Primera república negra independiente

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José C. Serrano Cuevas.

Haitianos que se han quedado varados en Tapachula, Chiapas, al interrumpir su peregrinar hacia Estados Unidos, dicen que pasaron dos meses caminando, atravesaron la selva y, en el viaje gastaron 5 mil dólares. A estas alturas sus bolsillos están vacíos.

Una pareja localizó en la colonia El Vergel de aquella ciudad del Soconusco un cuarto de concreto con techo de lámina, un baño rústico y un pequeño horno portátil para cocinar. En el cuarto duermen 12 personas de tres familias distintas. Pagan 5 mil pesos por la renta mensual. Dicen sentirse afortunados al vivir en ese lugar, comparando los cuartos que rentan en el centro que, son más pequeños en los que llegan a amontonarse hasta 20 personas.

Dos mujeres cocinan una olla de arroz (será el primer y único plato del día). Sólo hay una cama matrimonial para los 12 inquilinos. Cada día, comentan entre ellos, que ya es tiempo de dejar ese lugar y proseguir el camino que los conduzca a mejores horizontes.

Tapachula se ha convertido en la capital de la contención migratoria, una «ciudad-cárcel» de la que no se puede escapar. Para medio remediar su situación económica, un grupo de haitianos ha mostrado a los tapachultecos sus habilidades culinarias: preparan platillos típicos de la cocina caribeña. Hay gente que se solidariza con ellos y compra las viandas que les ofrecen a la pasada. La venta diaria les deja una ganancia que, aunque modesta, puede alivianarlos de las penurias cotidianas.

Harris Whitbeck, periodista y escritor guatemalteco, nieto de un norteamericano de nombre y apellido similares, publicó en Planeta el libro El oficio de narrar sin miedo. En sus páginas puede leerse que, «en el siglo XVIII Haití pasó de ser una riquísima colonia francesa a convertirse en una de las primeras expresiones de republicanismo democrático en el hemisferio para, luego, caer en la noche oscura de la sangrienta dictadura de la familia de Francois Duvalier y su hijo Jean Claude, quien gobernó la isla de 1957 a 1986».

La mansión Oloffson ubicada en Puerto Príncipe, la capital del país, se convirtió en el punto de encuentro literario, musical, intelectual y político más célebre del Caribe. Durante las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado era el destino predilecto de estrellas de cine y miembros de la élite de la época. Jacqueline Onassis y Mick Jagger se codeaban con novelistas como sir John Gielgud y Graham Greene. También solían visitar la mansión los Tonton Macoute, nombre con el que se conocía a los miembros de la temida policía secreta de la dictadura.

Melody Fonseca Santos, académica e investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid, realizó y publicó un trabajo cuyo propósito es promover un análisis crítico de las intervenciones militares estadunidenses más importantes del siglo XX en el continente americano. Destaca la necesidad de repensar la historia política haitiana indispensable para entender el Haití actual.

Hace 217 años que Haití se convirtió en la primera República Negra independiente en América Latina, es hoy el país más pobre del hemisferio occidental tras largas y duras crisis políticas y sociales.

En el tiempo pretérito cercano, Haití volvió a saltar a los medios de información. «Esta vez por un desastre natural que tiene mucho más de social y que, vino a sacar a la luz las medias verdades de las crisis que enfrenta este país desde su independencia»:

Al estudiar las relaciones históricas entre Haití y Estados Unidos «logramos comprender que el aislacionismo que supuestamente caracteriza a Haití no es más que una creación norteamericana para justificar sus acciones en esta república independiente desde 1804».

La primera intervención de Estados Unidos fue durante el período 1915-1934. La segunda ocasión en que los marines estadunidenses desembarcaron en Puerto Príncipe fue en septiembre de 1994 durante la administración de William Jefferson Clinton.

Los haitianos merecen, como un mero acto de justicia, que los Estados Unidos abran sus puertas a quienes ofrecen su fuerza de trabajo: lustros de expoliación justifican de sobra esta que pudiera ser una acción reparatoria.