Olga Arias De Weber

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Simón Alvarez Franco.

¿Cómo conocí a esta hermosa, inteligente y cautivadora dama?
En mi peregrinar por el interior de nuestro país desarrollando mis labores como funcionario bancario, llegué un día en los finales años de la década de 1960 a Durango, Dgo., cuando ya contaba con casi 40 años, instalándome primero como huésped con la familia de don Alberto M. Alvarado, músico relevante, ¿Quién no recuerda su nombre al escuchar su vals Recuerdo que viene a ser el segundo himno del Estado? Poco tiempo después habité en otra casa cuya habitación tenía vista al paseo de las Alamedas, con el consiguiente entorno más dado a mi estilo que las casas antiguas.

Mis esfuerzos laborales en las Relaciones Públicas y la atracción de clientes hacia el Banco que representaba, para lo cual debería conocer y relacionarme con las personalidades conocidas en la región, fuera por su importancia económica, social, política o intelectual entre otras muchas características.

Olga Arias De Weber

Seguramente, fue allí o en algún evento social o intelectual que escuché por primera vez el nombre de tan encantadora dama, cuando fui presentado a ella, me deslumbró no sólo por su belleza, rubia, ojos azules, una voz encantadora y una sencillez de maneras y vocabulario que en seguida me hicieron percibirla como una gran dama. Ya en mis labores diarias pude informarme que era la esposa de don Enrique Weber Lozoya, militar retirado dedicado a labores ganaderas y agrícolas, después de una larga y meritoria carrera en el Ejército Nacional.

A doña Olga se le conocía por su labor filantrópica y literaria, fundó y encabezó Cámaras Culturales, Liceos, Asociaciones en favor de los necesitados y esfuerzos propios y ajenos en favor de los ancianos. Se le llamaba como La Dama de la Cultura, mote que a ella, toda sencillez y bondad, no le gustaba ser llamada, pero era cierto, nunca una persona que se acercara a ella en búsqueda de ayuda o consejo fue rechazada.

Tenía “su” mesa reservada en el café del Hotel Casablanca, a unos pasos, (pocos, no muchos, de mi oficina). Y un día de pronto me presenté con ella a conversar, costumbre que se hizo diaria, a las 12 en punto del mediodía. Para mí era una satisfacción enorme abrevar en una fuente de cultura y bondad que destilaba alegría, amor por la vida y era un placer escucharla.

Nació en Toluca, Estado de México el 25 de octubre de 1923, murió en Durango, Dgo., el 9 de abril de 1994. Desde muy niña se acostumbró a viajar con su padre, Jesús Arias Sánchez, en esa época Capitán de Caballería del Ejército Nacional, acompañándole en todos los destinos que le fueron conferidos, así conoció las costumbres, comidas e idiosincrasia de las muy distintas y distantes ciudades de su país. Su padre la alentó a cultivar su afición por la literatura, no solamente obsequiándole los libros que ella solicitaba, sino también sugiriéndole cómo aumentar su afición por las letras, siendo su primer juez en probar toda su producción. (1).

Inició a utilizar la poesía muy joven. Publicando sus primeros versos a los 15 años, en periódicos de Mazatlán y Durango, con palabras adecuadas a su edad, conforme fue creciendo se nutrió poco a poco en mayor vocabulario, buscando estilos y armonías crecientes, no se le puede buscar un estilo definido hasta llegar a la madurez, en que su poesía es casi de haikus orientales, encontrando en su camino todos los estilos, por lo cual es difícil encasillarla en un determinado estilo, su obra es tan variada que no se le puede llamar romántica o modernista, pues sus ensayos, métricas y estilos cambian hasta brindarnos casi al final un lenguaje propio y adecuado, para expresar sus sentimientos en expresiones propias que hacen de su obra un reflejo de cada época por la que pasó en su vida. Eso sí, fue siempre acorde con lo que su corazón y alma le dictaban en cada etapa de su existencia, siempre veraz y buscando la forma de brindar al lector una idea universal de su pensamiento.

Se le recuerda con su paso seguro y elástico dar sus paseos diarios por la Avenida 20 de Noviembre en su ciudad-paloma como se expresó de la ciudad de Durango donde pasó toda su vida a partir de haberse asentado su familia en 1931 en dicha ciudad, plaza colonial y recatada donde su corazón conoció el amor, habiéndose casado con don Enrique Weber en 1942 formando una pareja con sentido del amor y la amistad, le sobreviven cuatro hijos que formó en su matrimonio, herederos de la gran estima y valía de sus padres.

A partir del 20 de Noviembre de 1946, cuando publicó en La Perla del Pacífico, periódico de Mazatlán, Sin., sus poemas juveniles Agonía, Llanto y Eternidad, puede seguirse la huella de su obra, que crece en cantidad y calidad para trasponer, primero los límites geográficos del estado de Durango, luego las de México, después los de Latinoamérica, para llegar a otros continentes, donde se le aprecia y se le concede alto valor. Superó las barreras idiomáticas, para ser traducida al francés, alemán, italiano, portugués e inglés.


AGONIA
Su muerte mi corazón destrozó
mi musa tras ella fue enamorada
y desde entonces no ha habido nada
que en mi subsista porque murió.
Murió tranquila y dulcemente,
cerró sus bellos ojos cual de una hurí,
mientras sus labios decían vehementes:
¡Cristo!, ¡Cristo!, ya voy a ti. . .

Uno de los poemas publicados al inicio de su carrera, con motivo de la prematura muerte de su hermana menor, Delia.
Su bibliografía consta casi un centenar de publicaciones individuales, se le incluye en una veintena de antologías en México, España, Argentina y Chile, hablan no solamente de su dedicación sino de la calidad de su obra literaria, que se ha ganado con legitimidad esa distinción. (1)

No sólo publicó poesía, en esa centena de obras se incluyen varias novelas y cuentos, que sería prolijo mencionar, en lo personal, he extraviado en la senda que he recorrido en mis andanzas laborales, por lo menos 3 de sus obsequios: “José Santos Valdés, Maestro Rural”, “Leyendas Duranguenses” y otro más “El Portillo”, obras difíciles de recuperar, pero que guardo en mi memoria, junto con su voz que tanto me gustaba y en aquellas charlas de café que diariamente me brindaba.

Cultivó epistolar y personalmente, relaciones literarias con José Mancisidor, renombrado poeta argentino quien en 1966 le escribió el siguiente recado: “Cuando al final del camino tengamos que hacer el balance de lo que hemos hecho en la vida, lo que contará, en definitiva, no será ni el número de los éxitos, ni el de los fracasos, sino la forma en que hayamos hecho la pelea por los ideales y las verdades en que creímos…”. Doña Olga que dio la pelea por sus ideales y verdades, tuvo ante todo, el inquebrantable valor de la dignidad y el servicio a los demás, en la lealtad a los altos valores que enmarcaron sus acciones cotidianas, como mujer; como esposa y madre y en la profundidad y trascendencia de su obra literaria.

Por su parte José Santos Valdés le envió una carta con los siguientes conceptos: “Hace años conocí su nombre, leí su poema, apasionado canto a Pancho Villa.

Después cayeron en mis manos y me llegaron al ama, por el ojo y por el camino a la reflexión, otros poemas entre los que se encuentran sus prosas ágiles y a la vez profundas…”

“imposible seguir a esta mujer que canta y sueña, o sueña y canta, pero vive y lucha. Esta tarde de domingo me han conmovido sus versos. Han calado hondo en mí…” (2)

En octubre de 1949, publicó el poema: Rosa Pulcra, el que se aprecia con claridad el notorio avance conseguido en cuanto a la belleza, el ritmo y el mensaje del verso. Se hace notoria la madurez en forma y profundidad;

ROSA PULCRA (Fragmento)
Es mi alma blanca, triste
y pálida princesa
que se viste de sueños
y de rosas tempranas,
y se mira en los lagos
de mi núbil poesía,
contemplando su imagen
entre lotos. . .

Se nota el cambio y progreso cuando en la década de los ’50, su fecundidad literaria florece con libros, casi 30 de ellos, en los que presenta sus cambios, cuando dice:

“Las campanadas se escapan volando
En bandadas de cuervos. . .
Pétalos de queja y dolor.
Que agrandan el sentimiento”
“Cifra de la vorágine, guarismo
de la mutilación y las proezas.
Año de serenísimas altezas,
gallos, en el palenque del cinismo”

REVOLUCION (fragmento)

Un grito ronco en la garganta
de las palomas y los elotes;
niños sin letras, hombres con frío
mujeres tristes de pechos lacios.
Se ha lanzado un saludo firme
hacia el espacio.
¿Irá a clavarse en las estrellas?
¿A derrumbarse en los pantanos?
Su trayectoria ya está trazada
con una estela de sangre roja,
en su camino una vereda
que ha empedrado carne morena,
manos crispadas,
rostros de tierra,
bocas calladas, ojos de flecha,
en los fusiles que se enmohecen
con Pancho Villa. . .

A partir de 1954, se manifiestan con gran fuerza en su poesía, las preocupaciones por la realidad que prevalece en su patria.

FRANCISCO VILLA (Fragmento)
Guerrero de mi patria, puño de pueblo,
potro de fuego,
grito color de tormenta,
desatada avalancha.
¡Arde hasta su recuerdo
la crepitación desbordante de tu nombre!
y su fulgor fosforescente
galopa por nuestra mente
levantando su bandera. . .

Entre otras preseas y reconocimientos, recibió:

Medalla y diploma Francisco Zarco, máximo galardón otorgado por el Congreso del Estado de Durango, a quienes se han distinguido en su quehacer cultural.

“Canciones para Natasha” y otros poemas publicados en el “Anuario de la Poesía Mexicana del I.N.B.A en 1960, 1961 y 1962
Directora de Extensión Universitaria de la Universidad Juárez del Estado de Durango.
“Cuatro Preludios” editado en Buenos Aires, Argentina.
“Promesa Enamorada”, editado en Lisboa, Portugal.
Su obra fue difundida en República Dominicana, España, Venezuela, Uruguay y Argentina,
La Asociación Artística de Bilbao, España realizó un recital de Poesía, en 1977 en el que utilizaron solamente poesías de Olga Arias.

Termino aquí este homenaje a una gran poeta que universalmente es leída y publicada en toda América Latina y gran parte de Europa, permitiéndome citar sin su permiso a Armando Fuentes Aguirre, (espero que por amistad disculpe mi atrevimiento) quien en 1974 (3) escribió: “Conocí a Olga Arias hace tiempo, Olga Arias es poeta. Vale decir, es una de esas gentes que miran belleza donde usted y yo no vemos nada; le oí leer sus cosas con una rica, hermosa voz”…Que llegue hasta Durango, ciudad que es el venero de la poesía de Olga Arias, el franciscano aplauso de este escritor que diera un dedo y más de la mano, por haber escrito alguna de las cosas que escribió Olga Arias”.

1.- Catálogo bibliográfico de la literatura en México.
2.- José Santos Valdés, Morelia, Mich. (1962)
3.- Catón, en “Mirador” en El Siglo de Torreón, agosto 14 de 1974.