La lucha por un “partido”, ¿será el Principio del fin del morenismo?

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Adolfo Olmedo Muñoz.

“Con la vara que mides serás medido”.
Lo que dicen que dijo otro “Mesías”.

En la guerra, dicen los que dicen que sí saben del arte de la guerra, que antes de ir a la lucha hay que saber identificar al “enemigo”, por lo que se recomienda que si se va a emprender o sostener una contienda, sentencian: “antes de entrar en combate, recapacita; si tu enemigo es más fuerte que tú, retírate a tiempo y prepárate para otra ocasión; Si tu enemigo es más débil que tú, sé magnánimo; pero si tu enemigo tiene el mismo nivel que tú, aplástalo y no dejes que se levante”.

Sería muy prolijo hablar de muchas de las lealtades pendientes del actual presidente, como la de palurdos como Fernández Noroña

Sin embargo, del ingenio popular, a esa manoseadísima “vox populi” cuyo origen pretenden sembrarlo en las filas del priismo en su era de esplendor (50 años más o menos) surgió una suerte de cábala gitana que recomienda que: “los pendejos no hay que enfrentarlos, tan solo desenfunda tu arma y dásela a ese “oponente”, su ineptitud se hará cargo del resto, la impericia y torpeza provocará, automáticamente, que se dispare a sí mismo”.

Definitivamente no es fácil predecir cuál será el desenlace de ese desdibujado sainete que viven las tribus, las gavillas, las “compañías” de maromeros y saltimbanquis y muchos otros “cuasimodos” de esa “corte de los milagros” que se dice ser la “cuarta… transformación” pero lo que sí puedo visualizar es que una restauración atemporal del caudillismo no tiene espacio ya en la época contemporánea.

Bien lo apuntó Beatriz Paredes (de ese linaje que si saben de política) luego de advertir el peligro de caer hacia ese “priista”; “que todos llevamos (¿?) dentro” refiriéndose a esos parásitos que a lo largo de muchos años fueron encluecando los cánceres que ciertamente uso Andrés Manuel López Obrador para urdir una revuelta llevando como bandera el hartazgo popular hacia las “viejas prácticas” de corrupción e impunidad. Tan viejas…  y nuevas que, por ejemplo, podemos preguntar, por qué la mayoría de las concesiones gubernamentales son otorgadas hoy sin licitaciones, en un porcentaje mucho, pero mucho mayor que lo que ocurrió en el mañosamente satanizado, período neoliberal. Pues porque son más cochinos y mucho menos “preparados”. La gran mayoría de los cuatrotés, como decían los políticos de antaño: son puros “gañotes aventureros”.

La pieza oratoria de la lideresa tlaxcalteca es la voz de un oráculo, que por motu proprio ha preferido pasar en discreto silencio, haciendo política desde las cámaras de cabildeo, en negociaciones que tarde o temprano, le serán favorables a los, hoy, despreciados priistas. Y es que en ese documento apunta, que lo que diferencia a los verdaderos priistas es que “nosotros -dijo- tuvimos la capacidad de inscribirnos en la modernidad y tomar de la modernización del mundo aquello que permita que los principios del PRI puedan ser reactivados”.

“Los que hoy gobiernan -señaló luego- quieren regresar al pasado, alejarnos del mundo y subordinar nuestros principios de política exterior a la supremacía blanca del vecino del norte”. Punto éste que en las últimas semanas han variado contundentemente las perspectivas, al grado de que una mayoría de norteamericanos no le apuesta a la continuación de un nuevo mandato de Donald Trump; el “big brother” de AMLO.

Tema que de manera muy sutil “maneja” ya Marcelo Ebrard, uno de los candidatos fuertes de AMLO, en caso de que éste no pueda -o no lo dejen- reelegirse y entonces lo mandaría tal vez llevando como patiño (pseudo contrincante -quien sabe si es chicle y pega dice el populacho-) a su protegida Claudia Sheinbaum, ex de uno de los principales, junto con René Bejarano y otros, operadores políticos, económicos, tranceros y agitadores adoctrinados u onerosos, el activista Carlos Imaz Gispert.

En política, aseguran, no hay coincidencias. Es mucho lo que hizo esa camarilla para la creación del Partido de la Revolución Democrática bajo la directriz de Cuauhtémoc Cárdenas y muchos otros sedicentes izquierdistas, además de algunos otros valiosos políticos de la propia cartera priista, pero de la tendencia democrático-socialista como el Señor Porfirio Muñoz Ledo, valiosísimo aliado que se consiguió Cuauhtémoc Cárdenas.

Pero también se hizo de alacranes como el propio Andrés Manuel López Obrador a quien reclutó directamente desde su rancho y lo incorporó a los cuadros medios de mando que reclutarían después a gente como René Bejarano, quien dio posada a López Obrador a su llegada a la capital del país, detalle que nunca ha olvidado, al parecer, el “gurú” de la 4T.

Sería muy prolijo hablar de muchas de las lealtades pendientes del actual presidente, como la de palurdos como Fernández Noroña, coralillos como Dolores Padierna o asquerosos rufianes barnizados de culteranos como el amorfo Francisco Ignacio Taibo II, quien, por cierto, acaba de aventarse la “amlada” de pedir que “se invite” a Héctor Aguilar Camín y a Enrique Krauze (de seguro pensó en muchos, muchos otros) para que abandonen el país … hágame el “refabrón cabor”.

Pues bien, todos esos “besamanos” y muchos otros “huele flatulencias del patrón”, al más puro estilo pirata, no tardaron en formar sus camarillas, algunas catalogadas como cuadrillas, como tribus, como clanes, como porros (muchos de ellos incrustados como “jáquers”) y otra fauna difícil de definir, pero la más, ¡anarquistas! de profesión.

Con el debido respeto a mi postura de comentarista, debo citar también a un joven que parece tener, como dirían también los viejos revolucionarios: “patas de jinete” pues es un valioso profesionista, activista, conductor de programas televisivos, escritor… un estuchito al parecer, pero que, en lo personal yo le pongo asterisco de duda, pues coincidiendo con el “viejo lobo de mar” Don Porfirio (Muñoz Ledo), tiene un pequeño (puede tomarse como un eufemismo) defecto, y es que se confiesa -y es de firmes convicciones al parecer- unipartidista, lo cual en principio tiende, por lógica simple, hacia algún tipo de totalitarismo (póngale el color que quiera).

Cosa que choca, contundentemente, con la verdadera política que ha impreso el “estilo personal de gobernar” de Andrés Manuel López Obrador, y que podemos bautizar ya como la “etapa de la sistematización de la política polarizante”

La anarquía no crea gobiernos, lo que, es más, ni buenos ni malos, es una eterna “madriza” de todos contra todos de la que solo sobreviven, los que ya no tienen nada que ganar. “Pero el destino que todo destruye (tango para otro tango) se revelará ya pronto en la lucha por la dirigencia del “partido”, que primero habría que hacerlo tal, cosa que tiene en mente aquel joven valioso del que hablamos antes, Gibrán Ramírez Reyes aspirante a la dirigencia de Morena, lo cual, desde mi punto de vista es una utopía más. Aunque, es muy testarudo.

Por todo eso me atrevo a pensar que la afrentosa “buenona” MORENA, más pronto que tarde, podrá pasar a ser un insignificante “prietito” de este arrrrrrrros… y que los que fungieron como “carniceros de hoy serán, no sé cuándo, pero lo serán, las reses de mañana”.