El nombre de la zona deriva de la cantidad de petrograbados que existen entre la superficie de la arena y parte del mar. Testimonio alucinante de los antiguos pobladores. Este sitio es diferente a todos no sólo porque se encuentra sobre la playa, sino porque atesora más de 700 grabados rupestres realizados sobre rocas volcánicas con motivos de plantas, flores, animales y figuras geométricas, que el mar no ha dañado.
Esta zona arqueológica, bordeada por espesos arbustos de mangle, se ubica específicamente en una extensión de playa con rocas basálticas de origen volcánico. En ella se encuentran más de 700 grabados rupestres con representaciones de humanos, animales, plantas y figuras geométricas.
Desde 2009, el INAH lleva a cabo un proyecto permanente de investigación en torno a los grabados rupestres y las culturas que se asentaron en la región durante la época prehispánica. A partir de los estudios arqueológicos realizados en la periferia ha sido posible identificar más de 20 asentamientos. En principio, se ha revelado la existencia de una ocupación precerámica (7000-5500 a.C.), anterior al inicio de la agricultura en el continente americano, caracterizada por una industria lítica en la que se encuentran puntas de proyectil de forma foliácea (tipo Lerma). También se ha establecido otra ocupación mucho más tardía, con la presencia de cerámica y otros materiales arqueológicos correspondientes a una cultura sedentaria (cultura Chicayota) vinculada con la tradición Aztatlán (750-1250).
Las Labradas es el primer asentamiento arqueológico abierto al público en Sinaloa. Se le decretó como zona de monumentos arqueológicos el 30 de noviembre de 2012. Sus grabados se hallan en la superficie de las rocas como figuras individuales o como paneles (de dos o más figuras). Además, se distribuyen sin un patrón definido; algunos se concentran en grupos o conjuntos y otros están aislados, si bien dicha distribución obedece más bien a las características físicas del mismo agrupamiento.