¿Populismo antidrogas?

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José Guadalupe Robledo Guerrero

Como ya lo habíamos pronosticado en este mismo espacio, López Obrador terminará su “Gobierno” sexenal afianzando las relaciones con los gobiernos de países latinoamericanos que en este tiempo están infectados por el populismo, porque sueña con ser el líder de los gobiernos latinoamericanos, tal y como en su momento lo quiso ser Luis Echeverría Álvarez de los pueblos marginados y del tercer mundo.

En su primera gira por América Latina, AMLO visitó, en mayo de 2022, Guatemala, El Salvador, Honduras, Belice y Cuba; y en su segunda carrereada gira visitó, el 8 y 9 de septiembre de 2023, Colombia y Chile.

López Obrador estuvo en Chile en la conmemoración del 50 aniversario del golpe de estado dado por Augusto Pinochet al gobierno de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, organizado por el presidente chileno Gabriel Boric, quien –dicho sea de paso– nació 13 años después de aquel nefasto suceso.

Gabriel Boric y Andrés Manuel López Obrador

Acompañaron a López Obrador en su segunda gira: la recién nombrada secretaria de Relaciones Exteriores Alicia Bárcena, el secretario de la Defensa Nacional Cresencio Sandoval, y el secretario de Marina José Rafael Ojeda, porque igual que en los países totalitarios, los dictadores siempre aparecen acompañados de los militares, debido a que en el ejército fincan su poder, de allí la militarización de la vida nacional que ha impuesto AMLO a México.

En Colombia, AMLO visitó a su “hermano” Gustavo Petro, Presidente colombiano, acusado de haber utilizado dinero del narcotráfico en su campaña presidencial, e igual que López Obrador usó a uno de sus hijos, para recolectar dinero de los narcotraficantes. También el Presidente mexicano ha sido acusado de tener nexos con los cárteles de las drogas, pero aún con esos antecedentes, tanto AMLO como Gustavo Petro tuvieron una reunión en Calí con líderes de latinoamericanos para hablar sobre ese flagelo: el narcotráfico y la adicción a las drogas.

Desde antes de realizarse esa reunión se difundió que había otras formas de enfrentar a los narcotraficantes, no solo la persecución policiaca, sino debilitarlos en sus finanzas y considerar este problema como un asunto de salud. Aunque el conflicto que le acarrea el narcotráfico a los países de América Latina, debía ser combatidas desde todas las áreas: sociales, de salud, policiacas y en las finanzas de los criminales, lo cierto es que lo que pretenden los gobernantes populistas es evitar el enfrentamiento armado y legal, con aquellos que son sus aliados y al mismo tiempo son los enemigos de los pueblos que “gobiernan”, cuya violencia los tiene sometidos.

Por eso se antoja extraño que sean los presidentes ligados al narco, los que discutan los temas de cómo enfrentar a los cárteles criminales, más aún cuando ya está claro que los “gobiernos” populistas latinoamericanos son proclives a hacer alianza con los narcotraficantes y las guerrillas. Y hay que repetirlo, tanto Andrés Manuel López Obrador como Gustavo Petro Urrego han sido relacionados con los cárteles de las drogas, con quienes han hecho pactos y de los que han recibido dinero para financiar sus actividades políticas.

Por aquellos lugares AMLO dijo que el problema del fentanilo no es problema de nuestros países, pero había que ayudarle a Estados Unidos a enfrentar ese problema. Y a pesar de que todo mundo sabe que el fentanilo es producido en nuestro país por los cárteles de las drogas mexicanos, López Obrador sigue negándolo, incluso se niega a admitir la colaboración de la DEA, para enfrentar el problema, cuya adicción trae consigo más de 100 mil muertes por año en Estados Unidos, y en nuestro país va por la misma ruta.

La actual crisis política del Ecuador, de asesinatos y magnicidios, se origina en las actividades criminales de los cárteles, tal y como lo han denunciado los deudos del candidato presidencial Fernando Villavicencio, quienes responsabilizaron a López Obrador de lo que sucede en aquel país centroamericano por negligencia.

Por tal razón, es patético e incomprensible, que sean estos personajes quienes analicen, discutan y hagan acuerdos para combatir el narcotráfico en la región, azotada por los criminales. Pero así son las cosas en la posverdad, un mundo basado en mentiras, simulaciones, creencias personales y apreciaciones ideológicas. Pero eso es lo que tenemos. Si seguimos callados veremos la realidad cuando ya no podamos cambiarla ni darle un nuevo rumbo.

Preguntas huérfanas

¿Se le cerró el mundo al PRI, PAN y PRD de Coahuila, y por eso nombraron a Leopoldo Lara Escalante “El Pollo” como representante del Frente Amplio por México, o lo nombró Humberto Moreira Valdés?

¿Qué tan cierto es que el Gobernador de Sonora y presidente del Consejo Nacional de Morena, Arturo Durazo, es el interlocutor entre el “Gobierno” de AMLO y los cárteles de la droga?

¿Será verdad que para no ser perseguido, el gobernador Alfredo del Mazo entregó el Estado de México a Morena, tal y como lo hicieron antes los 20 exgobernadores priistas a los que como compensación les dieron una embajada?

¿Dónde quedaría el cura Alejandro Solalinde, quien creyó que AMLO le daría el Instituto Nacional de Migración, y quien le hizo el halago más inverosímil: que López Obrador es como Cristo?

¿Será cierto que las campaña presidencial de 2024, se basará en quién prometa dar mayor pensión en los programas sociales, para que vuelvan a ser los pensionados, los fanáticos y los despistados quienes elijan al nuevo Presidente?