La ruptura entre Trump y Elon Musk sacude la política y los negocios en EE.UU.

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La sorpresiva y escandalosa ruptura entre el expresidente Donald Trump y el magnate tecnológico Elon Musk ha encendido alarmas tanto en la Casa Blanca como en Wall Street. Lo que comenzó como una alianza estratégica entre poder político y capital tecnológico, hoy se desmorona con declaraciones explosivas, amenazas veladas y un Tesla rojo en medio del drama.

La tensión se desató tras la renuncia de Musk al Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), organismo con el que colaboraba para impulsar innovaciones tecnológicas en el gobierno federal. Poco después, el empresario calificó de “abominación repugnante” una propuesta fiscal impulsada por Trump, desatando la furia del exmandatario.

Trump, nunca ajeno a la confrontación, contraatacó: acusó a Musk de actuar por despecho luego de que se recortaran subsidios a vehículos eléctricos y se rechazara su candidato para encabezar la NASA. Además, lanzó una amenaza directa a las operaciones de SpaceX y Tesla, advirtiendo que podrían perder contratos millonarios con el gobierno.

La batalla escaló rápidamente. Musk insinuó —sin aportar pruebas— que Trump podría aparecer mencionado en los archivos relacionados con el caso Jeffrey Epstein, una insinuación grave que reavivó viejos fantasmas del expresidente. Como si fuera poco, Musk amagó con sabotear la nave Dragon de SpaceX, que opera en coordinación con la NASA.

El conflicto ya tiene repercusiones concretas: Tesla perdió valor en la bolsa, la fortuna de Musk se redujo en miles de millones, y legisladores republicanos admiten que las críticas del empresario podrían dificultar la aprobación de la nueva ley fiscal.

Desde la Casa Blanca, la vocera Karoline Leavitt intentó restar importancia al choque, pero la incertidumbre ya se ha sembrado. Para colmo, Trump considera ahora vender o regalar el Tesla rojo que compró a Musk como símbolo de su entonces sólida relación, un gesto cargado de simbolismo que podría marcar el final de una era.

Esta guerra de titanes deja una pregunta al aire: ¿quién pierde más con esta separación, la política o la tecnología? Por ahora, ambos parecen haber pisado el acelerador directo hacia el conflicto.