Otilio González Morales. Asesinado y olvidado poeta saltillense

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Simón Álvarez Franco.

C R I S T O (fragmento)
Otilio González Morales.

Ha dos mil años, Cristo, que viniste,
y el mundo sigue igual.
¿En dónde está la paz que prometiste?
¿A qué crucificarte, si persiste
omnímodo y eterno el dios del mal?
Mentira que entendamos, Padre Nuestro,
tu sangre y tus parábolas, mentira. . .
Bajo el soplo siniestro de Satán.

De poemas escogidos
Ediciones “Papel de Poesía. Méx. 1960, pág. 78

A la vera izquierda de la carretera federal del DF a Cuernavaca, cercana a Huitzilac, Mor. hay 13 cruces de hierro recordando el preciso lugar donde fueron masacrados 13 ciudadanos mexicanos por un batallón del Ejército, bajo las órdenes del Gral. Claudio Fox, el 3 de octubre de 1927. Una de ellas conmemora al poeta, abogado, orador y periodista Otilio González Morales, quien ahí perdió la vida.  Junto con el Coronel Francisco Serrano y 12 más de los seguidores de éste último en plena campaña como candidato a Presidente de nuestro país, enfrentándose al Gral. Obregón y Calles en el intento de reelección del primero.

Otilio González Morales

Desde hace 60 años que me hizo obsequio Héctor, hermano menor del poeta asesinado, de 2 libros que logró editar el poeta en vida y otros dos que en forma póstuma editó Héctor, en memoria de su hermano, tuve la intención de escribir sobre la vida de Otilio, tarde lo hago, (soy procrastinador por naturaleza) pero con la emoción personal de recordar la obra del autor y a su estimable familia, a quienes traté cuando la mía vivía frente a su casa en la calle Hidalgo sur (barrio del Ojo de Agua) de nuestro Saltillo.

Años después de aquel crimen, el historiador coahuilense Vito Alessio Robles (1) entrevistó al asesino, preguntándole por la expresión final de cada uno de los 13 antes de ser sacrificados.

-¿Cómo era el rostro de Otilio? –inquirió el saltillense.
-Soñador . . .  -le dijo parco el general Claudio Fox.

Su familia

Domicilio:                   Hidalgo Sur 346, Saltillo, Coah. (Ojo de Agua)
Padre:                         Francisco González Guzmán (1866-1948)
Madre:                        Concepción Morales Castillo (1875-1958)
Matrimonio:                23 de mayo de 1891
Sagrario Metropolitano de Saltillo

Hijos:
José Alfredo,     1892-¿?
Enrique             1894-¿?
José Otilio,         1895-1927 (sepultado a mediodía del día siguiente)
Gudelia              1907-¿?
Mario                1908-¿?
Lupita               1911-¿?
Héctor               1915-¿?

Otilio casó en Galveston, Tex. Con Carmen Bueno concibiendo en ella un hijo varón de nombre Claudio, la doliente viuda le hizo cambiar el nombre por el de Otilio para no festinar el nombre de su asesino, Claudio Fox. Los recién casados permanecieron un tiempo en aquella ciudad, posteriormente se fueron a la Habana, y estando próximo el nacimiento de su hijo, la mandó por barco a México mientras él permanecía en el exilio, para conocer a su hijo, pactaron que ella le pusiera un telegrama con un motivo muy grave que le permitiera tramitar su regreso al país. Se vino por barco y al llegar a Veracruz no le permitieron pisar su país, porque Calles lo prohibió, lo humilló ordenando que un “piquete” de soldados lo trajeran en el barco custodiado, como si fuera un asesino. Los familiares y amigos hicieron las gestiones pertinentes hasta que al fin Calles le extendió un permiso para permanecer sólo 30 días en México dada la gravedad de su madre.

Ya estando en la capital se movilizó y logró que un yerno de Calles, de apellido Torreblanca lograra convencer al Presidente para que le permitiera quedarse indefinidamente. Doña Carmen vivía con su hijo, el que ya mayor se convirtió en piloto aviador casándose con una joven alemana y procreando dos hijos. El mayor de nombre Claudio y la menor de nombre Laura.

Nuestro poeta ejerció su profesión de abogado con buen éxito, pero su vocación era el arte, escribía poemas, declamaba y cantaba, además su fuerte era la oratoria, se le apodaba por su celebrada retórica “Lengua de Plata”.

Obregón varias veces le telegrafió ofreciéndole el puesto de orador principal durante su campaña, el poeta le contestó sólo una vez: “mi simpatía y admiración por el General Francisco Serrano y la leal amistad que le profeso me impide aceptar su amable ofrecimiento”.

En aquel entonces, mi abuelita Guadalupe quien se hizo cargo de nosotros, 5 hermanos que quedamos huérfanos al morir mi madre a la temprana edad de 28 años. Yo, cursé la primaria en el colegio lasallista Ignacio Zaragoza ubicado en la esquina norte de nuestro domicilio, frente a lo que es ahora el Museo de las Aves, por lo que frecuentemente la acompañaba a visitar a doña Conchita, madre del poeta, a quien no conocí porque lo asesinaron 8 años antes de mi nacimiento, pero sí hice amistad con Héctor su hermano, con quien a pesar de ser algunos años mayor que un servidor, me trató siempre al igual que su madre con sincera simpatía y nos unió una larga amistad hasta que Héctor por sus inclinaciones artísticas se fue a radicar a México, donde lo seguí tratando varios años. La familia del poeta, sin llegar a una riqueza extrema, sí era de economía acomodada, mostrándola en su educación, forma de vestir, en los muebles europeos de su casa y en el nivel de vida que llevaban, así como la educación que dieron a sus hijos.

El Poeta

Nacido en Saltillo, criado en una familia acendradamente religiosa, y por la cercanía del colegio lasallista, podemos suponer su formación religiosa que no abandonó durante toda su vida, tomemos las palabras de Vito Alessio Robles (2): “Otilio González fue un cazador de estrellas, volver a su recuerdo nos lleva a imaginárnoslo de pie, con la cabeza en lo alto, repitiéndose casi como una plegaria, algún verso de Rubén Darío o de Machado, de frente al batallón de fusilamiento, prestándole más atención a la geometría de las nubes, al perfume de la flora, al silbido del viento, que al cañón que le quitaría la vida. Fue un hombre contradictorio que padecía una turbulencia emocional sólo comparable a la de otro poeta de su tiempo, Ramón López Velarde. Ambos nacieron en el norte del país, uno en Saltillo, el otro en Jerez, en las postrimerías del siglo XIX; ambos tuvieron una educación estrictamente católica que propiciaría en sus poemas el choque moral entre el placer de la carne y la salvación del alma; ambos estudiaron leyes y respaldaron al caudillo en turno, uno a Carranza, el otro a Madero; y por último, ambos murieron jóvenes.” Agregaría yo que le que dijo José Juan Tablada en su Retablo a Ramón López Velarde, también se le puede aplicar a Otilio:

“No se ha visto
Poeta de tan firme cristiandad.
Murió a los treinta y tres años de Cristo
Y en poético olor de santidad”
La belleza le dio un ala; la otra el Bien.
¡Viva así por los siglos de los siglos! Amén”.

Otilio estudió en el Ateneo Fuente de Saltillo, luego se trasladó e México a estudiar la carrera de Derecho, ejerció en varios bufetes con éxito, fue columnista en varios periódicos, especialmente en El Universal y su preocupación por las clases desvalidas del pueblo mexicano lo acercaron a la política donde creyó poder ejercer su pensamiento y sus acciones en mejorar la calidad de la vida del país. Fue electo diputado y aceptó ser el orador oficial en el equipo del General Francisco R. Serrano, candidato anti-reeleccionista en 1927 a la Presidencia de la República. A Serrano se le atribuyó un intento de sublevación militar contra el gobierno de Calles, y apresado en Cuernavaca con trece de sus acompañantes, todos fueron asesinados en Huitzilac.

Nos dice José Luis Martínez, (3) insigne bibliófilo mexicano: Otilio publicó su primer libro; Incensario en 1929 a los 24 años de edad, con un prólogo de Jesús Urueta y otro libro De mi Rosal en 1923. Póstumamente su hermano Héctor publicó Triángulo en 1938 y Luciérnagas (Estampas Biblicas) en 1947.

Martín Luis Guzmán (3) en su novela “La Sombra del Caudillo” aseguró que el personaje de Axcaná fue inspirado en Otilio González a quien conoció de cerca en el Senado. Por cierto que “Axcaná” en lengua Nahuatl significa “ninguno”, no hemos encontrado en otras lenguas como la Maya y Otomí, otra equivalencia. A Otilio le fue entregada la corona de laurel durante su exilio en Cuba por su obra y su oratoria. Lo que demuestra el valor de sus versos y discursos. Por cierto que en su novela; Axcaná sobrevive misteriosamente a la masacre, en la vida real el poeta no tuvo tal suerte. Otilio tenía la costumbre de escribir con la mano izquierda sus versos para con la derecha siendo diestro equilibrar el cigarrillo totalmente consumido, si la ceniza manchaba el papel, de inmediato achicharraba el poema y lo arrojaba al fuego, se consideraba un trovador de los instantes inútiles, escribía con la misma soltura de los Niños Héroes que de Santa Claus o de las mujeres, leía a Rabindranat Tagore, Rubén Darío, los clásicos de la Edad de Oro y a escritores contemporáneos.

El licenciado Francisco J. Santamaría (4) escribió un libro que se titula “La tragedia de Cuernavaca en 1927 y mi escapatoria célebre” en el que afirma haber formado parte del grupo detenido por ser también anti-reeleccionista y partidario del general Arnulfo R. Gómez, asesinado en Huitzilac, pero no explica claramente cómo logró la escapatoria; uno más de los misterios de la política.

Después de tantos años no se ha podido aclarar quién dio la orden de matarlos, si Obregón o Calles. Se dice que Calles dio la orden escrita a Claudio Fox, en la que decía que trajeran a los prisioneros a la Ciudad de México. Que antes de que saliera Fox, se la Quitó Obregón, y en la misma máquina de escribir, agregó la palabra: “muertos”. Otra versión dice que lo que agregó fue: “ejecútense en el camino”. Se dice que Calles quería que los trasladaran a México para amedrentarlos, para quitarlos de en medio y que no estorbaran a Obregón. También es histórico, que cuando ya en la madrugada, subieron los cadáveres a Chapultepec, donde estaban nerviosos, fumando los dos asesinos, al llegar Claudio Fox le dijo a Obregón que sus órdenes estaban cumplidas. El primer cadaver que le mostraron, fue el del general Serrano, que al verlo con la cara hecha pedazos, exclamó Obregón:

“¡Carajo, compadre, que feo te dejaron!” Obregón y Serrano eran amigos desde niños, y además, parientes políticos y compadres, pero como Obregón esperaba llegar a la silla de nuevo, ante la ambición y la sed de poder, no le importaron esos vínculos, pero se le atravesó un pretendido caricaturista, León Toral en La Bombilla y cayó de boca, muerto; En este suceso existe otro misterio nunca aclarado; cuando se hizo la necropsia del cadáver de Obregón le fueron encontradas 19 heridas de bala de muy diferentes calibres, hecho sorprendente, porque Toral rápidamente disparó un balazo a quemarropa, no tuvo tiempo siquiera para recargar su pistola, además, disparar 19 balazos no se puede hacer en sólo dos segundos. Otro misterio más de la época posrevolucionaria.

Poeta modernista, mas no alejado del romanticismo en boga todavía en su época, nos regala en “Triángulo”; su libro póstumo el siguiente poema:

RUBIA
Pasa una
rubia de ojos aceituna
junto a mí: con los pezones
va escribiendo tentaciones;
y yo siento a mi deseo,
como un pájaro irascible
dar debajo del flexible
fieltro negro un aleteo.

El Lic. e Investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila, ahora su Rector,  Lic.Salvador Hernández Vélez, encontró una joya sobre nuestro poeta, nos dice: “Hace unos meses recibí el libro “Lengua de Plata” del maestro saltillense Alejandro Pérez Cervantes, Profesor investigador de la UAC en la Escuela de Artes Plásticas. En este texto nos presenta los elementos biográficos del poeta saltillense Otilio González. En mi caso lo primero que me enteré es que en su ciudad hay una calle que lleva su nombre. Me pregunté quién era él, nunca me imaginé que fuera un poeta, ni mucho menos que había tenido una participación política al lado del general Francisco Serrano, quien se atrevió a disputarle la candidatura presidencial a Álvaro Obregón. En una colección de libros de la UAC encontré un libro de poesía, era de Otilio González. Así me enteré que era poeta. Busqué algunos datos más del poeta y no tuve suerte. Ahora ha sido un placer encontrar que en la novela “Lengua de Plata”, Alejandro Pérez Cervantes, también saltillense, nos adentra de manera amena, en la vida de este gran escritor coahuilense, con una bien soportada investigación histórica, narra diferentes etapas de Otilio”.

Otilio, nos dice Alejandro, había publicado su primer libro a los 24 años, en 1919, dos años después de promulgada la Constitución Mexicana, el mismo año de la muerte de Zapata en Chinameca, y en el que López Velarde diera conocer su libro “Zozobra”, para muchos su obra cumbre. Y agrega: “Otilio nació en el antiguo barrio de el Ojo de Agua, que desde los tiempos de la fundación de Satillo, por parte de los soldados españoles y portugueses, fue nombrado así por sus afluentes submarinas que formaban en su superficie pequeñas fuentes, “ojos” de agua. Miembro de una familia conformada por sus padres: don Francisco González y doña Concepción Morales, su hermano mayor Enrique, su pequeño hermano Héctor –quien en los futuros años editara sus libros póstumos- su hermana Gudelia además de Xavier, Lupita y Mario, desplegaría en sus libros siempre la evocación de su tierra natal, sus campos, sus animales, sus aguas y gentes, y particularmente esa atmósfera esquiva de la primera infancia”.

En su último y mejor libro “Triángulo”, que entregó a su hermano menor Hector, a principios del año de su asesinato, pareciera presentir su muerte próxima, ya que justamente en el último poema nos dice:

¡OH MUERTE, NO TE HUYO HUYO! (Fragmento)

¡Oh manta de lino
que serás mi mortaja!
¡Oh tablas de pino
de mi caja!
¡Oh tú, pala piadosa
que me echarás la tierra!
¡Oh deslabrada losa
que taparás mis huesos,
no me aterra
pensar en vuestra hora;
antes bien os bendigo desde ahora,
porque sois ancha puerta salvadora
de un camino de tumbos y tropiezos!
¡Oh gusanos
que en mudas caravanas apretadas
habréis de transmutar mi cuerpo frío!
¡Oh minúsculo río
de sangre y agua turbia extravasadas
de todo plano y víscera y arteria!
¡Oh divino poder de la materia
que del mísero polvo de mis manos
tal vez hagáis pedúnculos de flor
que luego entre los siglos puedan ser,
subiendo en la espiral de tus arcanos,
dos senos de mujer
para el amor!

Es cierto que a lo ancho de Coahuila, existen calles, escuelas y algún monumento con el nombre y efigie en memoria del poeta que tanto alabó las costumbres de su tierra natal y que se dio todo entero para ensalzar y defender la Constitución de nuestro país, pero, hace falta que en las cátedras y escuelas se le mencione, se dé a conocer su obra y se estudie su sintaxis, su pensamiento su vida. El intento fallido de Julio Bracho, quien dirigió la película “La Sombra del Caudillo”, asesorado por Héctor, hermano del poeta, la cual ganó primeros premios en el extranjero, pero por muchos años fue “enlatada” por motivos políticos que no permitió su exhibición en México, tan sólo el día de su estreno, fue “congelada” porque muchos de los involucrados estaban vivos todavía. Años después sólo ha sido posible verla en videoclubes y cines de arte.

Exhorto a las autoridades educativas dar a conocer la obra de Otilio y la película mencionada, ya que el poeta lo dio todo por México; hasta su sangre.

NOTAS:

1 Vito Alessio Robles; Entrevistas 1967
2 José Luis Martínez; CONACULTA, 1995
3 Martín Luis Guzmán; La Sombra del Caudillo; 1960
4 Lic. Francisco Santamaría; La Tragedia de Hutzilac; 1987