POETA MANUEL JOSÉ OTHÓN

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Lic. Simón Álvarez Franco.

      Difícil catalogar a este personaje de quien hoy hablamos, pues además de escritor, fue político, empresario, montañista, explorador y notario público. Aquí le damos el título de poeta por haber sido como la profesión que le dio más renombre, sin que esto quiera decir que no se distinguió en todas ellas.

      Su familia paterna, de origen alemán conservó usando siempre ambos idiomas en su hogar, lo que hizo fácil para nuestro escritor distinguirse por hablar y escribir correctamente con ellos.

       Nació el 14 de julio de 1858, muriendo en la ciudad de México el 28 de noviembre de 1906, de una tremenda neumonía, sus restos fueron trasladados al Panteón de El Saucito anexo a la vetusta capilla a las orillas de la capital potosina en una modesta tumba cubierta por una cruz de mármol blanco y rodeada de una verja de fierro vaciado, muy bella, como era la moda a principios del siglo XX. (1)

Manuel José Othón

      Su vasta formación humanista. Fincada en los textos clásicos le llevó a convertirse en una de las voces discrepantes poéticas que se alzaron contra las innovaciones modernistas, su obra tampoco se quedó en el romanticismo, y progresó hacia una adoración de la naturaleza y un singular canto hacia el paisaje mexicano, alcanzando una profunda dimensión metafísica hacia la inmensidad de montes, barrancas y puestas de sol con el desgarro dolorido de la existencia humana. Así, en su conocido poema “Idilio Salvaje, alcanza a pintarnos el desierto, las rocas, la soledad y la amargura religiosa de un amor entregado a una mujer que lo acompaña en cuerpo inalcanzable y alma trágica que se alimenta de imposibles, acorde con nuestras montañas imponentes de la Sierra Madre imponente que es la columna vertebral de nuestro país. Con este sólo canto corrió el riesgo de ser conocido como autor de un sólo romance de dolor, pero no, ya había publicado (1882) “Poemas Rústicos”, en 1883“Nuevas Poesías” y“Noche rústica de Walpurgis” en 1883Dio a la imprenta varias obras teatrales, en 1886 “Lo que hay detrás de la dicha” y en 1905 “El Último capítulo.”

      Antes de estudiar abogacía, con clases particulares durante 3 años estudió latinidad y retórica, se convirtió en gran latinista, tras lo cual terminó su bachillerato en el Seminario Conciliar y terminó Jurisprudencia en el Instituto de Ciencias del Estado.

      A los 25 años de edad, contrajo matrimonio con Josefa Jiménez, la Esther de su poesía, mujer de altísima inteligencia y magnánimo corazón. Que le hizo muy dichoso, le quería y admiraba, estando dispuesta a todos los sacrificios. No ignoraba que cuando todo le faltase y fuera abandonado por todos, había de quedar solo ella a su lado, solícita y cariñosa, para infundirle ánimo y recompensar con devoción infinita sus penas. Y así fue en efecto. Para cuando llegaron para Manuel los tristes momentos de pobreza y desencanto, tuvo cerca de él a su ángel tutelar y que compartió con él su dolor, le impulsó por el camino de abrojos, a cuyo término estaba la gloria, también al final ella le acompañó en los últimos suspiros de su vida.

      En 1828 hizo representar sus dramas teatrales “La Cadena de Flores” y “La Sombra del Hogar”, “Herida en el Corazón”, todas ellas con gran éxito en el público, un crítico opinó: “este drama magnífico basta por sí sólo para honrar a su autor, a su patria y a las letras nacionales”.

      Othón fue también un admirable cuentista y un periodista distinguido, es tan variado su talento que no hay manifestación alguna del arte literario en que no sobresalga,

      Dios había creado el ojo de Othón para ver las inmensidades del cielo, para  recrearse con los primores de la luz, para atisbar las sonrisas de la aurora, seguir al sol en su camino, para mirar los celajes, las neblinas, las nubes desde el blanco de los riscos  temerosos, de las águilas caudales, de todo lo grande y misterioso que muestran al mortal, para abismarse en la contemplación de las abruptas serranías, de los boscajes rechinantes, si los azares de su vida no lo hubieran obligado a cruzar fuera de  San Luis Potosí, en pos de trabajo  y de recursos. Fue juez de varios partidos, terrateniente en Tamaulipas, Notario Público en Torreón, Coahuila y en Ciudad Lerdo, Durango. ¡Bueno!, hasta promotor y gerente de los tranvías creados por él en La Laguna, año de 1898,  participando así en la bonanza algodonera de aquella comarca.

      A título ligero y un poco jocoso me permito copiar dos anuncios aparecidos en diferentes periódicos laguneros:

       Aclaración: Torreón fue elevado a ciudad en 1907 y Lerdo en 1830.

Avisos de Ocasión;

Licenciado Manuel José Othón

Hemos tenido la satisfacción de estrechar la mano cariñosa del esclarecido literato potosino, que procedente de Saltillo vino a visitar nuestra ciudad, permaneciendo unos días la villa de Torreón.

El Sr. Lic. Othón, es una de nuestras glorias literarias, su nombre goza de fama universal y ha merecido con justicia, ser reputado como uno de los primeros dramaturgos mexicanos. Sus obras han alcanzado completo éxito, siendo frenéticamente aplaudidas en España y aplaudidas por los inteligentes.

La prensa entera del país y de Sudamérica ha engalanado sus columnas, repetidas veces, con las preciosas y sentidas composiciones del modestísimo vate, que seduce y encanta por la altura de sus pensamientos, por la pureza de su estilo y por lo florido de sus brillantes conceptos.

Saludamos atentamente al Sr. Lic. Othón, esperando que en su bondad reconocida, aceptará en estas humildísimas líneas, el débil, pero sincero testimonio como lo dejará entre nosotros, Manuel Garza Aldape

de nuestra administración, respeto y cariño, hacia su persona y como justísimo tributo a la amistad y talento. Agradable, llevando de ella imperecedero recuerdo.

Que su breve estancia en esta región lagunera le sea agradable e imperecedero recuerdo, como lo dejará entre nosotros.

                                                La América Independiente, 3 de marzo de 1898.

Los apreciables señores Abogados, Manuel José Othón y Manuel Garza Aldape, nos comunican haber establecido su Bufete en la vecina Villa del Torreón, Coahuila, encargándose del desempeño de todos los asuntos de su profesión que se les confíen. Su despacho está abierto al público en mencionada Villa, todos los días, de 8 a 12 a. m. y de 3 a 5 p.m.

Dirección apartado postal número 132.

Deseamos a nuestros estimados amigos mucha clientela y muchos triunfos en favor de la justicia.

                                                                       La Idea, marzo de 1894.

En una carta posterior a la muerte del poeta, su viuda explica a su biógrafo José López Portillo y Rojas cómo nació en el poeta su relación de amor con la naturaleza, me permito copiar algunos renglones; “en alguna ocasión, acuciado por la necesidad de conseguir empleo, se vio precisado a atravesar la Sierra Madre entre San Luis Potosí y la Huasteca, acompañado como siempre por mí (su esposa). Le vi vivamente impresionado con lo que miraba y oía. En presencia de aquella grandiosa e imponente hermosura que agradaron y agradarán tanto, porque fueron tan hondamente sus sentidos que, paraba a ratos el caballo para abismarse en la contemplación del espectáculo que tanto le deleitaba, y para escribir aquellos versos. Desde aquel momento el viaje inolvidable  de Othón por tan majestuosos  lugares, cambió de todo a todo el rumbo de su inspiración, celebró pacto perpetuo con la naturaleza, fue ella el objeto íntima con todo y constante de sus amores, y si bien volvió a cantar aún otras bellezas y afectos, fue ya de una manera transitoria e incidental, y mezclando siempre con sus infidelidades líricas, reminiscencias y alusiones al objeto único, constante y perdurable de su entusiasmo: la luz, el cielo, la sierra, la noche, la madre tierra con todos sus encantos, y los ilimitados horizontes con todos sus tambaleantes matices. Soplos y voces”.

      En ese viaje, se entusiasmó tanto el poeta que perdió el contacto con su esposa, que no pudo encontrarla donde la había dejado, hasta que al anochecer regresó al rancho de donde habían partido, encontrándola ahí custodiada por sus amigos que la habían ayudado a recuperar la senda de regreso.

                                               IDILIO SALVAJE (Fragmentos)

A fuerza de pensar en tus historias
y sentir con tu propio sentimiento,
han venido a agolparse al pensamiento
rancios recueros de perdidas glorias.
Y evocando tristísimas memorias.
porque siempre lo ido es triste, siento
amalgamar el oro de tu cuento
de mi viejo Román con las escorias.
¿He interpretado tu pasión? Lo ignoro,
Que me apropio al narrar, algunas veces
El goce extraño y el ajeno lloro.
Solo sé que, si tú los encareces
con tu ardiente pincel, serán de oro
mis versos, y esplendor sus lobregueces.
¡Por qué a mí helada soledad viniste
cubierta con el último celaje
de un crepúsculo gris?… Mira el paisaje,
árido y triste, inmensamente triste.
Mira el paisaje; inmensidad abajo
Inmensidad, inmensidad arriba:
En el hondo perfil, la sierra altiva
Al pie minada por horrendo tajo.
Bloques gigantes que arrancó de cuajo
El terremoto de la roca viva;
y en aquella sabana pensativa
y adusta, ni una senda, ni un atajo.
Silencio, lobreguez, pavor tremendo
que viene sólo a interrumpir apenas
el galope triunfal de los berrendos.
Aun te columbro y ya olvidé tu frente:
Sólo, Ay, tu espalda miro, cual se mira
Lo que huye y se aleja eternamente.

Sirva la abreviada síntesis de este poema, para darnos como eleva su alma y su vocabulario a la antigua creación que la Naturaleza hizo de nuestro planeta y cómo el numen del poeta la lo compara con la sensación de su pensamiento y sus sentidos. Conmino a nuestros lectores a buscar y leer las obras de nuestro personaje.

Notas:

(1) José López Portillo y Rojas; Elogio de Manuel José Othon, 1976

(2) Ibídem