¿Resucitará el PRI revolucionario?

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Fernando Rangel de León.

            Este domingo 17 de abril se recuerda la resurrección de Cristo, muerto en la cruz, tres días antes, después de que no se le respetaron los derechos humanos de la presunción de inocencia, el debido proceso, y las garantías de audiencia, de legalidad y de seguridad jurídica.

            A Cristo se le siguió un doble proceso: uno porque Israel, donde vivía, era una provincia de Roma, donde se aplicaba el derecho romano, y el otro porque en Israel, se aplicaba el derecho hebreo, basado más en costumbres religiosas que en la razón.

            El Gobernador romano en Israel ante quien se puso preso a Cristo, era Poncio Pilato, quien sabiendo la respuesta que había dado cuando le enseñaron una moneda, de: “Dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, lavándose las manos, dijo que no encontraba delito en Cristo, y lo entregó al Sanedrín (asamblea de sabios y sacerdotes), que condenaron a Cristo por hacerse llamar hijo de Dios, lo que representaba un peligro para los intereses económicos de los fariseos.

            Este domingo de resurrección, los 500 diputados del Congreso de la Unión, analizarán, discutirán y aprobarán, en su caso, la reforma a la Constitución en materia eléctrica, propuesta por el Presidente de la República, para lo cual se necesita el voto de cuando menos las dos terceras partes de diputados para su aprobación; primero por ellos, luego los senadores, y al último que por lo menos 17 legislaturas de los estados aprueben esa reforma.

            Ese procedimiento para reformar la Constitución es lo que se conoce como poder constituyente permanente o derivado, pues el Congreso Constituyente de 1917 fue del 1° de diciembre de 1916 al 5 de febrero de 1917.

            MORENA, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), suman 279 diputados, por lo que para tener esas dos terceras partes, necesita 53 votos de los demás partidos.

            Lo que está en el fondo de esta reforma a la Constitución, es volver antes de que el gobierno de Peña Nieto la reformara, para relegar a segundo término a la Comisión Federal de Electricidad CFE en la rectoría Eléctrica de México, desmantelándola prácticamente y entregarle la electricidad a las empresas privadas, nacionales y extranjeras.

Esa rectoría estaba en la Constitución desde Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos, dos grandes Presidentes de la República, ambos del PRI, que vieron más por el bien del pueblo que por el bien de las empresas privadas, creando instituciones como el Banco de México, la CFE, PEMEX, IPN, IMSS, ISSSTE, y otras de carácter público, social y popular.

Si por lo menos 53 diputados de los pocos más de 70 que tiene el PRI, tuvieran conciencia histórica de ese PRI, revolucionario y progresista; profesaran amor profundo a México, vieran  por la grandeza de nuestra nación y el orgullo de nuestra patria, seguramente votarán en favor de la reforma eléctrica, con lo que estarían resucitando al PRI de la muerte que le ocasionaron gobiernos pasados, que dejaron de la mano de Dios al pueblo;  por lo pronto el diputado del PRI Carlos Miguel Aysa Damas, ya resucitó.