ES TIEMPO DE ELECCIONES Y TRAICIONES

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Jorge Arturo Estrada García.

Los hombres, tal como son, se inclinan por naturaleza a ir en pos
del dinero o del poder, y del poder porque vale tanto como el dinero.
Emerson.

Casi todos podemos soportar la adversidad,
pero si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder.
Abraham Lincoln.

El presidente siembra tormentas. Envolvió en un vendaval el cierre de su gestión. Quedamos atrapados en las tempestades. Fracasó como gobernante, pero todavía aspira a conservar el poder. A ello, dedica todos sus esfuerzos. Lo demás ya no le importa.

A menos de 17 meses de que su período termine, ya se le conoce más por su demagogia que por sus aciertos. Lo suyo es el poder y el conflicto y cada día desde Palacio Nacional lo alimenta. La democracia mexicana está en riesgo. El autoritarismo acecha. Y, el país está desgarrado, dividido, polarizado, inoculado de odios y resentimientos.

La demolición del Instituto Nacional Electoral podría estar muy cerca. Estamos en riesgo. La democracia está en peligro. ¿Pero, somos conscientes de ello? ¿O son, solamente, prejuicios hacia un gobierno expansivo y dirigido por un amante del poder enorme, que emana de la Silla del Águila?

Por lo pronto, en Coahuila, quedaremos envueltos en ese vendaval político. No tendremos que esperar hasta el 2024. Por primera vez, en la historia reciente, las elecciones a gobernador de esta entidad estarán en el foco nacional. El PRI local, ya perdió su hegemonía. A la hora de hacer las cuentas, detectaron que solamente con una alianza con los panistas podrían ganarle al partido del presidente de la república. Se convencieron de que el antipriismo, potencial, había crecido hasta a cerca del 70 por ciento entre el electorado coahuilense. Entonces, para ganar, ya no bastaría con inducir el abstencionismo; ni tampoco, diluir el voto inventando mini partiditos, que aparecían y desaparecían cada seis años.

Por más que citemos a Madero y a Carranza, esta entidad norteña no se ha caracterizado por su democracia ni por estar habitada por demócratas. El Revolucionario Institucional tiene más de 90 años gobernando el estado. Esto, pese a las múltiples alternancias municipales, que datan desde finales de los setenta del siglo pasado. Cuando, Carlos Alberto Páez Falcón, ganó Monclova para el PAN en 1979.

En esta ocasión, Coahuila está atrapado en las maniobras electorales, de López Obrador, por mantenerse en el poder. Desde hace unos meses, cosas extrañas están sucediendo. Cuando parecía que Morena tenía casi en la lona al tricolor, apareció en el escenario, el exsubsecretario de Seguridad de AMLO, Ricardo Mejía Berdeja. Llegó casi sorpresivamente, y cuando todo parecía perfilarse para un duelo de poder a poder, sobrevino la ruptura.

Este lagunero, expriista, desde la Mañanera del Palacio Nacional, cobró relevancia y se incorporó a la lista de aspirantes del movimiento para contender por la gobernatura. Con intensidad, y creando la percepción de que sería el candidato del tabasqueño, Mejía fue recolectando personajes marginados de las corrientes dominantes de diversos partidos. En esos momentos, Morena se veía poderoso y casi invencible. Así, que no tuvo problemas, para crecer políticamente, en la entidad de la que se había autoexiliado, al llegar al poder el moreirismo. Sin embargo, las cosas se le voltearon al momento de las decisiones.

Los priistas, y la comentocracia local, se enfocaron en atacar a Mejía Berdeja y a sus aspiraciones. Y, así, lo hicieron crecer rápidamente. Los ataques, sistemáticos, reflejaban el temor que despertaba un personaje tan aguerrido y aparentemente tan cercano al tlatoani. De esta forma, sus adversarios, le hicieron el favor de hacer crecer su estatura política. Para esos momentos, los panistas ya eran amigos de los tricolores, y el enemigo a vencer era Ricardo.

En este arranque de campaña, la salida de Mejía, de Morena, le restó potencia a los guindas y Manolo Jiménez inicia como puntero. Armando Guadiana, va detrás, alrededor de 10 puntos porcentuales. Todavía parece afectado por ese 10 o 15 por ciento de las intenciones de voto, que se llevó Mejía Berdeja tras la ruptura. Hace seis años, Memo Anaya y Miguel Riquelme, estaban parejos en las encuestas y así terminaron luego de contarse los votos. El resultado se definió en el tribunal electoral.

Por su parte, el candidato aliancista ha mostrado orden y disciplina para llevar su proyecto. La maquinaria electoral tricolor de Coahuila parece intacta, impecable y puesta a punto para competir con la de Morena y sus generosos programas sociales, que hacen ver chiquitos a los del gobierno estatal coahuilense. Será una serie de intensas batallas terrestres, en cada seccional, en cada barrio, en cada colonia. Morena carece de orden, pero el dinero del bienestar es el Dinero del Bienestar, y pesa. Estamos en época de elecciones y traiciones.

En las encuestas de arranque, Jiménez, aparece con ventaja de más de 10 puntos en encuestas, cara cara en hogares, realizadas por Mitofsky y De las Heras.  Por su parte, la de El Financiero, reporta empate técnico, pero es telefónica, a teléfono fijo. Solamente el 40 por ciento de los hogares tienen teléfono fijo en el país. Veremos cómo se van moviendo las cosas.

En contraste, en el Estado de México, los estudios demoscópicos dan ventajas de alrededor de 20 puntos a Morena y a su candidata, Delfina Gómez. Hay quienes aseguran que todo está perdido en el más importante bastión del priismo nacional. Hay versiones de que la plaza ya está entregada para AMLO, por parte del gobernador, Alfredo del Mazo y por el presidente del PRI nacional, Alejandro Moreno.

Ni a Del Mazo, ni menos a Alejandro Moreno, parece interesarles el futuro del tricolor. Ellos, quieren salvarse de los problemas judiciales, y dedicarse a disfrutar de sus enormes fortunas, en el país de las amplias bases sociales priistas y morenistas, integradas por los más pobres. Ellos ya saben, a la perfección, que su partido está perdido y semidestruido, tal vez para siempre. Es tiempo de elecciones y traiciones.

Por lo pronto, si gana en Coahuila, el tricolor deberá cogobernar con sus aliados panistas. Manolo Jiménez, se perfila para ser gobernador si no se equivoca en la campaña. Hasta el momento, lo ha hecho bien. Aunque, su paso por la alcaldía de Saltillo no fue muy brillante, tampoco fue mala su actuación, sacaría un 8 de calificación.

Algunos observadores señalan, que los priistas de la capital del estado andan muy confiados. Ellos consideran, que Armando Guadiana y Morena ya están perdidos y que todo será muy sencillo. Arguyen, como evidencia, que, en las listas de candidatos a diputados, de la región sureste, mandaron a los familiares de los veteranos priistas que han estado en el poder por décadas. En la zona metropolitana, sustentada por los obreros, ninguno aparece en las fórmulas tricolores.

Habrá que ver si los votos útiles, anti-AMLO, de los clasemedieros en favor de Manolo, también caen en favor de la alianza a la hora de votar por diputados, o si se van para otros lados. Será interesante seguir está contienda, tiene buenos ingredientes, como la intriga de los arreglos cupulares, la intensidad de Ricardo Mejía, el drama de Armando Guadiana y el triste papel de la ruptura de los morenistas.

La evolución del sistema democrático del país fue muy lenta, la dictablanda priista que duró 70 años resistió demasiado tiempo y los ciudadanos nunca fuimos muy aguerridos para arrebatarles el poder. Los mecanismos de poder tricolores funcionaban en un país de fatalistas, solitarios colectivos, egoístas adiestrados y educados en no hablar ni de religión ni de política. Es decir, formados para no cuestionar al poder verdadero, el de los caciques y los curas.

Pareciera, que, a estas alturas del sexenio, ya quedó claro que México no necesita a Andrés Manuel, ni a lo que llama su Cuarta Transformación. El país atraviesa por turbulencias económicas, sociales y políticas; y el gobierno federal está lejos de obtener buenos resultados. Con sus rollos matutinos, el presidente pretende hacer creer que vamos bien. De la posverdad, ya pasaron a la mentira descarada y al cinismo. El presidente, pierde adeptos y genera rechazo cada día. Sin embargo, cada día concentra más poder.

La fuerza de AMLO, ya radica en la base social que construye, y sostiene, con los miles de millones de pesos que entrega con sus programas de bienestar y en la incapacidad de sus opositores, para generar liderazgos sólidos. Mientras el presidente construye el camino a su sucesor, los aliancistas navegan a la deriva en sus mediocridades. Y de la sociedad civil, solamente la impresionante erupción en las marchas de defensa del Instituto Nacional Electoral, lograron hacerse notar y meter miedo al morenismo.

Para sacar al obradorismo del poder, hace falta que los mexicanos se conviertan en ciudadanos que se empoderen. Que se enteren, que opinen y que se hagan escuchar políticamente. Debemos comprender que no basta hacerse presente ante las urnas el día de la elección, es indispensable hacer saber a la clase política que no se mandan solos y que no se equivoquen porque serían echados del poder.

El candidato opositor del 2024, deberá ser impulsado por los ciudadanos y no escogido por las, nefastas, cúpulas partidistas. Nos convirtieron en fatalistas. Somos una sociedad incapaz de modificar su propio destino.

La clase política se comporta como una aristocracia en la cual se heredan y se reparten los cargos entre grupos y familiares, y a nadie rinden cuentas ni de sus decisiones ni de sus pillerías. Son una partidocracia decadente, que daña a los mexicanos con sus decisiones, por décadas. Nos mantienen agobiados luchando contra la pobreza y la violencia, sin poder sacar la cabeza. Los escenarios políticos son interesantes. Estaremos atentos, veremos.