VIOLENTAR E INVALIDAR LAS ELECCIONES, LA ESTRATEGIA DEL GASTADO RÉGIMEN

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David Guillén Patiño.

Conforme avanza la actual contienda electoral, se fortalece mi presagio de que el viejo régimen le está apostando a la invalidación de los comicios a partir del enrarecimiento y judicialización del proceso.

Sucede que esta vía es la única que ofrece al arcaico sistema posibilidades reales de recuperar la presidencia de la república, el control del poder legislativo y consolidar importantes bastiones en varios estados del país, entre ellos, Coahuila.

Tal como lo he anticipado, ciertos medios de comunicación están hoy en vías de intensificar una campaña orientada a sembrar en la percepción colectiva la imagen de un país envuelto en la ingobernabilidad, producto de una violencia superlativa.

Después de la treintena de recientes asesinatos de candidatos(as) a diferentes cargos, y luego del encuentro fortuito de Claudia Sheinbaum con supuestos miembros del crimen organizado, ahora la moda es vincular a Andrés Manuel López Obrador con el narcotráfico y la adoración a la Santa Muerte.

En este contexto, aparece en el escenario político la jerarquía católica que, con “profunda preocupación” y a través de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), hace un llamado a que la sociedad vuelva al camino de la paz y la justicia.

En este punto, es preciso hacer notar que el clero carece en lo absoluto de autoridad moral para hacer semejante exhortación, toda vez que ha sido promotor, colaborador y hasta protagonista de hechos sangrientos a gran escala, por citar dos ejemplos: la Guerra Cristera (que cobró la vida de 250 mil mexicanos) y la guerrilla del EZLN de 1994 en Chiapas, donde también perecieron cientos de familias.

Aprovechando la falta de memoria de los feligreses, mediante un videomensaje, el secretario general de la CEM, Ramón Castro, tuvo la desfachatez de posicionar política y electoralmente a los clérigos, como intentando llevar agua a su molino:

“Hacemos un llamado dijo– a una profunda conversión de los corazones y a optar por un cambio radical, pasando de una cultura de muerte (¿derivada acaso del culto a la Santa Muerte?) a una cultura propia de la civilización del amor (como bien lo pudo haber dicho Xóchitl Gálvez, con motivo de su ´amor a México´) … Amar a México hoy es orar más, participar votando y construir la paz”.

La inseguridad pública no es producto solamente del crimen organizado. También es impulsada por grupos con fabulosos intereses económicos. Bajo este entendido, la escritora mexicana Sabina Berman prevé que en el actual proceso “vamos a ver cosas más espectaculares que el simple descarrilamiento de un vagón de tren; vamos a ver, por ejemplo, la toma de algún foro de televisión por encapuchados, y va a ser un foro de televisión de la derecha”; también “vamos a ver secuestros”.

De entrada, estamos siendo víctimas de una implacable infodemia, financiada por la oligarquía, en especial por los plutócratas, cuyo objetivo es provocar miedo entre la población para ahuyentar el voto e invalidar, como dijimos, las elecciones.

Lo más lamentable de esta estrategia es que el objetivo solo puede alcanzarse si el caos electoral es llevado a niveles nunca vistos por las nuevas generaciones, es decir, algo muy cercano a una revolución armada.

En el contexto local, a mitad del periodo de campañas, se atisba una extraordinaria ola de violencia que, por alguna razón, tendrá como punto de arranque el municipio de Piedras Negras y, eventualmente, la Región de los Cinco Manantiales.

Por lo pronto, operadores patrocinados por el dirigente estatal del PRI, Carlos Robles Loustaunau, con apoyo del gobernador Manolo Jiménez, siguen empeñados en cumplir la encomienda de sabotear la labor proselitista de sus contrincantes, particularmente del PT y del ala conservadora de Morena.

Algunas de sus acciones previas, son: plagiar propuestas, destruir propaganda, vetar en los medios a toda candidatura non grata y convertir los debates en simples monólogos, a fin de no exponer las miserias de los candidatos propios.

Las huestes de Robles Loustaunau disponen del servilismo de los elementos del sistema de seguridad pública estatal, mismo que en las pasadas elecciones le hicieron el juego sucio a Jiménez Salinas, con la idea de generar un clima de terror.

El Revolucionario Institucional se juega “el todo por el todo”, aunque, en principio, no haya “nada para nadie”, con tal de que, en el “río revuelto” por venir, triunfe quien en Coahuila aún jura que es capaz de silbar y al mismo tiempo comer pinole.

Se trata de una clase política que ha dejado totalmente al descubierto su viejo amasiato con el PAN, con la variante de que ahora también tiene de su lado a ciertos líderes de Morena, partido donde el prianismo terminó por infiltrarse, gracias a su “Operación Caballo de Troya”, hasta el punto de permitirse el descaro de postular candidatos al puro estilo prianista.

davidguillenp@gmail.com