Javier López Medina.
Han pasado tres años desde que Morena llegó al poder y la oposición no encuentra la estrategia para enfrentar al Presidente AMLO. No encuentra como abrir el cerrojo para acabar con al Presidente.
Lo han atacado tres años de todas las formas posibles y el Presidente tan campante y fresco como siempre. Entero y creciendo, como dicen los italianos.
Sus niveles de aprobación rondan en el 68%, y no parece moverlo ni el viento.
Los ataques al Presidente, me recuerdan a la memorable pelea entre George Forman vs Muhammad Alí en el Congo, conocido como la “batalla en la Jungla”.
Alí un boxeador joven, fuerte, inteligente y zagas, enfrentó al campeón del mundo George Foreman quién la mayoría de sus peleas las había ganado en los primeros dos rounds.
Para referirse a su oponente, Alí le decía la “momia”, por sus movimientos torpes, sus golpes demoledores, pero sin dirección y su lentitud dentro del ring.
En esa pelea Foreman salió a terminar con Alí igual que había hecho con todos sus contendientes anteriores. Acabarlo en los dos primeros rounds.
Alí salió a boxearlo y aguantarlo, lo evitaba, corría, soportaba la andanada de golpes y de vez en vez, lanzaba un contragolpe que dejaba desconcertado al furioso Foreman.
Pasaba el tiempo, Alí seguía con su estrategia, se “enconchaba” en las cuerdas, se hacía hacia adelante y hacia atrás, mientras soportaba los “marrazos” del campeón invicto.
Para el séptimo Round, Foreman, era peor que una momia, ya no podía tirar golpes, ni seguir a Alí por el cuadrilátero. Estaba exhausto, sin fuerza y a merced de Alí.
En el octavo round, un Foreman cansado de atacar y sin fuerza, fue fulminado por un rápido contragolpe de Alí. Ahí terminó el reinado del campeón invicto George Foreman y empezó la leyenda de Muhammad Alí.
Algo así le sucede a la oposición al Presidente.
La oposición se encuentra furiosa, extraviada, perdida y confundida, tirando golpes a diestra y siniestra, buscando derribar al presidente en los primeros dos rounds, pero no sucede nada, sino todo lo contrario.
Es porque la oposición sigue pensando que nada ha cambiado en las últimas tres décadas. Como dice la canción de los cadetes de Linares: “No te preocupes por mí, aquí todo sigue igual como si estuvieras tu…”.
En México y el mundo han cambiado muchas cosas para siempre:
Primero, hoy es una batalla entre la izquierda y la derecha, antes era una batalla entre hermanos, derecha contra derecha. Y la Izquierda; populista, autoritaria, autócrata como le quiera llamar, pero al fin izquierda.
Segundo, antes la democracia se desparramaba a través de los medios de comunicación, lo que salía en los medios, los electores lo daban por hecho. Para comunicar, los políticos llegaban a los medios y los medios “moldeaban la verdad”.
Ahora los electores se informan de manera directa a través de las redes sociales. No necesitan de ningún portavoz, establecen su propio criterio y determinan ganador y perdedor independiente de las demás opiniones; cada elector es un medio de comunicación en sí.
Tercero, antes el círculo rojo determinaba de antemano quién ganaba y quién perdía, el circulo verde solo participaba como actor secundario en el juego de la democracia, desde el 2006, dejo de mandar el círculo rojo y empezó a mandar el circulo verde.
En otras palabras, antes mandaban solo los que tenían poder y dinero, ellos decían lo que se hacía, determinaban quién ganaba y quién perdía; ahora no, ahora manda el pueblo, el pueblo determina quién gana y quién pierde. Y se han vuelto más importante las ideas que el dinero.
Pero la oposición al gobierno sigue pensando que nada ha cambiado. Y que “golpeando el bulto” lo van derribar.
Pero al final les puede pasar lo que a Foreman, se pueden cansar de seguir al fantasma por todo el ring, de tirar golpes y terminaran derribados como la momia Forman a manos de Alí, con una ráfaga de golpes rápida como el viento que Foreman sigue sin recordar cómo pasó.
Si la oposición quiere sobrevivir al cambio en México y el mundo, tiene que repensar la estrategia para derrotar al Presidente. Y no es precisamente golpeándolo todos los días.