Mis sexenios (75). La candidatura de Humberto Moreira para alcalde de Saltillo.

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

A mitad de 2002, meses antes de la elección del presidente municipal de Saltillo, la candidatura de Humberto Moreira, entonces Secretario de Educación Pública, estaba definida antes de que el PRI lo “destapara”.

Era claro que los López del Bosque estaban en contra de que Humberto Moreira se convirtiera en Alcalde de Saltillo, pero ya nadie podía detenerlo, porque Humberto había construido una estructura electorera, y si el PRI no lo hacía su candidato, HMV lanzaría su candidatura por el PRD, y ganaría. Esa era la amenaza humbertista.

Incluso los humbertistas aseguraban que la estructura electoral de Humberto Moreira había llevado a la gubernatura a Enrique Martínez. Por tal razón, cuando EMM fue gobernador lo premió, nombrándolo secretario de Educación Pública y le dio manos libres para que avanzara en su carrera política, utilizando el presupuesto de la SEP como quisiera.

Humberto Moreira Valdéz

Enrique Martínez permitió que Humberto se la pasara en campaña. EMM tenía dos operadores estrellas, Humberto Moreira en Saltillo y Raúl Sifuentes en Torreón. Esto permitió que EMM llegara a su Tercer Informe de Gobierno con todos los hilos del poder en sus manos.

         Ante la ventaja de Humberto Moreira, los López del Bosque terminaron por callarse, pero siguieron conspirando desde las catacumbas, mientras conseguían privilegios en el ayuntamiento saltillense de Óscar Pimentel.

Por su parte, Humberto Moreira ya tenía su ruta crítica hacia la gubernatura, y en esta ruta estaba incluida la Alcaldía saltillense, como escalón para arribar a “la grande”.

Para su Tercer Informe de Gobierno, en el escenario estatal, Enrique Martínez no tenía adversarios políticos, el que tenía -Rogelio Montemayor- se encontraba perseguido por la justicia federal por un millonario desvío en Pemex.

Finalmente, Humberto Moreira fue el candidato del PRI, y como el PAN no tenía contendiente de peso, optaron por lanzar un bulto, Tomasa Vives de García Narro.

          Para entonces Montemayor ya se había entregado a la justicia norteamericana, pues según él, era un perseguido del gobierno de Fox. Montemayor fue acusado de peculado, uso indebido de atribuciones y peculado electoral, principalmente por el desvío de recursos públicos en favor de la campaña electoral de Francisco Labastida, candidato del PRI a la Presidencia de México, en lo que fue conocido como Pemexgate.

Rogelio Montemayor era acusado de un millonario desvío en Pemex

El desvío lo realizó Montemayor cuando era director de Pemex. Según la prensa, el desvío de recursos fue por alrededor de 2,500 millones de pesos.

El objetivo de Montemayor al entregarse a la justicia norteamericana era para desactivar la supuesta persecución política en su contra, llevando al terreno judicial la acusación que le hacía el gobierno de Vicente Fox, buscando el arbitraje de la justicia estadounidense y aprovechando el sometimiento lacayuno de Fox con el gobierno de George W. Bush.

Estaba cerca el fin de la “administración” municipal de Óscar Pimentel González, y los resultados eran contundentes. Pimentel saldría de la Presidencia Municipal como un Alcalde corrupto, incapaz y traicionero. Se había despachado con la cuchara grande. Ya para entonces, Pimentel era considerado un fracaso.

Pero Pimentel, ya planeaba el asalto a la próxima dependencia que EMM pondría a su encargo, La Secretaría de Educación Pública. Y es que Pimentel tenía a su favor la recomendación de la dirigente del SNTE, Elba Esther Gordillo, quien once años después fue encarcelada por los delitos de defraudación fiscal, lavado de dinero y delincuencia organizada.

La visita de Juan Pablo II a México

          Por estos días, el papa Juan Pablo II hizo un viaje a Latinoamérica con dos objetivos fundamentales: defender del escándalo sexual a la infinidad de pedófilos, pederastas y homosexuales que pululan en los templos católicos disfrazados de curas y de jerarcas eclesiásticos; y apuntalar el poder económico y político que ha logrado la “nomenklatura” del Vaticano en nuestro país y en la América latina.

El pretexto para venir a México fue la canonización del mítico Juan Diego, indígena del que no existen registros históricos, quien como la mayoría de “santos” católicos, fueron una invención de los estrategas de la iglesia católica.

La fiesta en México fue en grande, los objetivos lo merecían, y todos, prensa, gobierno, grupos reaccionarios y ultraderechistas se involucraron en el circo distractor. Por su parte, Juan Pablo II dio a conocer al mundo su deteriorada salud, hasta parecía un muerto viviente. Pero así lo traían por el mundo para comerciar con su figura.

La visita de Juan Pablo II a México merecía la pena, pues nuestro país es el principal bastión de la iglesia católica en América Latina, donde el catolicismo tenía el 80 por ciento de los mexicanos.

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En agosto de 2002 entrevisté Jaime Martínez Veloz, quien semanas antes había renunciado al PRI para afiliarse al PRD. Ese sería el tema de nuestra plática.

En la entrevista, Jaime aseguró “Mi ingreso al PRI fue un pacto, y cuando ya no sirvió tenía que renovarse o romperse”. Según Martínez Veloz “Hay gente en el PRI que nada tiene que hacer en ese partido”.

         En cuanto a su renuncia al PRI fue claro “Lo que derramó el vaso fueron las acciones que realizaron para que ganara Roberto Madrazo”. Era obvio que Martínez Veloz simpatizaba con sus amigos Beatriz Paredes y Javier Guerrero, quienes integraban una de las fórmulas que pretendía dirigir los destinos del PRI nacional.

Para Martínez Veloz, “Beatriz es la expresión más genuina del priismo ideológico. Es una personalidad que conoce a profundidad los temas del Estado. La Beatriz que yo conozco está metida en la política y no en los negocios, y con Madrazo es a la inversa”.

“Finalmente, argumentó, ni yo tenía más que darle al PRI, ni el PRI tenía nada que darme a mí.” Y aclara “No salí peleado con el PRI, ni renuncié a mi amistad con los priistas… Es mentira que los 71 años de gobierno priista fueron todos malos.”

Jaime señaló que “En la democracia que vivimos cuenta más el dinero que las ideas.”, y apuntó hacia los errores de la izquierda, que según él son básicamente dos: “La cultura de la sospecha y la descalificación de todo.” Y no olvidó que “Los indígenas han pagado el costo social de la marginación.”

Al final reconoció “Falta mucho para que un obrero, un campesino o un colono -por su capacidad- llegue a ser representante popular.”

(Continuará).

Tercer Informe y elecciones municipales...