¿Se agotó el modelo de la UAdeC?

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

En 1993, ya como gobernador electo, Rogelio Montemayor me invitó a platicar a su casa de campaña. El tema fue la UAdeC y los 10 aspirantes a la Rectoría de aquel entonces; sin embargo, lo importante de aquella charla fue que Montemayor no escondió su rechazo a la forma de elegir al Rector por el voto universal, secreto y directo de estudiantes y profesores. En su lugar, el futuro gobernador se pronunciaba por una especie de Junta de Gobierno compuesta por un grupo de “notables”, obviamente designados desde arriba, para que eligiera al Rector y seguramente también a los secretarios y directores.

Rogelio Montemayor no escondía su rechazo a la forma de elegir al Rector por el voto universal, secreto y directo de estudiantes y profesores

Años después, en una plática con Salvador Hernández Vélez, volvió a salir el tema del voto universal universitario, con la consabida desaprobación al modelo democrático que desde 1973 los estudiantes, principalmente de Saltillo, le dieron a la universidad al triunfo de la autonomía.

Posteriormente, hace semanas, leí en esta misma página el artículo titulado Peculiaridades de la UAdeC firmado por Federico Müller, en donde repite los mismos argumentos. El problema en sí, es el voto universal, secreto y directo sufragado por profesores y alumnos, (que) “con el transcurrir del tiempo, esa forma de gobernarse casi ha desaparecido del contexto de educación pública superior en México”.

La solución a este problema, según los tomadores de decisiones y sus voceros, es crear una Junta de Gobierno de “notables” seleccionados en la cúpula gubernamental, para que den a conocer -no que decidan- el nombre del Rector electo “desde arriba”, sin tener que hacer elecciones ni correr el riesgo de que el candidato oficial pierda.

Esta historia viene a colación, porque hace días un funcionario universitario, de los que sí saben, me decía a propósito del resultado de la reelección de Hernández Vélez, que en Rectoría ya estaban convencidos que el modelo de la UAdeC ya estaba agotado, y por consecuencia había que modificarlo.

Lo cierto, es que en la UAdeC el modelo democrático aprobado en 1973 nunca fue puesto en práctica, los alumnos y profesores han votado por los candidatos que les dice el poder en turno, y quienes aspiran en forma independiente no se lanzan por temor a las represalias o porque negocian un cargo superior, esto último es lo que ha sucedido siempre.  Y si no, que le pregunten a Jesús Alberto Montalvo Morales.

También es verdad que el modelo impuesto en la UAdeC por el gobierno es una copia exacta de los partidos. Desde arriba deciden quién será el Rector, y luego la estructura hace la propaganda, el proselitismo o la compra de votos, realiza la campaña y la votación. La estructura, para quienes no lo saben, son los directores y funcionarios de cada escuela o facultad.

Por último, en las elecciones partidistas-universitarias tampoco se permite la inscripción de nadie más que del candidato oficial.

A la fecha no tengo duda que el modelo electoral universitario sigue en pie, y aunque la UAdeC sea la única que en la educación superior tenga el voto universal, secreto y directo sufragado por profesores y alumnos, en 47 años nunca se ha puesto en práctica.

Lo que pasó en la reelección de Salvador Hernández Vélez no fue a causa del modelo electoral contemplado en el Estatuto Universitario desde 1973, sino el modelo partidista que impusieron en la UAdeC desde que Melchor de los Santos le devolvió la universidad al gobierno del estado, para que impusieran, cinco años después de la autonomía, al enemigo de los estudiantes saltillenses: Óscar Villegas Rico.

Lo que generó el resultado de la reelección de Hernández Vélez, donde ganó con el 56 por ciento de los votos del padrón, votaron por nuevas elecciones el 20 por ciento y se abstuvieron de votar el 24 por ciento, se debe básicamente al “fuego amigo” y a la estructura de la Unidad Saltillo que no apoyó al rector electo. Lo que se agotó entonces, es el modelo partidista que le impusieron a la UAdeC desde el gobierno, no el modelo diseñado por los universitarios en 1973.

Hay dos cosas que la UAdeC puede presumir como una institución de educación superior: La Declaración de Principios y el voto universal, secreto y directo sufragado por profesores y alumnos, cuyas ideas y acciones siguen siendo futuristas aún ahora que todo mundo habla de democracia y justicia.

Pero también hay cosas que avergüenzan: la corrupción, el bajo nivel académico, la nula difusión de la cultura y la raquítica investigación científica, éstas tres últimas son las áreas en donde se sustenta la labor de la UAdeC. Estas cuestiones son las que deben modificar, lo del voto universal, secreto y directo servirá en su momento o será rechazado por quienes son sus destinatarios: los estudiantes y profesores.

Política aldeana

Al parecer, hasta ahora el caso de Félix Salgado Macedonio ha sido puro atole con el dedo, pues como anunciamos en el escrito anterior, se inscribió de nuevo como candidato al gobierno de Guerrero. Por tal razón, mañana será el tema al que le darán vuelo las feministas mexicanas, a las que no ven ni oyen en las alturas. Estemos atentos será un espectáculo del México de ahora.

Pregunta huérfana

Ahora que anda en campaña José María Fraustro Siller ¿Les dirá a los ixtleros qué pasó con el edificio de La Forestal?