Un año histórico

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Fernando Rangel de León.

            Este 2022, es un año en el que por primera vez en la historia de México, se llevará a cabo un ejercicio de participación democrática directa que marcará el inicio en la vida pública del país para que la permanencia de los gobernantes de elección popular en el poder siempre  dependa de la voluntad de los ciudadanos y no solo de ellos; de manera que todos sus actos tendrán que ser única y exclusivamente de servicio público; pues la ciudadanía ya no tolerará nunca más la corrupción y la impunidad de los funcionarios.

            Sabrán los gobernantes la fecha en que iniciarán sus mandatos, pero no estarán seguros de concluirlos a su término para el que fueron elegidos; pues su mandato les podrá ser revocado por los ciudadanos antes, si no cumplieron con la voluntad popular; como podría suceder con el actual Presidente de la República, que fue electo el 1 de julio de 2018, por un mandato de seis años, que concluirá el último de octubre de 2024.

            Será el domingo 10 de abril (dentro de tres meses), cuando se efectuará la consulta popular de revocación de mandato presidencial; después de haber sorteando muchas  vicisitudes provocadas por los malos consejeros del Instituto Nacional Electoral INE, que estuvieron renuentes a que se realizara; y después también de haberse cumplido con los requisitos constitucionales y legales; como el que sea cuando menos el 3% de los ciudadanos enlistados (alrededor de 2.7 millones), en todo el país; y el 3% de los ciudadanos de cuando menos 17 entidades federativas; quienes soliciten al INE, que se lleve a cabo la revocación de mandato.

             Quienes han manifestado que el Presidente de la República continúe con su mandato hasta el término de su periodo, han denominado a la revocación de mandato, ratificación de mandato; lo que es respetable; pero esta denominación no cambia el nombre de revocación de mandato.

            Lo destacable de esta revocación de mandato es que haya sido el propio Presidente de la República, el que la promovió e hizo posible que se introdujera en la Constitución, para que se le aplique a él mismo; lo que podría considerarse por algunos como un harakiri, o un suicidio político; pues sus opositores podrían aprovecharla para destituirlo.

Pero el Presidente, cuando promovió esta figura de participación ciudadana directa, sabía muy bien que desde que tomó posesión se iba a dedicar en cuerpo y alma a servir a México, todo, lo mejor posible; como lo ha venido haciendo desde su primer día hasta esta fecha.

¡Pero el precedente quedará para toda la historia!