La inspiración de la navidad

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Fernando Rangel de León.

La Navidad es la época del año que inspira a escribir sobre ella a hombres de letras, laicos, como Ignacio Manuel Altamirano, uno de los más grandes liberales del siglo XIX; y a grandes escritores como Charles Dickens; porque se recuerda el nacimiento del hombre que marcó el inicio de una nueva era, que se escribe con un antes de Cristo a.C. y después de Cristo d.C., y que es en la que vivimos.

 Altamirano, en el cuento “Navidad en las Montañas”, narra sucesos acaecidos un 24 de diciembre, en un pueblecito; describiendo la geografía del lugar, exaltando el papel del cura del pueblecito, enalteciendo la labor del profesor, ensalzando el desempeño del alcalde, y narrando el amor accidentado de un joven y una muchacha, lugareños.

Como pocos Altamirano  describe los valles, las montañas, los bosques y el maravilloso paisaje de esa región del estado de Guerrero, horas antes de que se ocultara el Sol, del día de la Nochebuena, sumamente fría; que le hace recordar su inolvidable infancia en navidad, con su familia, los nacimientos, las misas de gallo, los pastores, los bolos, las piñatas, los reyes magos; el desprendimiento de su familia siendo un adolescente que se trasladó a la ciudad de Toluca.

En Toluca, Altamirano, conoció a Ignacio Ramírez “El Nigromante”, y estudió en el Instituto Científico y Literario, gracias a una beca que éste le otorgó, y de regreso a su pueblecito siendo ya un hombre conoce al nuevo cura, que es distinto a los anteriores, considerándolo un “demócrata o discípulo de Jesús”; porque enseña el evangelio con el ejemplo; con lo que se gana el cariño del pueblecito; no como los anteriores que explotaban la fe, la ignorancia y el fanatismo de los creyentes en provecho propio; y ve que el maestro y el alcalde, son igualmente progresistas como el cura.

Cuando Altamirano, escribió “Navidad en las Montañas”, el laicismo y las ideas liberales de la Reforma empezaban a dar sus frutos en los profesores, y en los curas de la época, y la sociedad estaba cobrando una nueva conciencia social.

La navidad narrada en este cuento fue propicia para el amor, que hasta hizo posible que una muchacha y un joven reclutado en el ejército a la fuerza, recibieran la aprobación de los padres de ella y el beneplácito del cura para casarse, teniendo como testigos al profesor, al alcalde, y al pueblecito; que festinaron el matrimonio precisamente en una navidad en las montañas.

Han transcurrido 152 años de que Ignacio Manuel Altamirano, escribió Navidad en las montañas; y hasta nuestros días la navidad sigue siendo propicia para el amor, como se relata en este cuento; lo que quiere decir que este es un valor absoluto: eterno en el tiempo y válido en el espacio.

Otro que se inspiró en la Navidad para escribir sobre ella, fue Charles Dickens, pensador inglés, que en sus famosos “Cuentos de Navidad” sacó a flote vivencias infantiles, familiares, de pobreza y de desigualdad social, que refleja en sus personajes como Ebenezer Scrooge, que había perdido a su único socio Jacobo Marley; por lo que era un huraño a quien no le agradaba nada, y menos la navidad; en la que seguía  trabajando con su escribiente Bob Cratchit; y en una de ellas se le aparece el fantasma de su difunto socio Marley, quien le dijo que estaba allí para hacerlo recapacitar de cómo vivía, porque ahora él tenía que sufrir por la vida que había tenido anteriormente, y que en las siguientes noches vendrían a visitarlo tres espíritus.

   En la primera noche llegó el espíritu de las navidades pasadas, que lo llevó a donde había crecido y vivido navidades pasadas cuando trabajaba de aprendiz en una tienda, y le hace recordar a su hermana que quería mucho.

    En la segunda noche llegó el espíritu de las navidades presentes que le mostró la alegría por los preparativos de la cena de navidad, y cómo la disfrutaban en la casa de su escribiente Cratchit, en donde lo vio feliz con su familia a pesar de que eran pobres.

    En la tercera noche llegó el espíritu de las navidades futuras, mostrándole que en la calle se hablaba no con tristeza de un muerto, pues en vida no había sido muy generoso, y que era el mismo Ebenezer Scrooge, de quien se estaban vendiendo todas sus propiedades.

    Al despertar Scrooge se dio cuenta que todo era un sueño; y a partir de allí, en la realidad, se volvió sociable, y al día siguiente aumentó el sueldo a su trabajador Cratchit, y fue generoso con todos.

    ¡Ojalá todos fuéramos los nuevos  Ebenezer Scrooge!

    ¡Feliz Navidad!