CLÉRIGOS VIOLAN EL ARTÍCULO 130 CONSTITUCIONAL

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José C. Serrano Cuevas.

Desde tiempos remotos gran parte de la humanidad ha creído en la existencia de seres, cosas o entes supremos o divinos. En lo terrenal, las religiones han sido el conducto y el modo de concentrar estas creencias o dogmas acerca de la divinidad respectiva, y de establecer las formas de su veneración, las normas de conducta de sus fieles, los rituales y las consecuencias de su cumplimiento y desobediencia.

Las religiones a su vez, se organizan a través de instituciones y asociaciones de personas, cuyo respectivo nombre o denominación generalmente representa o son el reflejo de su origen, fundamento y características. Estas organizaciones sientan las bases y fijan sus principios en torno a sus creencias e ideología, además de que establecen los niveles de mando y jerarquía dentro de las mismas.

Quizás, escudándose en estos preceptos, desde el púlpito el obispo de la diócesis de Aguascalientes, Juan Espinosa Jiménez, invitó a los feligreses a protestar en contra de los libros de texto gratuitos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), pues, asegura que los materiales educativos no son adecuados para la formación de los niños y adolescentes.

Durante su homilía pidió a los concurrentes al templo a estar atentos, por si finalmente los textos llegaban a los estudiantes. «Si en un momento nos impusieran esos libros, yo les pediría a los padres de familia tener mucho cuidado y estar muy atentos para reforzar la educación en sus casas, para revisar con sus niños las tareas», dijo el prelado.

El jerarca católico alertó que el material es parte de un modelo de educación con «tendencia marxista, ideológica y política», y todo ello, consideró que puede desorientar a nuestros educandos.

El obispo se pasó por abajo de la sotana normas jurídicas básicas, como es el hecho de que la Secretaría de Gobernación es la dependencia encargada de la conducción de las relaciones del Poder Ejecutivo federal con los actores religiosos en el país, y esta encomienda incluye promover y vigilar el cumplimiento de las disposiciones constitucionales y legales en materia de culto público, iglesias, agrupaciones y asociaciones religiosas.

El artículo 130 de la Constitución federal hace referencia al principio histórico de la separación del Estado y las iglesias, estableciendo la siguiente limitante:

«e) Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Tampoco podrán en reunión pública, en actos de culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios».

La libertad religiosa no tiene más límites que el carácter laico del Estado. Ninguna clerecía puede pretender someter al Estado a sus decisiones, a la vez que el Estado no puede someterse a ningún mandamiento religioso. Esto se debe a que el Estado no reconoce religión alguna como propia, pero tampoco desconoce las religiones y mucho menos las persigue. El Estado laico no es el Estado ateísta.

Se entiende que el servicio público no puede ser desempeñado por clérigos, ya que aquél no debe ser sometido por algún clero, lo mismo si se trata de cargos por designación o por elección.

Es evidente que muchos sacerdotes no respetan el contenido del inciso e) del artículo 130 de la Constitución ni están dispuestos a someterse a éste. Los sacerdotes, especialmente los de mayor jerarquía, abusan, mientras el gobierno los tolera. Esta hipocresía debe ser superada en favor de la afirmación de la laicidad del Estado.

Ante las declaraciones del prelado católico, Juan Espinosa Jiménez, la senadora de Morena Olga Sánchez Cordero advirtió que con esa actitud el clero viola la Constitución, ya que abiertamente interviene en política y se debe sancionar a los sacerdotes que hagan llamados en contra de los libros de texto gratuitos.

Sólo falta conocer quién le pondrá el cascabel al gato; Luisa María Alcalde Luján no lo hará, porque es una pieza más de la colección privada de floreros del presidente Andrés Manuel López Obrador.