Mis sexenios (80). Los manotazos de Raúl Sifuentes Guerrero

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

Luego de las elecciones federales, el secretario de Gobierno Raúl Sifuentes Guerrero, se quedó gobernando a Coahuila, mientras Enrique Martínez andaba consiguiendo la candidatura presidencial del PRI. 

Para Raúl Sifuentes los candados del PRI eran insuperables, pero sería un aliado formidable para cualquiera de los precandidatos. A eso le jugaba el secretario de Gobierno. Sin embargo, era un funcionario odiado por muchos políticos a los que había dañado con sus intrigas palaciegas y sus trabajos sucios.

Por eso, Raúl Sifuentes forma parte de la lista de funcionarios repudiados entre los que destacan Rodrigo Sarmiento Valtier, Carlos Juaristi Septién, Raúl Garza Serna y Óscar Olaf Cantú Ramírez.

Raúl Sifuentes Guerrero

Sifuentes Guerrero trató de perjudicar a los periodistas, inventando la iniciativa de Ley de Datos Personales, que envío al Congreso para que fuera aprobada.

Esta Ley, con el pretexto de proteger la intimidad y la vida privada, principalmente de los funcionarios públicos, pretendía convertir a los periodistas y reporteros en delatores de sus fuentes y en denunciantes de delitos; y de paso, acotar el trabajo profesional de camarógrafos, fotógrafos y caricaturistas con el objetivo de cuidar la “imagen” física, no moral, de los funcionarios.

La crítica a esta iniciativa, motivó que algunos funcionarios señalaran que se había malinterpretado su contenido. Incluso un diputado panista lamentó “la poca civilidad” de quien había filtrado la iniciativa a la prensa.

Hubo declaraciones de las más altas autoridades del estado que insistieron en que no había dolo en el objetivo del mamotreto, y lo más risible, que tal Ley era para proteger a los periodistas.

Ninguna de estas “explicaciones” tenían fundamento. El dolo estaba claro en el texto “filtrado”. De tal manera que la iniciativa gubernamental se convirtió de “borrador” y “documento de trabajo” a anteproyecto de consulta.

La iniciativa gubernamental tenía un remitente, Raúl Sifuentes Guerrero, quien quería protegerse de las críticas de los periodistas que no se habían sometido a él.

Aun cuando la iniciativa gubernamental iba dirigida a perjudicar el trabajo del gremio periodístico, sólo unos cuantos periodistas y medios de comunicación respondieron a la emboscada sifuentista, entre ellos los periódicos El Siglo de Torreón, Palabra, Gente y El Periódico de Saltillo; además de algunos periodistas y conductores de radio en Saltillo.

También es cierto que la iniciativa de la Ley de Datos Personales se envió al Congreso Estatal con la anuencia del gobernador Enrique Martínez, la cual pretendía amordazar a los periodistas coahuilenses, y de paso comprobar lo que algún día alguien dijera, “Raúl nunca usa el cerebro, es un político de descontón”.

Aun así, Raúl Sifuentes señaló “La Ley de Datos Personales no pretende coartar la libertad de expresión, sino fortalecerla”. Pero de nada sirvió, la demagogia fue vencida por la inteligencia.

En Torreón y San Pedro de las Colonias el gobierno enriquista tenía mala imagen, porque se había marginado a los grupos políticos laguneros, y por los favoritismos en la obra pública que se le daba a algunos constructores.

A Raúl Sifuentes se le acusaba de ser el autor intelectual de tales agresiones por su revanchismo político en contra de sus malquerientes, y por sus negocios particulares.

En Torreón se denunció que las empresas Acolsa y Alfa eran las constructoras consentidas de Raúl Sifuentes.

Acolsa era propiedad de los hermanos Edgar y Salvador Acosta Olvera (supuestos socios de Hassam y José Manzur, que a su vez eran socios de Raúl Sifuentes en Paredón Stone), quienes fueron sido beneficiados con las grandes obras públicas en la región. El Distribuidor Vial Revolución fue una de las obras adjudicadas a la constructora Acolsa.

Según los inconformes, los constructores consentidos de Raúl Sifuentes contaban con información privilegiada que les permitía conocer de antemano los costos reales de las obras.

El otro gran beneficiado de Raúl Sifuentes, era el dueño de la constructora Alfa, que a la vez era concesionario de TV Azteca, Alberto Alegre Familiar, a quien se le adjudicó la obra de terracería y pavimentación de la parte baja del Distribuidor Vial Revolución, aun cuando había quedado en cuarto lugar en el concurso de licitación.

Por aquella época, se dijo que se había presentado un problema en uno de los carriles elevados del Distribuidor Vial Revolución, donde al parecer sufrió un desplome de cerca de 15 centímetros, que se pretendía corregir con ayuda de gatos hidráulicos.

Este Distribuidor fue echado abajo al principio del sexenio de Humberto Moreira.

El cínico cardenal Juan Sandoval Iñiguez

         Todavía no terminaban de echarle tierra al escándalo de los jerarcas católicos pederastas que habían abusado sexualmente de centenas de niños en varias partes del mundo, cuando salió a relucir una acusación más contra otro “dignatario” eclesiástico, el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, a quien el exProcurador General de la República, Jorge Carpizo, lo denunció como lavador de dinero del narcotráfico.

Ante esto, el resto de los “dignatarios” católicos (obispos, arzobispos y cardenales) pusieron el grito en el cielo, señalando que su compinche era perseguido por el gobierno de Fox, porque la PGR había recibido -como es su obligación- la denuncia judicial, para abrir las averiguaciones de ley.

Juan Sandoval Iñiguez

Cuando Juan Sandoval estuvo en Ciudad Juárez recibió -y según Carpizo seguía recibiendo- las generosas dádivas o “limosnas” de sus protegidos, los narcotraficantes, pero también se dedicaba, de acuerdo a la denuncia, al negocio de lavar dinero proveniente del crimen organizado.

Al igual que las denuncias contra los sacerdotes pederastas, el caso de lavado de dinero del narcotráfico por el cardenal Juan Sandoval Iñiguez sería archivado. Pero lo más chistoso fue que cuando Sandoval Iñiguez decidió hacerse el perseguido político, acuñó una cíunica frase de antología: “De cuando en cuando el Señor permite que haya persecuciones, para que no olvidemos que somos discípulos de un crucificado”. ¡Qué poca madre!

Lo mismo sucedió con el expriista, luego experredista y ahora militante de Morena, Ricardo Monreal Ávila, en ese entonces gobernador de Zacatecas por el PRD. Para defender a los jerarcas católicos pederastas declaró: “La iglesia nunca en su historia ha tenido que ver con el narcotráfico. Quizás algunos de sus miembros estén ligados a eso, pero no más”. Qué poco sabe de su iglesia Ricardo Monreal.

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El dinero divide a los hermanos y los enfrenta. Ese fue el caso de los hermanos constructores Verduzco Rosán (Sergio y Virgilio), cuya denuncia de Sergio contra Virgilio, fue por un fraude de 150 millones de pesos, en donde también se involucró a la esposa del acusado por defraudación en una de sus empresas donde eran socios, la compañía Alpes del Sur.

Para evitar el escándalo, los hermanos constructores decidieron que quedara como un pleito familiar. Los Verduzco Rosán son los que en cada sexenio se apoderan de las obras públicas y de los desarrollos habitacionales, con el apoyo de las autoridades a cambio de un sustancial “moche”. Su empresa es la constructora SERVER.

Pero éste no fue el único escándalo que padecieron los ambiciosos Verduzco Rosán. Durante el sexenio montemayorista, un hijo de Virgilio fue secuestrado. En esa ocasión se rumoró que el motivo del secuestro había sido que los Verduzco no habían devuelto una cantidad millonaria que Juan Chapa Garza o José Luis Treviño les dio para que lo dejaran concursar en las obras públicas y en la construcción de casas-habitación. Pero también el asunto fue manejado familiarmente.

La “estructura” de Humberto Moreira

          A pocos días del Cuarto Informe de Gobierno de Enrique Martínez, la percepción generalizada era que no había control político en el Estado.

De repente cambiaron las circunstancias políticas del entonces alcalde Humberto Moreira. Dejó de ser el político mimado del sexenio, para convertirse en el blanco de las filtraciones emanadas del Palacio de Gobierno.

Se dijo que las penurias de Humberto Moreira provenían de su acelere en pos de la gubernatura, de su protagonismo y de su importancia política. También se decía que Humberto tenía más popularidad que el gobernador Enrique Martínez, además de acumular traiciones, desacatos, errores e incompetencia.

Humberto Moreira

Esto y mucho más le encontraron a Humberto Moreira sus malquerientes, pero esto nada tenía que ver con el verdadero motivo de la embestida contra Moreira.

“La Estructura” era el origen de la disputa y el valor político que tenía Humberto Moreira, para que su enemigo Raúl Sifuentes se ocupara de él. “La Estructura” era una organización con fines electorales que Humberto había construido desde que fue director de INEA.

“La Estructura”, una mezcla de populismo, proyecto político y chambismo, cuya misión en las elecciones gubernamentales de 1999 fue apoyar a Enrique Martínez, sin tomar en consideración la “línea” del gobernador Rogelio Montemayor y del PRI.

 “La Estructura” cuyo principal líder era Humberto Moreira, tenía una vital importancia para todos los aspirantes gubernamentales del PRI, y por lo tanto para el propio gobierno priista de Coahuila. Sin embargo, por alguna razón desconocida, el secretario de Gobierno Raúl Sifuentes Guerrero, la quería destruir para debilitar a Humberto Moreira.

“La Estructura” también tenía la animadversión del PAN, enemigo ideológico de Humberto Moreira, a quien se oponían todos los aspirantes del PRI y del PAN, pues tenían la convicción de que los desplazaría del poder.

A pesar del “fuego amigo”, Humberto no respondió, pues hasta ese momento “La Estructura” había sido un vehículo electoral, pero según los humbertistas, podía convertirse en un tanque de guerra, si así lo decidía su líder Humberto Moreira.

(Continuará)

El futurismo a todo vapor…