AMLO NO TENÍA PROYECTO, SE DEDICÓ A REPARTIR DINERO Y MENTIRAS

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Jorge Arturo Estrada García.

El pasado no nos dirá lo que debemos hacer,
pero sí lo que deberíamos evitar.
José Ortega y Gasset.

Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral.
José Ortega y Gasset.

La realidad se impone. No seremos un mejor país, ni tendremos una mejor calidad de vida. Andrés Manuel falló y mintió. No tendremos salud al nivel nórdico, ni tampoco podremos vivir sin violencia; ni siquiera nos libramos de la corrupción. La receta que nos aplicó López Obrador estaba envenenada. No tenía proyecto de gobierno, lo suyo es un proyecto de poder transexenal. Las trampas están en marcha. Así, durante casi seis años, el presidente reparte dinero y mentiras. Mientras, ataca a medios, y compra encuestas y votos.  Ya construyó una base social, amplia, pagando y seduciendo voluntades.

En estos momentos, el tabasqueño, acelera el paso e intensifica sus desplantes. Las tormentas de la inseguridad, y de los escándalos por los saqueos y negocios turbios arrecian.  El día de la elección se acerca, y vienen las etapas más fragorosas. Sin embargo, el gran tramposo persiste en su estrategia hasta el final. 

El presidente sabe que podría darse una elección cerrada, y con múltiples incidentes, en diversos puntos del país. Los gobiernos estatales morenistas, intentarán acarreos masivos. Ellos dispondrán de enormes recursos, humanos y financieros, para las campañas y la jornada electoral. La consigna del tabasqueño es clara: retener la silla presidencial para la Cuarta Transformación. A cualquier costo.

No será un proceso limpio. Por eso, el mandatario, requiere mantener su discurso predominando en la narrativa nacional. Andrés Manuel ya transita con el plumaje manchado, su honestidad ya es solamente un mito. En junio, presenciaremos un asunto de votos y acarreos entre políticos mexicanos, con todo tipo de linajes. No habrá batallas ideológicas; ya es una guerra de lodo entre exprianistasprd contra prianistasprd, que se intensifica.

Sin embargo, será un proceso en el que solamente con votos masivos, de los ciudadanos libres, se podrá cambiar el destino del país. De otra forma, México será regido por una dictablanda totalitaria al estilo viejo PRI. La democracia se habrá perdido.

Cabe señalar que la democracia mexicana es frágil y reciente.  Solamente tiene un cuarto de siglo de ejercicio pleno.  Durante años, varias generaciones, por las buenas y por las malas, le fueron rompiendo la hegemonía al sistema priista, para poder construirla.

De esta forma, las leyes electorales mexicanas son complicadas y restrictivas porque fueron diseñadas para tapar las mañas de los gobiernos priistas, que se resistían a perder el poder en las urnas. Durante décadas, ellos organizaban las elecciones, hacían las credenciales y las boletas, contaban los votos y determinaban a los ganadores.

Para este 2 de junio, los datos del presidente le presentan escenarios cerrados. Entonces, requiere desprestigiar más al Instituto Nacional Electoral y a los tribunales. De esta forma, se va estableciendo su teoría del complot, para no aceptar las derrotas. El presidente habla de un golpe de estado técnico y que los tribunales podrían afectar al tabasqueño, y a sus candidatos y candidatas. Molesto, amenaza con que “los tigres quedarán sueltos”. En su largo historial electoral, él nunca ha reconocido una derrota, tampoco ha podido demostrar que le hicieron trampa.

 Para este super domingo, por primera vez en 20 años, el partido en el poder arranca con ventaja en las encuestas y con el control territorial en 24 entidades estatales. Los jóvenes, con sus votos, podrían ser decisivos; ellos, regularmente votan por el cambio, aunque hace seis años no se presentaron en gran número ante las urnas. Una novedad muy relevante será la competencia entre dos candidatas fuertes, tanto Claudia Sheinbaum como Xóchitl Gálvez tienen posibilidades de ganar. En contraste, el aspirante del Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, va en calidad de esquirol, con la encomienda de restarle votos a Xóchitl.

 Por lo pronto, López Obrador ha ido imponiendo sus condiciones, los medios y las encuestas son instrumentos desprestigiados y casi inutilizados para formar opinión pública. Lo logró a lo largo de cinco años, a través de las amenazas y la censura.  En la actualidad, hay un muy alto rechazo a contestar a las encuestas. Así, es como se manifestaba el Voto Oculto, que fue llenando de derrotas al PRI hasta sacarlo del poder, en 30 estados del país.

A pesar de presumir alta popularidad, la mayor arma obradorista será el abstencionismo. Por eso, se trabaja en generarlo, tan intensamente con base en encuestas amañadas y ventajas fantasiosas. AMLO no quiere votantes libres ante las urnas. Morena compite con el acarreo como base. El miedo a perder los programas sociales es un factor de peso entre la mitad de la población.

Aunque con lentitud, la campaña de Xóchitl Gálvez avanza. El acarreo masivo a los eventos de Claudia evidencia la debilidad de su candidatura. Los aburridos mítines de una candidata poco carismática recuerdan al estilo del viejo PRI. Ella ha quedado a expensas del voto duro.

Los aguerridos críticos del PRI, en sus posiciones de lo que ellos llaman izquierda, ahora se volvieron oficinistas, burócratas y proveedores bien pagados. Incapaces de señalarle un defecto al gobierno obradorista. A ellos se le agregaron un ejército de personajes extravagantes que son construidos como influencers unos, y como golpeadores otros. Las granjas de bots hacen ruido en las redes; y multiplican los mensajes de odio y propaganda de AMLO y de su candidata. Los medios tradicionales, han sido forzados a despedir a periodistas críticos y a incrustar a paleros de la 4T.

La realidad es imparable. El cierre de sexenio será turbulento. El presidente está nervioso. Aun no hay nada seguro. Hay demasiados hilos sueltos. Demasiada incompetencia lo rodea y los problemas se multiplican. Al mismo tiempo, John Biden va por la reelección en el país vecino y AMLO va por el Maximato. Donald Trump es el elemento disruptivo que va por la revancha. En estos escenarios electorales, México y el gobierno obradorista serán la piñata. El tabasqueño ha perdido la iniciativa. El control se le va de las manos. La agresividad de los medios internacionales lo alarma. Lo más interesante está por venir. Veremos.