Carlos Padilla Muñoz.
Seguramente tienen razón quienes opinan que el mayor cáncer en México es la corrupción y la impunidad, y aunque aquí el orden de los factores no altera el producto, suelen ir de la mano. Estos dos factores tienen enterrado al país en un mar de ineficiencia, injusticia, violencia, mentiras y gobiernos que han engañado al pueblo llevándolo a la ruina.
En los gobiernos priistas la corrupción y la impunidad eran pan de todos los días, es más, la gente llegamos a pensar que así era lo correcto, que no podría ser la vida sin la corrupción en todos los niveles. En el mundo, nuestro país ocupa uno de los diez primeros lugares en corrupción, parece formar parte de la cultura de nuestro pueblo.
Pero la corrupción y la impunidad, no son los únicos elementos que operan nuestros políticos y funcionarios, las mentiras, los engaños, la represión, el odio político y las venganzas, recrudece el estado putrefacto de nuestro sistema, incluso en el gobierno de la 4T.
Desde la mordida que dan o exigen los funcionarios de tercer, cuarto o quinto nivel por acelerar una solicitud, rebajar multas y recargos, pedir favores para beneficiar a personas y empresas en compra-ventas con el gobierno, hasta grandes operaciones que se hacen en segundo y primer nivel para obtener ganancias millonarias, haciendo compra con empresas fantasmas que finalmente resultan ser de políticos y funcionarios a través de prestanombres. Esta es la forma moderna de robar los dineros del erario, para salvar las auditorías que hacen los órganos encargados de vigilar la correcta aplicación del dinero de los gobiernos que es nuestro dinero. Las mordidas exigidas por tránsitos y policías ocupan uno de los primeros lugares.
La impunidad que provocan funcionarios de bajo nivel en el aparato judicial desde los policías, agentes del ministerio público, secretarios hasta jueces y magistrados, que fabrican indagatorias, o carpetas de investigación como ahora se le nombra, a modo para favorecer a los delincuentes y estos recuperen su libertad después de un corto proceso de prisión.
La podredumbre en el aparato judicial es clara y burda, jueces y agentes del Ministerio Público que fabrican sentencias absolutorias para beneficiar a delincuentes, desde narcos, violadores, asaltantes y ladrones de cuello blanco. Alguien dijo una vez, si se aplicara la justicia como debe ser irían muchos a la cárcel, el problema sería quien cierra la puerta.
A pesar de los discursos con falacias y mentiras absolutas de los funcionarios de gobierno desde el presidente López Obrador, que asegura que ya no son iguales, cuando la verdad nos dice que la corrupción y la impunidad sigue imperando en nuestro país.
Ahí tenemos varios casos de feminicidio, uno en Nuevo León donde funcionarios judiciales tratan de hacer aparecer que la muerte de una jovencita fue a causa de que se ahogó en una cisterna, cuando todo apunta a un claro feminicidio cometido por una persona del crimen organizado protegido por las autoridades judiciales.
Otro caso se presentó recientemente con una jovencita que apareció muerta en el estado de Morelos, unos videos involucran directamente a un poderoso empresario, coludido y relacionado con funcionarios judiciales quienes se encargaron de fabricar una investigación a modo y un acta de necropsia donde dice que la jovencita murió por congestión alcohólica. Pero la intervención de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México y la Fiscalía de ese lugar, investigó que la jovencita presentaba golpes por todo el cuerpo y que había recibido un golpe en la cabeza con un objeto contuso que acabó con su vida.
Hasta donde llegan los funcionarios corruptos que por miles de pesos recibidos fabrican investigaciones a modo para proteger a los delincuentes, aunque estos favores son solo para quienes pueden pagarlos, el resto está refundido en los penales del país. Recientemente el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación aceptó que había miles de inocentes en los penales esperando sentencias, las que son retardadas para que paguen cuotas que ellos mismos ponen.
Así es la situación en nuestro país, el sistema judicial es un asco, está lleno de vicios, de corruptelas, impunidad. Aparte de leyes obsoletas que son aplicadas por los jueces, magistrados y agentes del Ministerio Público.
Para muestra local un botón, en la Coordinación Matamoros de la Fiscalía del Estado, todo mundo sabe que la libertad inmediata de quienes fueron señalados en su momento como los autores materiales e intelectuales de la muerte de una jovencita de nombre Rocío, no fue gratis, se habla de dos millones de pesos para no detener a los culpables que son familiares de un líder cetemista de Matamoros, protegido por la Fiscalía por órdenes de arriba.
Los autores de este crimen se pasean libremente por Matamoros sin temor que se aplique la ley, porque ésta fue comprada en un claro acto de corrupción e impunidad.
De estos casos hay cientos. Los Ceresos, que por cierto son otro foco de corrupción, donde los internos viven un verdadero infierno y que aparte tienen que pagar por su vida y algunas comodidades, las películas sobre este tema como El Apando, se quedan cortas.
Una vez un amigo me confió. Yo le temo a la miseria extrema, una enfermedad terminal, la muerte, pero más a estar preso en un penal en México.
Así, la corrupción y la impunidad sigue siendo pan de todo los días en nuestro país, a pesar de los discursos en las mañaneras, pero no solo en el aparato judicial, en todos los órdenes, tal parece que este cáncer lo traemos de nacimiento.
En algunos países la corrupción y la impunidad se castiga con cárcel y la muerte, aquí en México se premia con dinero, mucho dinero.
Los casos más palpables, son los robos que hicieron el ex alcalde de Torreón, Jorge Zermeño Infante, a quien no se le tocará ni con el pétalo de una rosa. Por aquello de poner en peligro una alianza electoral que están a punto de negociar. La impunidad para Jorge Zermeño que junto con su gavilla se llevaron más de dos mil millones de pesos.
Otro caso que será enterrado en el olvido por la corrupción y la impunidad, será el saqueo burdo y asqueroso, cometido por el exgobernador de Durango, José Rosas Aispuro, quien resultó el mayor ladrón en Durango de 24 mil millones de pesos, si leyó usted bien, veinticuatro mil millones de pesos, más de la mitad del presupuesto anual de ese estado.
A pesar de las tronantes declaraciones de investigaciones y auditorías, el tiempo se encargará de echarle tierra al excremento, como los gatos, de esta deuda que avergüenza a los duranguenses.
Y de estos casos hay muchos en el país, debería haber una ley que castigara a los gobernantes que dejaran deudas millonarias, así terminaría el saqueo y la corrupción.
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