deplorable situación en que ahora se encuentra: bajo nivel académico, nula difusión cultural y una pobre investigación científica.

Por eso en la UAdeC se perdió el valor de la solidaridad. En las colonias, los partidos electoreros se apoderaron de las organizaciones populares y comenzaron el trueque: votos a cambio de dádivas. Igualmente, el sindicalismo combatiente, defensor de los intereses gremiales de los trabajadores, fue desterrado de Saltillo.

Desde entonces aparecieron dos visiones sobre la implementación del proyecto: unos privilegiaron el aspecto político-administrativo; otros se inclinaron por la función de la universidad como agente de cambio social, pero todos estaban de acuerdo en conseguir la autonomía universitaria.

No había duda de que el gobierno sólo era el conducto formal del pueblo para canalizarle a la universidad los recursos para su operación. Por eso, la autonomía se planteó como un movimiento de independencia con respecto al Estado, pero de íntima relación con los problemas sociales.

Estas ideas, a 50 años de distancia, se han olvidado, pero están escritas en el documento ideológico de la universidad: la Declaración de Principios, que recogió la filosofía social de quienes lucharon por la autonomía, siendo el ideario para que los universitarios se comprometieran en importantes luchas sociales de 1974; la lucha de la colonia Chamizal que fue el nacimiento del movimiento popular y la huelga obrera de CINSA-CIFUNSA, que recibió el apoyo de la naciente Universidad Autónoma de Coahuila.

La lucha por la autonomía se dio en Saltillo. En Torreón, unos no quisieron enfrentar al gobierno, otros no querían a “Catón” para rector y el resto quería aprovechar la ocasión para separarse de la Universidad de Coahuila y darle nacimiento a la Universidad Autónoma de La Laguna, como primer paso para lograr su proyecto separatista: el Estado de La Laguna, impulsado desde años atrás por el sector empresarial de la Comarca Lagunera.

A Villegas su prepotencia lo convirtió en el enemigo de los estudiantes, porque personificaba lo que se repudiaba: autoritarismo, intolerancia y control político. Por eso fue derrotado en el movimiento de autonomía, y luego cuando fue rector, impuesto por Flores Tapia, sería derrotado nuevamente, pues cuando quiso imponer a Valeriano Valdés como su sucesor, generó el Movimiento Pro-Dignificación de la UAdeC, en 1984, de donde salió vencido por segunda ocasión. Esos días hoy son históricos para la Universidad Autónoma de Coahuila.