El ferrocarril internacional mexicano impulsó el desarrollo económico de Piedras Negras, Coahuila

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Rigoberto Losoya Reyes*

Se puede afirmar sin lugar a dudas, que el progreso de la Villa de Piedras Negras se inició con la construcción del ferrocarril, un proyecto que favoreció la apertura del comercio exterior en toda la región norte de Coahuila a finales del siglo XIX.  Este magno proyecto nació el 23 de octubre de 1882, cuando el presidente municipal de la Villa de Piedras Negras, General Ignacio Morelos Zaragoza, con autorización del cabildo firmó un contrato con la compañía norteamericana «Ferrocarril Internacional Mexicano», para ceder a título gratuito los terrenos necesarios que ocuparía la nueva estación del ferrocarril, sus talleres y almacenes.

Aunque la empresa realizó un donativo de cinco mil seiscientos pesos, para contribuir con el pago de los terrenos a los propietarios afectados, no fue suficiente, sin embargo, se apostó al progreso de esta pequeña localidad fronteriza. Como gerente general de la compañía, se desempeñó eficientemente el norteamericano Lorenzo M. Johnson, quien finalizó las gestiones para acreditar la propiedad de los terrenos que ocupó la línea ferroviaria.

Locomotora cruzando el Rio Bravo Eagle Pass-Piedras Negras.

Después de construir un puente provisional, el 2 de febrero de 1883, cruzó el Río Bravo la primera máquina de ferrocarril y en mayo de ese mismo año se terminó de construir el puente definitivo con una estructura de fierro solido de excelente calidad. El responsable de la obra era Robert Guillespie Reid, un reconocido constructor de puentes en los Estados Unidos. Este dato interesante lo sabemos gracias a una crónica del periódico “The Dallas Daily Herald”, publicada el 3 de mayo de 1883 donde destaca en su columna que, el 1 de mayo de 1883, se colocó la última piedra del puente definitivo construido sobre el río Bravo propiedad de la línea ferroviaria Ferrocarril Internacional Mexicano.

En la ceremonia, estuvieron presentes los ejecutivos de la empresa y las autoridades de Piedras Negras y de Eagle Pass, Texas.  El Coronel Samuel Sayes (sic), comandante de las armas en Piedras Negras, regaló dos lujosos sombreros, uno   al constructor del puente, señor Reid y otro al Coronel J. M. Gibbs de Eagle Pass, Texas.

Por Decreto número 672 de 18 de abril de 1884, se aprobó el contrato-permuta celebrado entre el Ejecutivo y el C. Fructuoso García, por el cual el primero cedió al segundo dos días de agua que la Instrucción pública tenía en Piedras Negras, en cambio de los terrenos que ocupó la Compañía ferrocarrilera con la Estación, pertenecientes al señor García y que el Ejecutivo cedió a dicha empresa.

Lorenzo Medici Johnson, gerente de la compañía ferroviaria.

La pieza clave de que la compañía del ferrocarril funcionaría como un reloj suizo fuera su gerente Lorenzo Medici Johnson, originario del estado de New York (USA). Sus padres fueron Lorenzo Johnson y Mary B. Johnson. Una biografía señala que nació el 22 de enero de 1843, y que cursó estudios de ingeniería. Contrajo matrimonio con Helen Wolcott Stewart en el año de 1878. En sus inicios como profesionista trabajó para la empresa “The Pullman Palace Car Co.”. Relacionándose de esta forma con la industria del ferrocarril. 

En enero de 1883 se trasladó con su familia a la Villa de Piedras Negras para trabajar como Gerente General en la compañía del Ferrocarril Internacional Mexicano. En esta ciudad estableció su residencia para supervisar las obras de construcción de la línea férrea y habilitó un tren privado a su servicio con todos los lujos de la época. El historiador Amado Prado, elaboró un cuadro estadístico de Piedras Negras en 1889, y señala que Lorenzo M. Johnson estuvo presente como invitado especial en la colocación de la primera piedra del nuevo edificio de la aduana fronteriza. En 1902, durante la visita del presidente de la república Porfirio Díaz Mori, lo invitó a visitar las minas de carbón propiedad de la compañía.

Sin embargo, no todo era miel sobre hojuelas, durante el régimen de don Porfirio Díaz, la Villa de Piedras Negras, se elevó al rango de ciudad con el nombre de «Porfirio Díaz» (1 de diciembre de 1888) y como un gesto de agradecimiento, el presidente apoyó todo tipo de proyectos e inversiones que significaban vientos de progreso para esta localidad fronteriza.  El gobierno federal ya había autorizado previamente algunas concesiones de diversos giros empresariales a ciudadanos nacionales y extranjeros con el fin de incentivar la economía local y que urgentemente requerían de estas inversiones para crear fuentes de empleo.

El Ferrocarril Internacional Mexicano ya se encontraba operando en esta frontera, sin embargo, sus mecánicos y garroteros de origen mexicano, manifestaban inconformidad porque sus salarios eran inferiores a sus compañeros de la misma categoría, pero de origen norteamericano. Esta situación motivó que, los mecánicos y garroteros mexicanos organizaran una huelga en el Ferrocarril Internacional Mexicano el 3 de febrero de 1896.  Es decir, en el caso de los mecánicos, según la sede, cuando el mexicano ganaba alrededor de 4.50 pesos por día, el extranjero ganaba 5.50 pesos por el mismo trabajo. 

Este movimiento fue sofocado por las autoridades y por los ejecutivos de la compañía quienes les prometieron no tomar represalias si regresaban a sus puestos de trabajo. Por supuesto que no autorizaron ningún aumento. Este acontecimiento marca el inicio, para que los trabajadores ferrocarrileros se organizaran en agosto de 1900, y fundaron la «Unión de Mecánicos Mexicanos, Sucursal Número 2».

La empresa norteamericana Ferrocarril Internacional Mexicano funcionó en México hasta 1908, cuando se fusionó con Ferrocarriles Nacionales de México.