De las elecciones y de los mismos

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

Finalmente se terminó el circo electorero, que en esta ocasión, en tiempos de la Cuarta Transformación, la partidocracia lució sus mejores galas con candidatos luchadores, cantantes, payasos, saltimbanquis, prófugos de la justicia y todo tipo de personajes raros, incluso del crimen organizado. Por eso, ya dejamos de escuchar la propaganda partidista llena de ocurrencias y vaciladas, pero sin propuestas serias ni razonables, y como botón de muestra ponemos a la influencer Rocío Pino “La Grosera”, que como candidata a diputada por el distrito 3 de Sonora, y abanderada del Partido Redes Sociales Progresistas de la “maestra” Elba Esther Gordillo, propuso decretar las cirugías de senos gratuitas en los hospitales públicos. Lo que muestra que la estulticia no es privativa de los varones.

Lo cierto, es que el gobierno de López Obrador ha sido tan malo que en sólo dos años y medio, reivindicó al PRI-PAN-PRD, y los convirtió en una “esperanza para salvar a México»

A pesar de que sólo votó el 52 por ciento del padrón electoral, hemos escuchando la euforia de todos los partidos festejando sus supuestos triunfos. Por ejemplo, Andrés Manuel López Obrador dijo sentirse “feliz, feliz, feliz” con el triunfo de su partido, luego de señalar a los periodistas críticos como responsables de las derrotas en 9 alcaldías de la Ciudad de México, de tal manera que Claudia Sheinbaum gobernará 7 de 16 alcaldías. La misma euforia triunfante la manifestó el seudo dirigente del PRI Alejandro Moreno “Alito” o “Amlito”, quien desde endenantes está acusado de enriquecimiento ilícito.

Lo cierto, es que el gobierno de López Obrador ha sido tan malo que en sólo dos años y medio, reivindicó al PRI-PAN-PRD, y los convirtió en una “esperanza para salvar a México de la 4T”, y por tal razón la clase media salió a votar, principalmente en la Ciudad de México, mostrando nuevamente aquella frase: “En el norte se trabaja, en la ciudad de México se piensa y en el sur se descansa”.

Pero algo no concuerda. Por un lado, Morena perdió 9 alcaldías en la Ciudad de México y por el otro, ganó 11 de 15 gubernaturas, de las cuales el PRI perdió 8: Sinaloa, Tlaxcala, Sonora, Colima, Zacatecas, Guerrero, Campeche y San Luis Potosí. Sin embargo, existe un indicio para entender esta contradictoria situación. En mi comentario del domingo pasado, el día de la elección, me preguntaba ¿Cuántos de los gobernadores que dejarán el poder apoyarán a Morena para conseguir impunidad a todos sus latrocinios?

Por eso se cree que los gobernadores priistas salientes, apoyaron a Morena para que obtuviera el triunfo en sus estados, al fin y al cabo, la impunidad es una buena moneda de cambio, no hay que olvidar que los gobernadores salientes fueron impuestos por el ladrón de Enrique Peña Nieto. Esa es la explicación más coherente para entender por qué Morena perdió 9 alcaldías en la Ciudad de México y obtuvo el triunfo en 11 de 15 estados.

Algo indiscutible, es que en Coahuila ganó el PRI, por eso el gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís ha sido reconocido por periodistas críticos, seguramente porque no actuó como el resto de sus colegas, y defendió las siglas de su partido frente a las traiciones de sus correligionarios. En Coahuila también se cuecen habas, llegó a tanto la simulación que algunos que andaban en la campaña de José María Fraustro, se la pasaban divulgando las ocurrencias de Armando Guadiana, con el fin de darlo a conocer.

Por el número de derrotas concertacesionadas que hizo la dirigencia priista encabezada por Alejandro Moreno, en el escenario nacional ya se vislumbran los nubarrones de la inconformidad priista con “Alito” y su pandilla.

Todo comenzó, cuando en una mañanera posterior a la elección, López Obrador aseguró que en la Cámara de Diputados tendrían la mayoría simple, la que le permite la aprobación del presupuesto, gracias al Partido Verde Ecologista; y la mayoría calificada, la que permite cambios constitucionales, la obtendría con diputados del PRI. Luego de escuchar la fanfarronería de AMLO, “Alito” ni tardo ni perezoso se lanzó al ruedo declarando que estaba listo para entablar pláticas con el presidente de la república.

De inmediato el gobernador Riquelme Solís, le recordó al mercenario “Amlito” que los ciudadanos que habían votado por el PRI, lo había hecho para que los diputados de la alianza PRI-PAN-PRD fueran el contrapeso en la Cámara de Diputados a las iniciativas dictatoriales de López Obrador. Y para no desentonar, salieron a la calle grupos de priistas exigiendo la renuncia inmediata de Alejandro Moreno y de los dirigentes nacionales, y como parte de la lucha interna salieron a relucir acusaciones contra algunos de la camarilla; por ejemplo, los malos manejos de por lo menos 400 millones de pesos del Fondo de Fortalecimiento Financiero (Fortafin), organismo que desde 2016 sustituyó al Programa de Contingencias Económicas, para apoya a los gobiernos estatales y municipales.

También se dice que los principales personajes de la actual dirigencia priista se la han pasado haciendo acuerdos en lo oscurito con el gobierno de AMLO, votando en la Cámara de Diputados por las iniciativas lopezobradoristas. Eso pasó en el asunto de la guardia nacional militar, en la revocación de mandato, en la prisión preventiva, en el padrón de datos biométricos; y con los dos votos que le proporcionaron los priistas a la 4T, lograron que hubiera periodo extraordinario de sesiones para aprobar la ley de adquisiciones y eliminar los fideicomisos, tal y como AMLO les ordenó. El enemigo en casa.

Por eso es que algunos coahuilenses creen, que Miguel Ángel Riquelme, el único gobernador priista ganador, debiera deslindarse de los tratos en lo oscurito de “Alito” y su camarilla, atendiendo la lección que se tuvo en Nuevo León con el candidato del PRI a la gubernatura, Adrián de la Garza, que perdió las elecciones, principalmente por no hacer a un lado al exgobernador priista Rodrigo Medina y a su corrupto padre, el exProcurador montemayorista Humberto Medina Ainslie.

Riquelme Solís ha brillado con luz propia, tanto en la pandemia como en las elecciones que le han correspondido en su sexenio, pero aún así hay quienes le restan mérito, insistiendo en que hay un poder tras el trono, lo cual deberá esclarecerse con el fin de que en el 2023, pueda elegir a su sucesor sin mayores problemas y sin presiones de los grupúsculos que quieren seguir gobernando transexenalmente.

Por último, es menester aclarar que en las elecciones del pasado 6 de junio, uno de los ganadores fue el Partido Verde Ecologista, al que los cartonistas mexicanos lo han caricaturizado con la imagen de una prostituta. Otro de los que ganaron fue el “independiente” lopezobradorista conocido como el Partido Movimiento Ciudadano. También hubo perdedores, los que no lograron el 3 por ciento de la votación y perderán su registro: El evangélico Partido Encuentro Solidario (PES); el partido de la “maestra” Elba Esther Gordillo: El Partido Redes Sociales Progresistas (PRSP) y el partido lopezobradorista Fuerza México.

Política aldeana

Manuel Clouthier, hijo del excandidato presidencial del mismo nombre y hermano de la secretaria de Economía Tatiana Clouthier, señaló que Morena había conseguido ganar en todos los estados de la costa del pacífico mexicano, con excepción de Jalisco, ayudado por los narcotraficantes, que ahora tienen ese corredor bajo su dominio.

Pregunta huérfana

¿Por qué en México continúa siendo un insulto que digan que tenemos el ADN de los pueblos originarios de América?

¿Será que no sabemos que los indios americanos fueron nuestra cultura madre y su material genético corre por nuestra sangre por ser mestizos, o porque creemos, como los argentinos, que tenemos exclusivamente genes europeos, como lo dijo el fingetalento presidente de Argentina, Alberto Fernández?

Por cierto, hace años con ironía burlesca se contaba que los argentinos se creían el pueblo elegido por Dios, además de los hebreos que cojean del mismo pie, y cuando había relámpagos salían a la calle, porque estaban convencidos que Dios los estaba fotografiando. Eso seguramente es lo que cree Alberto Fernández. Allá él, quizás por eso tiene una “gran amistad” con Andrés Manuel López Obrador.