¿Unidad nacional?

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

Todo empezó hace unas semanas, cuando el senador Adán Augusto López leyó a sus compañeros legisladores una carta, cuyo remitente -según se especuló- era AMLO, en donde amenazaba que si Estados Unidos incursionaba en México para combatir a los cárteles de la droga, habría levantamientos armados en algunas regiones del país para defender la soberanía nacional, pero quedó claro que López Obrador estaba en desacuerdo de que los norteamericanos hicieran algo en contra de sus aliados del crimen organizado.

Luego, pocos días antes de la toma de posesión de Donald Trump, la gerente-presidenta Claudia Sheinbaum citó a los gobernadores y alcaldes mexicanos, para decirles que se prepararan a recibir a los indocumentados que deportará el nuevo presidente norteamericano, y todos se sumaron incondicionalmente.

Al mismo tiempo, el impresentable Gerardo Fernández Noroña, desde la presidencia del Senado, advirtiendo que había riesgo de intervención militar de EUA en México, dijo que “no lo permitiremos”, e invocando a la unidad nacional pidió que unieran fuerzas para la defensa de la soberanía mexicana. Agradecidos de que los tomaran en cuenta, todos los integrantes de la “oposición” (PRI, PAN y MC) estuvieron de acuerdo en sumarse al llamado de Noroña, sin poner la mínima condición para apoyar al gobierno de la cuarta transformación. Así de pequeña es la “oposición” en nuestro país.

Lo importante de este asunto, es que a ambas partes se les olvidó que durante seis años, y lo que va de este gobierno, se ha polarizado al pueblo de México desde todos los ámbitos del gobierno federal, y en ningún momento se han escuchado los leves pronunciamientos críticos de la “oposición”, ni siquiera se han tomado en cuenta sus propuestas. Tampoco recordaron, que la radicalización de las decisiones de Trump, las había provocado el gobierno mexicano, tanto el de López Obrador como el de su pupila Claudia Sheinbaum.

Hoy se pone en la mesa de la discusión nacional, el manido argumento del nacionalismo, para supuestamente defender una soberanía inexistente, de un país como el nuestro que depende comercial y económicamente del imperio norteamericano, que ve como un asunto de seguridad nacional la frontera mexicana, por la migración invasora, el tráfico de fentanilo y el poderío que han alcanzado los cárteles del crimen organizado, que por la impunidad con que actúan se han posicionado en regiones enteras del territorio mexicano.

A la “oposición” también se le olvidó que con triquiñuelas el obradorismo consiguió más curules de las que merecían con su votación lograda, y que aprovechando el mayoriteo han desmantelado los organismos independientes y democráticos, se apoderaron de los fideicomisos, destruyeron las instituciones de salud, endeudaron al país, se enlodaron en la corrupción y lo metieron en problemas con nuestros principales socios.

Se les olvidó que del pueblo de México solo votaron en las pasadas elecciones presidenciales el 61 por ciento, de los cuales 36 millones de mexicanos emitieron su sufragio en favor de Claudia Sheinbaum, y el resto, 64 millones o no votaron (los abstencionistas) o sufragaron por otras opciones partidistas. Entonces la 4T no representa al pueblo mexicano, por eso ahora invocan a la unidad nacional, en defensa de los cárteles.

Los obradoristas ahora quieren que defendamos a un gobierno que ha agredido a los mexicanos que no comulgan con las ideas de la cuarta transformación, pero ha quedado claro que quieren que defendamos al país del intento de combatir al crimen organizado, que es -finalmente- el que pone en riego la soberanía nacional. Por eso Claudia Sheinbaum se opone a que sus aliados sean considerado terroristas.

En fin, esperemos a ver que sucede, pero lo del Himno nacional, lo de la soberanía mexicana y del peligro que nos invada el imperio, solamente se antojan como llamadas a misas. Y allí estamos.

Política aldeana

En el “informe” de sus primeros 100 días de gobierno, lleno de acarreados, Claudia Sheinbaum dijo muchas mentiras y falsedades, pero eso sí, su discurso fue pletórico de halagos para AMLO “el mejor presidente de México” (y Juárez dónde queda), pero nada informó sobre la corrupción, derroche del dinero de los mexicanos, del incremento de la deuda y de la violencia e inseguridad.

Por ejemplo, la gerente-presidenta Claudia Sheinbaum nada dijo sobre los Fondos de Estabilización de Ingresos Presupuestarios y de Ingresos de Entidades Federativas, los que al cierre de 2018, cuando tomó posesión de la presidencia AMLO, dichos fondos alcanzaban la cifra de 495,140 millones de pesos, y seis años después, al cierre del gobierno de López Obrador solo dejó 63,692 millones de pesos, es decir el 87 por ciento menos.

Los dichosos fondos eran para enfrentar emergencias y para evitar recortes al gasto público o mayor deuda.

Preguntas huérfanas

¿Por qué el rector de la UAdeC Octavio Pimentel se reunió en público con el exrector Salvador Hernández Vélez, a quien señaló en discursos por los desfalcos y desvíos que muestran las auditorías de la ASF y ASE, pero que en los hechos encubre y no ha denunciado?

¿Será cierto que parte del pacto de Octavio Pimentel con Salvador Hernández Vélez, además del encubrimiento de la corrupción en la UAdeC, fue la continuidad y ascenso de los más cercanos colaboradores de Hernández Vélez, que incluso son señalados como cómplices por omisión o por hechos de la corrupción de ese rectorado, y ahora son los principales funcionarios del “gabinete” del rector Pimentel como: el Secretario General, la Coordinadora de Administración Patrimonial, la Subdirectora de Finanzas, la Titular del Tribunal Universitario, el Coordinador del Patrimonio Cultural, la Abogada General, el Coordinador de Extensión Universitaria, la Coordinación de Comunicación y de Coordinación de Tecnologías?