2021: año electorero, de más pobres y crisis económica

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

Estamos a días de terminar 2020, este año nefasto que las generaciones que convivimos actualmente en el mundo recordaremos toda la vida, no sólo por la mortandad que ha producido, sino por los estragos que dejará en el planeta como resultado de la pandemia del Coronavirus: incremento de la pobreza, falta de empleos y crisis económica, problemática que en México se antoja impredecible, pero que indudablemente cambiará nuestro estilo de vida. Ninguno de los países será igual que antes.

La pandemia del Covid-19 aún no ha terminado en México.

Sin embargo, la pandemia del Covid 19 aún no ha terminado, en México todavía no salimos del primer brote del letal virus, pero el 2020 finaliza con la esperanza de tener pronto la vacuna que alivie la enfermedad y muerte que nos ha acarreado durante los últimos diez meses.

El 2021 será en nuestro país un año electorero, un año en que la partidocracia utilizará todos los recursos de la simulación, la demagogia y la propaganda para acarrear los votos a su favor, por eso se teme que la aplicación de la vacuna contra el coronavirus sea manejada política-electoralmente, así como los partidos politizan todo: programas sociales, salud, seguridad, pobreza, educación, etc.

La elección que se avecina se considera la más grande de la historia de México, y seguramente como la más importante, porque se disputarán el poder dos fuerzas electorales opuestas y compuestas por los mismos partidos que solaparon la grosera corrupción que se instauró en la república desde que el neoliberalismo se adueñó de la presidencia y de las riquezas del país que vendieron al mejor postor y en su beneficio. En las urnas electorales sólo habrá de dos sopas: el Prian por un lado, y Morena por el otro, cada quien con sus aliados.

El 6 de junio se elegirán 500 diputados federales, 30 Congresos locales, 1,900 ayuntamientos y 15 gubernatura: Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chihuahua, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas.

El circo que se vislumbra será lo mismo, pero en gran escala, lleno de acusaciones y contraacusaciones, que polarizarán más a los mexicanos. El espectáculo será grande, del tamaño de los enormes recursos que se invertirán para captar los votos de los mexicanos. La publicidad y la propaganda serán el pan de cada día y las redes sociales estarán pletóricas de los ataques y fake new de todos contra todo. Y nadie sabrá realmente los objetivos nacionales que persiguen los contendientes. Pero quedará claro que la lucha es el poder por el poder mismo.

Para Andrés Manuel López Obrador las elecciones del 2021 representan la viabilidad de su proyecto político, pues de perder la mayoría en la Cámara de Diputados, la hegemonía de su gobierno se terminará, y tendrá en los diputados federales un real contrapeso.

Para el Prian, la victoria en las elecciones intermedias constituye su resurgimiento político, y para los malquerientes de la Cuarta Transformación representa la trinchera que necesitan para disputar en 2024 la Presidencia de la República.

De las elecciones intermedias depende el futuro del sexenio obradorista o la viabilidad de la oposición y el contrapeso, de allí la importancia de la más grande elección de la historia de México.

Prepárese pues, para tomar su lugar en la contienda…

Política aldeana

En días pasados, el gobierno del estado apoyó a la UAdeC con 190 millones de pesos para ayudar al déficit que tiene de 570 millones de pesos para el pago de nómina, aguinaldos y el pago a jubilados y pensionados. Desde hace décadas he insistido que para sanear las finanzas universitarias se debe actuar legalmente en contra de los rectores que se han enriquecido en el cargo. Los nombres de los responsables de los saqueos son conocidos, basta con informarse quiénes han sido rectores desde Óscar Villegas Rico hasta Blas Flores. De ellos podrían reunirse los 380 millones de pesos que faltan para sanear el déficit.

Pregunta huérfana

Andrés Manuel López Obrador recortó el presupuesto a infinidad de rublos del gasto público, se apoderó de más de cien fideicomisos, canceló la condonación de impuestos a los poderosos, rebajó el sueldo a los burócratas, pero nada ha hecho por recortar el enorme gasto electoral de mantener con dinero público a los partidos políticos.

¿Por qué Amlo no les ha retirado las prerrogativas millonarias a los partidos políticos?