México, una rebelión social que se atomiza y crece

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Luis Fernando Hernández González.

Los sucesos que cotidianamente se presentan en México y su Presidente, nos facilitan el formularnos  una serie de sátiras que en el humor social resultan gratas  expresiones para enriquecer el debate público de una sociedad que tal vez no actúa, pero si es un recipiente  potencializado en su inconformidad y hartazgo frente a una autoridad pública que no muestra signos de compromiso responsable para hacer una eficiente y clara  calidad administrativa nacional que contenga resultados para su sociedad.

La población expresa un estado anímico de impotencia mismo que se ve claramente reflejado en las redes sociales que bajo distintas formas de anonimato o bien al dar muestra de una sociedad inconforme, exasperada, engañada y potencialmente decidida como resuelta a todo, expresa su reacción pública ante desfiguros e ineficiencias, pues es en síntesis su tiempo generacional perdido.

Esto se configura en la autocracia de un régimen  que  no tolera  la disidencia en cuanto a sus insulsas y baladíes prácticas de políticas públicas unilaterales de una mente que cree conocerlo todo y saberlo de todo, bajo un mando que no tolera bajo ningún concepto de disidencia, la libertad  y la participación democrática en la que se basa la superación, la lucha de contrarios y los cambios cualitativos y cuantitativos que hacen rendir frutos a una autentica sociedad política en este tiempo moderno.

Los mexicanos percibimos esta desgracia y lo vemos de manera cotidiana  en estés tiempo de mañaneras y denuncias plagadas de descalificaciones a diestra y siniestra, arriba y abajo, teniendo como plataforma  natural  la corrupción y la deshonestidad; motivo para exhibir a una serie de personajes disidentes, como aquellos actores favoritos para ejemplificar expresiones y peroratas  que  hasta ahora no dan muestra de claridad y  contundencia  en sus resultados tangibles frente a la potestad del derecho.

Al perderse claridad y objetividad en el proyecto mismo se desvanecen los proyectos y principios que bajo un sustento ideológico fincado en la transformación solo trae como real política la división social conjuntamente con una gran duda y la carencia de objetivos y unión de una sociedad que no vislumbra horizonte y si en cambio un lamentable tiempo perdido para sus fines y propósitos de superación en calidad colectiva.

Un pasaje que nos define esta realidad nacional, la encontramos en una de las lecturas contenidas en la Rebelión en la Granja de George Orwell, cuando en sus páginas nos dice: “En la ficción creada por el escritor inglés, los animales poseen características humanas: hacen densos cuestionamientos sobre política, filosofía e identidad.

Se organizan e intentan crear una sociedad utópica luego de hacer duras críticas al hombre, en este caso representado por la figura del señor Jones.

El hombre es el único ser que consume sin producir. No da leche, no pone huevos, es demasiado débil para tirar del arado y su velocidad ni siquiera le permite atrapar conejos. Sin embargo, es dueño y señor de todos los animales. Los hace trabajar, les da el mínimo necesario para mantenerlos y lo demás se lo guarda para él. Nuestro trabajo labora la tierra, nuestro estiércol la abona y, sin embargo, no existe uno de nosotros que posea algo más que su pellejo. Vosotras, vacas, que estáis aquí, ¿cuántos miles de litros de leche habéis dado este último año? ¿Y qué se ha hecho con esa leche que debía servir para criar terneros robustos? Hasta la última gota ha ido a parar al paladar de nuestros enemigos. Y vosotras, gallinas, ¿cuántos huevos habéis puesto este año y cuántos pollitos han salido de esos huevos? Todo lo demás ha ido a parar al mercado para producir dinero para Jones y su gente.

El discurso es de Viejo Major, un cerdo de cierta edad poseedor de un profundo sentido de la justicia. El ideal más importante de la vida de Major era convertir a los animales de la granja en seres ricos y libres. De acuerdo a él, todos los hombres son enemigos y todos los animales son camaradas e iguales.

Los animales crearon un himno titulado «Animales de Inglaterra» que subrayaba la esperanza y el deseo de igualdad y libertad para todos.

Instituyeron en la nueva sociedad siete mandamientos que guiarían el Animalismo y la vida en comunidad:

  1. Cualquier cosa que ande en dos piernas es enemiga.
  2. Cualquier cosa que ande en cuatro piernas o tenga alas es amiga.
  3. Ningún animal usará ropa.
  4. Ningún animal dormirá en una cama.
  5. Ningún animal beberá alcohol.
  6. Ningún animal matará a otro animal.
  7. Todos los animales son iguales”

 Cuando nos damos cuenta  que la ficción en ocasiones se convierte en realidad o bien la realidad en ficción le damos un sentido de similitud, a lo que acontece en nuestra nación, quien al ser poseedora de una gran riqueza tanto territorial como en sus múltiples materias  naturales,  los mexicanos no acabamos por ponernos de acuerdo,  cuando unos quieren el socialismo sin trabajar y otros orillan a los linderos de un autoritarismo rapaz, que vemos que no ha dado resultados  en otras naciones del mundo  y si en configurar dictaduras autoritarias  que  someten a la democracia y cancelan la libertad.

Son los mismos que descalifican a la clase media nacional por ser una fuerza motora de evolución en sus aspiraciones y ser a la vez, quienes buscan su mejoría y su calidad de vida como sociedad.

Rebeldía al interior del gobierno federal, en los partidos políticos, en los grupos empresariales y sindicales, en el sector salud y educativo, en la política interna y externa, como también agregue usted, en los panoramas económicos de edificar para crecer y dar resultados tangibles a la sociedad que demanda respuestas ya.